Como amante del género de ciencia ficción, José Güich Rodríguez se embarcó, hace dos años, en un ambicioso proyecto: realizar una antología de las obras peruanas de ciencia ficción, desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Así, surgió Universos en expansión. Antología crítica de la ciencia ficción peruana: siglos XIX-XXI, libro que ha publicado el Fondo Editorial de la Universidad de Lima y que se presentará en la Feria del Libro el miércoles 1 de agosto a las 20.00 horas, en el Auditorio Clorinda Matto de Turner.
El texto incluye comentarios críticos de los libros de 30 autores peruanos. En la siguiente entrevista, el autor e investigador de la Universidad de Lima cuenta más sobre la obra.
¿Qué lo motivó a realizar esta antología?
Precisamente la falta de una investigación sobre este género en nuestro país. Es un género poco atendido en el Perú; se ha desarrollado como un movimiento alterno y silenciosamente.
¿A qué año se remonta el primer escrito de ciencia ficción en el Perú?
A 1849. La obra pertenece a Julián del Portillo: Lima de aquí a cien años. Fue publicada por tomos en el diario El Comercio y es, quizás, la primera novela futurista que se pueda asociar al género de ciencia ficción.
¿Cuál es la primera novela de este tipo en el mundo?
Frankenstein, de Mary Shelley. Fue publicada en 1818 y describía lo que vendría a ser un robot ahora. Casi veinte años después, Del Portillo publicó una visión utópica, futurista, ingenua en ciertos puntos, pero también profética. Él era un ilustrado y buscaba un medio expresivo que le permitiera reflexionar acerca del caos que se vivía en el Perú luego de la Independencia.
¿En qué año se sitúa la novela de Del Portillo?
En 1943, e incluye algunas cosas visionarias y otras un tanto ingenuas, porque introduce un hechicero que hace viajar a los personajes al futuro, entre otras cosas. Lo interesante de esta novela es que es en el Perú donde parece gestarse la primera novela futurista de corte utópico y de búsqueda del bienestar.
¿En qué se enfocan más las producciones peruanas de ciencia ficción: en nuestro país o en el mundo en general?
No todas se asocian con el país, hablan más de las metrópolis posindustriales. Muchos cuentos se sitúan en otras partes del mundo: Clemente Palma, por ejemplo, con “La última rubia”, y Abraham Valdelomar, con “El círculo de la muerte”. Valdelomar habla sobre la posibilidad de usar las estadísticas para hacer negocios de manera macabra, y Clemente plantea un futuro con tecnología muy imaginativa.
¿Cuáles son los escenarios futuristas que plantean las novelas que incluye en su antología?
Manuel A. Bedoya publicó, por ejemplo, en 1917, una novela anómala para su época, El hijo del doctor Wolffan. Un hombre artificial. Se trata de un hombre de laboratorio destinado a hacer la guerra, y anticipa el concepto de las células madre. Clemente Palma se centra sobre todo en la comunicación a través de pantallas y bases de datos. Estaba muy adelantado para su época.
¿Qué otros autores destacados podría mencionar?
Está Héctor Velarde, quien escribió una ciencia ficción costumbrista y satírica. Un clásico suyo es La perra en el satélite, donde habla sobre el impacto de la ciencia en la Guerra Fría y en la mentalidad de los limeños. Otro autor es José B. Adolph, de quien yo diría que es el primer autor moderno de ciencia ficción como tal. Su primer libro fue El retorno de Aladino. Con él salimos de una ciencia ficción un tanto ingenua a otra más cuestionadora.
¿Por qué se caracteriza la ciencia ficción contemporánea?
Tiende a mezclar códigos de la literatura universal y la ciencia ficción; bebe no solo de la literatura de prestigio, sino también del cine y la televisión. A ella pertenece un grupo de autores, sobre todo de la década de los sesenta, como Enrique Prochazka y José Donayre. Son posmodernos y están conscientes de que viven en una época incierta, por eso la ciencia ficción tiene un rumbo más oscuro y sombrío con ellos, refleja indirectamente lo que pasaba en el Perú en la época del terrorismo.
¿Qué recursos se utilizan para transmitir esto?
Adolph reinterpreta lo que ocurría en la realidad en la literatura. Más allá de temas clásicos, más allá de incluir inventores locos, arañas gigantes u hormigas invasoras, él refleja la preocupación por el futuro y elabora uno oscuro que va en contra del ser humano. Por su parte, Daniel Salvo es más irónico. Su libro El primer peruano en el espacio sugiere un futuro con desigualdades sociales y racismo, temas que no pueden ser superados, porque ya se encuentran incrustados en el imaginario colectivo.
¿Incluye también a escritoras en esta antología?
Por supuesto, tenemos a Adriana Alarco, Yelinna Pulliti —quien tiene una visión poco amable con el ser humano y con el futuro—, Tania Tynjala y Alejandra Demarini, con quien se cierra la obra.
¿Hay algo en común en los escenarios que todos estos autores recrean?
Hay temas variopintos. Pero mirando hacia el futuro, creo que estamos ante un escenario de ciencia ficción que va a construir su propia identidad. Hay algunos autores que se manejan en el género de space popular, como Giancarlo Stagnaro, que publicó Hiperespacios cuando tenía 15 años. También hay un sesgo de humor con Luis Freyre, por ejemplo, o el mismo Adolph, que usaba un sarcasmo corrosivo. Veremos autores que tomarán un poco de todo y, a partir de eso, crearán. Y otros que investigarán, partiendo de la ciencia ficción, qué somos los peruanos, y buscarán en nuestra historia las respuestas para el futuro. Esos serán los dos caminos que se irán acentuando. También creo que va a crecer una literatura de ciencia ficción con una sensibilidad propia de las escritoras, y va a dar mucho que hablar.
¿Podemos hablar de una literatura femenina de ciencia ficción?
Me parece que las escritoras tienen una sensibilidad diferente y sería como cerrar un círculo, ya que el primer libro de ciencia ficción lo escribió una mujer y con él le dio vida a todo un imaginario en el cine.
¿Cómo se desarrolla su libro?
Incluí un primer capítulo teórico para centrar al lector en lo que es ciencia ficción. Se debe distinguir entre fantasía épica y ciencia ficción. Por dar unos ejemplos, Star Wars pertenece a la primera, mientras que Star Trek a la segunda. La ciencia ficción presenta un futuro visionario. La fantasía épica muestra duelos, caballeros del futuro, etcétera.
¿Hay alguna producción televisiva actual de ciencia ficción?
Black Mirror. No ofrece una visión positiva de la tecnología, al contrario, muestra una sociedad que está deshumanizándose por la tecnología. Creo que es un hito, como lo fue Star Trek en su momento. Es una serie impresionante, pavorosa y desconsoladora.
¿Qué busca con esta publicación?
Espero abrir una discusión sana sobre la tradición en la ciencia ficción en el Perú, un país donde la ciencia y la tecnología están en sus primeros tramos. Esto nos demuestra que el género literario de ciencia ficción no tiene que ver con el desarrollo tecnológico, sino con la construcción de un imaginario.
¿Cuál es el escritor de ciencia ficción que más le gusta?
Yo soy muy clásico. Me gusta Isaac Asimov, que era bioquímico. Aunque hay un autor que considero como el gran poeta de la ciencia ficción, y que no era científico: Ray Bradbury. Me gustan mucho sus relatos, son una poesía del hombre que busca algo más que una existencia. Era un chico pobre, no pudo ir a la universidad y se educó en las bibliotecas públicas estadounidenses. También me gustan Arthur C. Clarke, que escribió el guion —junto con Stanley Kubrick— para 2001: Odisea del espacio, Philip K. Dick y otros más.
¿A qué género se dedica usted?
Yo transito por varios géneros: literatura fantástica, ciencia ficción y policial. Mezclo mucho, pero me consideraría humildemente un autor de ciencia ficción junto con otros géneros. Pienso que el camino de los escritores va a ser la hibridez: el mezclar y absorber lo mejor de la literatura, el cine, la novela gráfica, la televisión, etcétera.
¿Quiénes presentarán su libro en la Feria?
Mis presentadores serán Daniel Salvo y Elton Honores, muy mencionados en esta antología; ellos me dieron material para organizar y me impulsaron a escribir, lo mismo que el profesor Carlos López Degregori, quien me dio la idea de este tema cuando yo buscaba algo que investigar. Es un libro que le debe mucho a los amigos, por ser la fuente de motivación permanente; y también al Instituto de Investigación Científica de la Ulima (IDIC), a su Fondo Editorial y la Universidad de Lima en general, por el gran apoyo.