23 de Febrero de 2024
La mediación como una vía para lograr el desarrollo
Eleonora León y León lleva más de veinte años vinculada a las industrias extractivas, en la gestión de sistemas de prevención y el manejo de crisis sociales. La formación de abogada que recibió en la Universidad de Lima le ha dado herramientas para desempeñarse como mediadora y facilitadora de procesos de diálogo y de planeamiento estratégico.
Actualmente, es directora ejecutiva de la Asociación Unacem. Desde esta organización, contribuye a la transformación social, e impulsa proyectos que se planifican y ejecutan de manera articulada con los sectores público y privado, la sociedad civil y las comunidades.
¿Puedes comentar cómo son tus labores como directora ejecutiva de la Asociación Unacem?
Dirigir Unacem es una experiencia sumamente enriquecedora. Nos enfocamos en la inversión social de las diversas empresas que conforman nuestro grupo empresarial. Para mí, eso representa un desafío significativo en comparación con mis experiencias anteriores en otras industrias. Nuestra operación principal se encuentra en Lima Sur y en Tarma. La gestión de la satisfacción de la población y la convivencia con la industria en estas zonas representa un reto urgente.
¿Cómo han abordado ese desafío en términos de comunicación y conexión con la comunidad?
Sin duda, una de las tareas principales es el aspecto comunicacional. Llegar a tantas personas y compartir la idea de ser aliados para el desarrollo requiere bastante esfuerzo. Es interesante destacar cómo trabajar juntos marca la diferencia en la valoración de los aportes individuales en nuestros proyectos. Mejorar a partir de nuestras intervenciones y trabajar los temas de bienestar es un plus muy interesante, especialmente en el contexto donde opera Unacem.
En el ámbito digital, contamos con un fanpage en Facebook, una cuenta en Instagram y grupos de WhatsApp para promover nuestras actividades de conservación. Además, hemos diseñado estrategias específicas para cada plataforma.
Un enfoque clave ha sido la prioridad en obras públicas relacionadas con las necesidades de pospandemia. Hemos integrado la filosofía de construcción segura en el ADN de la empresa, conscientes de que nuestros vecinos son también nuestros consumidores y la mayoría de ellos autoconstruye.
La estrategia que implementamos incluye el desarrollo de infraestructura deportiva en escuelas y parques, y la promoción del deporte como parte fundamental de nuestras intervenciones. Después de la pandemia, notamos una brecha considerable en la cobertura de parques, y hemos logrado consolidar más de siete proyectos en alianza con el sector público para abordar esta situación de manera minuciosa. Además, promovemos el desarrollo de liderazgos en la comunidad.
¿Cómo describirías el impacto y la contribución de Unacem en el cierre de brechas y el bienestar de la comunidad?
Nuestra contribución ha sido significativa. Hemos consolidado alianzas con el sector público para cubrir brechas, especialmente en infraestructura y bienestar. El trabajo minucioso y la inversión realizada han permitido consolidar más de siete proyectos este año, lo que ha marcado una diferencia palpable en la vida de la comunidad que servimos.
¿Cuáles son los planes de crecimiento de la asociación?
En cuanto al aporte al desarrollo y la reducción de brechas de infraestructura, nos proponemos contribuir aún más a través de alianzas con el Estado y otros mecanismos, como las obras por impuestos. Queremos consolidar alianzas público-privadas, no solo a través de donaciones, sino también de los fondos del Estado como palanca para impulsar proyectos en las zonas donde operamos.
Además, queremos desarrollar liderazgos por medio de la difusión de información para que la gente conozca sobre gestión pública y pueda tomar decisiones informadas al elegir a sus representantes. Es un proceso continuo de mejora personal y comunitaria.
Asimismo, respecto a la conservación, uno de los temas que abordamos es la preservación de las lomas costeras. Aspiramos a un aprovechamiento responsable de los ecosistemas lomeros y contribuimos a posibles mejoras en las canteras tras las explotaciones.
¿Cuál es la contribución, en específico, que brindan a las lomas?
Tenemos un área de conservación privada de ochocientas hectáreas, donde creamos un modelo atractivo con un 80 % de este campo como área intangible y albergamos la mayor concentración de flores de amancaes en Lima.
Asimismo, colaboramos con asociaciones de lomas en Lima, con el desarrollo de investigaciones que facilitan la propagación de especies. También, consolidamos un laboratorio social, un invernadero, un vivero y un programa educativo centrado en un enfoque de cuento, con personajes que interactúan con las personas. La meta es llegar a casi todos los colegios de Lima, compartir la visión del ecosistema de Lomas y fomentar iniciativas de conservación.
¿De qué se trata el laboratorio social?
Hemos establecido un laboratorio social que valida la orientación de los proyectos que implementamos para cubrir brechas de desarrollo en los distritos donde operamos. Este enfoque nos da la posibilidad de adaptar nuestras iniciativas de manera más efectiva a las necesidades específicas de cada comunidad.
¿Qué esperan lograr con estos esfuerzos?
Esperamos crear un impacto significativo, tanto en el ámbito social como en el ambiental. Al consolidar alianzas y promover la participación comunitaria, aspiramos a generar mejoras sostenibles en infraestructura e impulsar la conservación responsable de los ecosistemas. Queremos empoderar a las comunidades para que, a través de la educación y la experiencia en conservación, lideren iniciativas que contribuyan al bienestar general y a la preservación del medioambiente.
Este año, diecisiete colegios visitaron el área de conservación privada. Estas visitas han sido muy fructíferas, porque se han generado iniciativas de conservación en cada uno de estos colegios, las cuales hemos premiado y financiado. Como grupo empresarial, respaldamos firmemente estos proyectos, especialmente en la búsqueda de mejoras ambientales en nuestra producción. Tenemos el compromiso de ser carbono neutro para el año 2050.
¿Qué hacías antes de Unacem?
Trabajé en Petroperú durante cinco años. Ahí, enfrenté el desafío de dar sostenibilidad al oleoducto Norperuano. Nuestro planteamiento no llegó a implementarse, pero incluyó mapear a cada grupo poblacional colindante al oleoducto, por medio de un sistema de monitoreo participativo. Recorrer más de trescientos kilómetros del oleoducto con el Estado implicó mucho tiempo y cuidado, pero fue necesario para comprender las realidades de las poblaciones involucradas.
Este esfuerzo se tradujo en el programa "El camino que queremos", en el que trabajamos con siete etnias. También, dirigí la Oficina de Gestión Social del Ministerio de Energía y Minas, fue una experiencia gratificante. Desde ese rol, atendí directamente la problemática del país, a través de la promoción de la inversión privada y la divulgación del papel de la empresa estatal entre las personas. Me propuse armonizar las relaciones y disminuir la conflictividad o, al menos, canalizarla de manera adecuada.
Eres una abogada abocada a temas sociales y a solucionar conflictos, ¿cierto?
Así es. Al terminar mis estudios de Derecho en la Universidad de Lima, me encontré con la Secretaría Técnica de Conciliación Extrajudicial del Ministerio de Justicia, en la que descubrí la mediación. Hoy en día, si algo me describe profesionalmente, es mi papel como mediadora.
A lo largo del tiempo, he buscado mejorar mi trabajo con especializaciones en terapias psicológicas, gestión del cambio, terapia Gestalt y desarrollo personal. Incluso, he explorado temas como el budismo para ordenar aspectos emocionales. La mediación me ha dado la posibilidad de ver los conflictos como oportunidades de desarrollo. Es gratificante construir esta perspectiva poco a poco.
Antes de explorar la mediación, fui consultora en diversas empresas grandes, en las que abordé temas de conflictividad y transformación social en sectores como minería, agroindustria y energía. También, he participado en proyectos estatales y he realizado guías que espero impacten positivamente en las empresas, con la aplicación de prácticas y herramientas que describo a partir de trabajos propios.
¿Qué tipo de guía son estas?
Son libros a modo de guía o how-tos. Me encanta compartir mis conocimientos a través de este formato. He hecho un libro para la Sociedad Nacional de Minería sobre manejo de quejas y reclamos sociales, y la guía sobre empleo local.
Además, en el 2023 trabajé en una guía sobre debida diligencia en derechos humanos, desde la perspectiva industrial. Hemos involucrado a más de 35 empresas en talleres diseñados para hacer estos temas manejables y comprensibles para todos. En este caso, la guía sobre debida diligencia en derechos humanos ha sido un esfuerzo colaborativo con empresas de hidrocarburos, minería y energía.
La visión macro de la problemática en todo el país me hizo darme cuenta de la necesidad de destacar experiencias positivas, como la del oleoducto, para compartir aprendizajes valiosos y fomentar la colaboración. Actualmente, evalúo opciones de publicación y elaboro la estructura del libro para consolidar la información desde una plataforma de difusión interesante.
Creo que falta dar a conocer experiencias positivas, y puedo aportar en ese sentido. Mi experiencia personal y profesional me inspiró a transformar situaciones conflictivas en oportunidades de desarrollo. Aprendí que a través de la conversación las personas se entienden, y que la comunicación y el acercamiento a la población son fundamentales.
La problemática que me propongo abordar es la transformación de situaciones conflictivas en oportunidades de desarrollo. Mi enfoque se basa en la comunicación, el acercamiento a la población y la colaboración con el Estado para impulsar el desarrollo sostenible. Actualmente, intento consolidar esta experiencia mediante entrevistas a quienes formaron parte de ella.
Por último, ¿qué opinas de tu época universitaria en la Ulima?
Amo la Universidad de Lima por todo lo que aprendí, el grupo humano con el que compartí y los profesores que dejaron huella en mi carrera, en muchos aspectos que son muy útiles actualmente. Además, la infraestructura de la Ulima es excelente y me llena de orgullo ser parte de una institución que invierte en brindar las mejores condiciones de estudio.
Fue un gran esfuerzo para mí estudiar en la Ulima, y recibí mucho apoyo de la Dirección de Bienestar cuando tuve problemas, lo que valoro enormemente. Mi formación académica no se limita a los temas técnicos de Derecho, sino también abarca aspectos humanos en general. Me encanta ver el progreso de mi alma mater, me llena de satisfacción y orgullo.