Alfredo Estrada, director del Centro de Sostenibilidad de la Universidad de Lima (Responde Ulima), participó como ponente en el Programa Internacional en Comercio Sostenible-PICS 2022. El evento virtual, que se realiza del 30 de noviembre al 16 de diciembre, es organizado por el Centro de Comercio Internacional (ITC), organismo mixto de cooperación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Organización Mundial de Comercio (OMC). El ITC es una institución que tiene como finalidad coordinar la colaboración técnica para la promoción del comercio entre los países en desarrollo y promover el crecimiento de las exportaciones.
En el Programa, el cual se desarrolla en el marco de la iniciativa T4SD-Trade for Sustainable Development, que busca consolidar en los actores de todo el ecosistema de biocomercio local y regional prácticas de negocios sostenibles basadas en el cuidado de la biodiversidad, nuestro docente desarrolló la ponencia “El biocomercio en América Latina: logros, desafíos y retos”. En ella, expuso los conceptos básicos del biocomercio, los enfoques actuales de su gestión con valor y los retos para su sostenibilidad en el futuro.
En la primera parte de su ponencia, Alfredo Estrada explicó que el biocomercio engloba actividades de recolección, producción, transformación y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nativa, sean estos recursos genéticos, especies y ecosistemas que se hallan dentro de un marco de desarrollo sostenible. Asimismo, hizo hincapié en sus características:
“Esta acepción nos conduce a una primera característica, la cual consiste en desarrollar el biocomercio desde una mirada de triple impacto. Se trata de impulsar la inversión, el desarrollo económico de los productos, la comercialización y las buenas prácticas que acopiadores, productores y comercializadores deben realizar”.
También destacó que el biocomercio se sustenta en principios como la conservación de la biodiversidad y su uso sostenible, la distribución justa y equitativa de los beneficios, la sostenibilidad socioeconómica, el cumplimiento de las leyes ambientales a nivel nacional e internacional, el respeto hacia los stakeholders y la claridad sobre los derechos de la tenencia de la tierra. Además, hizo énfasis en la perspectiva ética con la que se desenvuelve el biocomercio:
“Hay un componente ético y de transparencia que está ligado a la gestión biológica y técnica de los recursos que genera la biodiversidad. Los principios de ética, de transparencia y compliance incorporan visiones de consentimiento informado colectivo y de consulta previa”.
Más adelante, indicó que Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y Estados Unidos son los países que tienen mayor prevalencia en la gestión de bionegocios. Y dio a conocer la importancia que tiene el financiamiento del biocomercio para el fomento de su escalabilidad. Esto debido a que para alcanzar un sistema óptimo y competitivo se requiere de ventajas competitivas basadas en una transición climática con herramientas financieras sostenibles. Con respecto a esto, mencionó que el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) ya ha financiado 216 proyectos de biocomercio en los países mencionados, en los sectores de alimentos, turismo sostenible y de productos cosméticos y farmacéuticos.
El director de Responde Ulima también abordó los desafíos que actualmente tiene el biocomercio de cara a la generación de valor. Entre ellos destacó la incorporación de una cadena de valor compartido (CVC), a través de la cual se geste una articulación entre los agentes económicos por medio de buenas prácticas sostenibles, que involucre a la academia, al Gobierno, a los stakeholders y la sociedad civil. A su vez, subrayó el protagonismo que deberá tener el sector industrial en la gestión de este nuevo modo de realizar negocios:
“La industria es un aliado estratégico del biocomercio. Este debe trabajar en un clima de transparencia y de valor compartido. Tenemos un potencial altísimo, que ya se está construyendo con importantes resultados de escalabilidad, pero que todavía está supeditado a una conversión industrial, a que los modelos de gestión se orienten más a lo colectivo y no solo a los indicadores económicos”.
Finalmente, Estrada hizo referencia a la vital importancia que hoy tiene el cuidado de la Amazonía, y recalcó que la nueva mirada desde la bioeconomía busca aportar al crecimiento del biocomercio:
“La Amazonía es un ecosistema de importancia crítica; proporciona un porcentaje altísimo del agua dulce de América Latina, regula el aire, almacena las emisiones netas de carbono, regula diferentes ciclos hidrobiológicos y, en consecuencia, de nutrientes… Algunos objetivos importantes de gestión de la bioeconomía son el identificar nuevos mecanismos para desarrollar un uso responsable de tierras, una ganadería sostenible, así como un desarrollo de capital humano-técnico”.