Una carrera profesional con impacto global

Los logros más significativos que Sonia Plaza Parra ha forjado en su carrera profesional son también grandes logros para la humanidad. Ella estudió la Carrera de Economía en la Universidad de Lima y actualmente se desempeña como Senior Economist del Banco Mundial. En la siguiente entrevista, comparte su amplia experiencia en la gestión de fondos fiduciarios orientados a la competitividad y al empoderamiento femenino. También, comenta los proyectos que lidera en África del Este relacionados con el cambio climático y la gestión de riesgos, así como los temas de migración y remesas a nivel global en los que trabaja.

¿Cuáles son tus responsabilidades en el Banco Mundial?
Tengo tres roles en el banco, el primero es el de gerente de Programas, por el que manejo los fondos fiduciarios que se orientan a la competitividad, el trabajo y la transformación económica. Uno de ellos ofrece recursos para los países y sirve de apoyo para los estudios globales. Además, gestiono otro fondo fiduciario, que es una iniciativa de financiamiento para mujeres empresarias.

En otro rol, trabajo como jefe de Proyectos en África del Este, donde se ubican Somalia, Uganda y Argelia. Ahí, llevo a cabo varios proyectos y trabajo sobre todo temas de cambio climático, desastres y riesgos de desastres, y apoyo la cadena de valor productivo.

Mi tercer rol está orientado a los temas de migración, remesas, diáspora y refugiados. También, tengo un trabajo arduo en esa parte. Trabajo con clientes, con bancos centrales y con diversos ministerios para planear cómo implementamos los proyectos. Viajo mucho a Somalia, Uganda y Kenya. Para el tema de la migración, viajo muchísimo a Europa, especialmente a Bruselas y Ginebra.

Como gerente de Programas, también visito a los donantes, por lo que viajo a Francia, Noruega, Suecia y Suiza. Es una bonita combinación de países, de ambientes y de clientes. Actualmente, hago papers, trabajo investigaciones, produzco reportes en migraciones y remesas. Tengo varios reportes y libros, también en comercio internacional. Además, hago proyectos y operaciones.

¿Cómo empezaste a trabajar en el Banco Mundial?
Vine a Estados Unidos con una beca Fulbright para realizar una maestría en la Universidad de Yale. Luego, obtuve otra beca para la Universidad de Pensilvania y, cuando estuve ahí, uno de mis profesores me propuso ser su asistente de investigación para un libro que se llamó El milagro de Asia Oriental, editado por el Banco Mundial. 

El libro aborda el éxito de las políticas industriales, un tema que otra vez está en boga porque se tratan de políticas para pasar a una economía verde y sostenible. Con este profesor trabajé mucho el tema de transferencia de tecnología. Luego, él regresó a la universidad y yo me quedé en el banco. Pasé a ser consultora en diferentes regiones y me aboqué a distintos temas. Después, obtuve un puesto de trabajo estable en el área de Estrategia Corporativa. Más adelante, estuve en el departamento de Investigación y después pasé a Proyectos, donde me dediqué a asuntos más operacionales. Tras esto, volví a hacer investigación. 

He trabajado en tres regiones, sobre todo en Latinoamérica y me he relacionado más con México, Argentina, Honduras y El Salvador. De México, conozco casi todos los estados, porque he trabajado mucho en desarrollo del sector privado, en el norte del país. He estado también en Trinidad y Tobago, y Jamaica. Después, trabajé por un tiempo en Asia del Este, enfocada en Filipinas, y he estado en casi todo África: Senegal, Ghana, Kenya, Uganda, Tanzania, Sudáfrica y Somalia. El tema de migración lo trabajo a nivel global.

¿Qué desafíos enfrentas actualmente?
El primer desafío que enfrento como economista es la transformación a causa del cambio climático, un problema por el que tratamos de reducir las emisiones de gas carbónico. Este desafío impactará sobre todo en los países pobres, que son los que emiten menos. Eso quiere decir que debemos planear una serie de medidas y apoyar a los países que deben adoptarlas, pero no tienen el dinero para hacerlo.

Al Perú, por ejemplo, los países de la Unión Europea le pedirán conocer el origen del cacao y del café, y, por el tema de la deforestación, tendrá que demostrar la trazabilidad, es decir, que no tala bosques. Habrá un impacto a causa de algunos requerimientos, obviamente, pero el Perú tiene los recursos para pasar por un proceso de transformación, trabajamos en eso. Ahora bien, cuando estos mismos requerimientos se planteen a los países de África, no será lo mismo.

El segundo reto es la competencia por los recursos. Tenemos que ver qué tipo de recursos se pueden utilizar, y el único que aumenta son las remesas. Mi reto es ver cómo diseñamos productos para que se utilicen estas ganancias o los fondos en planes de inversión.

El tercer desafío es el de la migración. Hay una presión demográfica muy fuerte en el mundo y con esto aumenta la migración irregular y la xenofobia, porque hay muchas tensiones. Incluso los países que han recibido a migrantes, ahora ponen medidas más fuertes para impedir el acceso. Hay que considerar que también hay muchos peruanos que han migrado, lo vemos por el aumento de las remesas. Los peruanos están en España y Estados Unidos con mucha fuerza. Desde el 2012, no se veían los flujos que vemos hoy.

¿Cómo fueron tus inicios en el banco y tu proceso de adaptación?
Me adapté porque entré al área de investigación, donde había investigadores de universidades de muchos países, entre ellos, India, Paraguay, Alemania, Inglaterra, muchos europeos en general y también africanos. En el proceso de adaptación, todos nos hicimos amigos y congeniamos.

¿Qué valoras de tu trabajo?
Entre otras cosas, valoro la oportunidad de trabajar con gente de muchos países, la riqueza intelectual y el contacto con los clientes. Vuelvo muy recargada cuando, al ir al campo, puedo trabajar con los beneficiarios, además de los clientes. Cuando veo que hay progreso, es muy satisfactorio. Me encanta ver los cambios positivos.

¿Tienes un ejemplo de lo anterior?
Puedo mencionar un ejemplo de un trabajo que hicimos que tuvo un gran impacto. El punto número 10.C.1 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible trata sobre la reducción del costo del envío de remesas al 3 %. Ese objetivo lo propuse yo. Cuando se realizaban las negociaciones de desarrollo sostenible, nosotros, en la Organización de las Naciones Unidas, realizamos una gran reunión a la que invitamos a todas las empresas que envían remesas y a todas las agencias que transfieren dinero, y demostramos que la transferencia no es cara.

Con la tecnología, no cuesta nada. Ese fue un gran logro. Generamos fricciones, sí, pero era necesario decir que para bajar el precio de las remesas tienen que abrirse los mercados, debe existir más competencia y no debe haber precios fijos. Como economista, defiendo que haya libre competencia en los mercados, si no los precios no bajan. 

Otro logro que me alegra mucho es influenciar para que las municipalidades tengan un rol dentro del Pacto Mundial para la Migración, que se celebró el 2018. Manejé un programa en el que trabajábamos con todas las municipalidades y actualmente está dentro del pacto. 

El tercer logro por el que me siento muy contenta es el trabajo que hicimos en Somalia, un país muy frágil que todavía no sale completamente del terrorismo. Cuando voy, me traslado en un carro blindado, no me quedo en un hotel, sino en un campamento, y mi cuarto es un container. Abro el baño y, en vez de ver una bata, veo un chaleco antibalas. Creía que estaba muy segura ahí, pero en diciembre cayó un misil cerca. Lo primero que realicé en este país fue un estudio de factibilidad para ver si se podía implementar un seguro por la sequía. Ellos tienen muchas, y por ese motivo muere muchísima gente y también sus camellos, a pesar de que este animal representa el 80 % de sus exportaciones. Si no tienen ingresos, se mueren también.

Hice el estudio, lo presenté y desarrollé un prototipo con los componentes de seguros para cambio climático y un componente de cadena de valor productivo, de facilitación de comercio exterior y mejoramiento de los estándares para exportar. Este proyecto era para Somalia, pero finalmente lo volvimos regional. En este país, logré instalar este sistema de seguro. Ellos tenían tres empresas que solamente vendían seguros para la gente de otros países que vivía en Somalia, de las Naciones Unidas, básicamente. 

Desarrollé este mercado, y el primer producto, que existe muy poco, pero se logró concretar, es Recataful, un reaseguro islámico. Esto no se había hecho antes. Somalia es el primer país en el mundo que tiene este seguro islámico. Con este medio, hemos registrado en bancos digitales aproximadamente a 120 000 nuevos pastoralistas (comunidades dedicadas al pastoreo) que no tenían cuentas, y el 60 % son mujeres. También, las hemos entrenado como agentes de venta de seguros. Además, hemos ayudado al país a crear una nueva ley de seguros, lo que ha sido un gran avance.

En México, también cambiamos la ley de ciencia y tecnología a partir de un estudio que elaboramos. Es muy grato para mí haber colaborado a que, en diferentes países, se lleven a cabo algunos cambios en las leyes que han favorecido a la población.

¿Qué trabajos has tenido antes de llegar al Banco Mundial?
En Lima, trabajé en el Chase Manhattan Bank, que luego cerró, y en el Ministerio de Comercio Exterior. Trabajé también en dos empresas del mercado de capitales y enseñé en la Universidad de Lima el curso de Comercio Internacional. Además, enseñé en la Escuela Diplomática y, en Estados Unidos, en la American University.

Tienes muchas publicaciones, ¿cuáles son tus temas predilectos?
He publicado bastante sobre comercio, inmigración y remesas. Respecto a estas últimas, hay un paper de hace muchos años que se cita con frecuencia, está en el Journal of African Economies. Mis publicaciones se encuentran en el directorio del Banco Mundial y han servido como base de deliberaciones. Además, tengo un libro que se llama Diáspora para el desarrollo en África, un libro de migración y remesas también en África; un handbook sobre migración, además de varios capítulos en diferentes libros; y acabo de publicar un paper sobre remesas y desigualdad.

¿Cómo gestionas el estrés en medio de tantas obligaciones y desafíos?
En mis tiempos libres, aprendo marinera norteña, me encanta, y también hago ballet. Si no hago esto, mi estrés sube al cielo. También, salgo con mis amigos, viajo, etcétera. Una se hace tiempo para todo.

¿Qué recuerdos tienes de la Universidad de Lima?
La Universidad me preparó muy bien, yo estudiaba una economía muy práctica. Se hacía investigación muy aplicada a la parte de banca, finanzas y desarrollo. Recuerdo que el primer año salí entre los primeros puestos en el ranking de toda la Universidad. Llevé todos los cursos de Matemáticas en Ingeniería, por eso tenía muchos amigos que me decían “pásate a Ingeniería”. 

Me encantó la metodología de todos los profesores, eran muy buenos y el ambiente era muy agradable, porque nos enseñaban bastante sobre banca y finanzas. Como alumnos, nos distinguía el hecho de que nos enseñaban a hacer proyectos y planes de negocios. Todo era muy práctico. También, los fundamentos de la economía eran buenos. En Administración Financiera, aprendimos a analizar ratios y estados financieros, y preparar proyectos, planes de negocio, estudios de proyectos, etcétera. Aquí, en Estados Unidos, cuando era estudiante y no tenía dinero, me ganaba la vida mediante planes de negocios. Gracias a Dios que lo aprendí en la Universidad de Lima (risas).

Además, fui elegida representante estudiantil de la Carrera de Economía y fui asistente de cátedra para Estadística y Econometría. Lo gracioso es que, cuando acabé el curso de Estadística Aplicada, pensé: “Este curso no lo volveré a ver en mi vida”, porque es complicado. Pero, precisamente, me propusieron ser asistente de cátedra para ese curso y yo acepté. Fue bueno, porque a lo largo de mi carrera he visto temas de estadística y econometría, hasta el día de hoy. Es más, ahora que trabajo en unos seguros de sequía, descubrí que uno de los modelos que se presentó para lanzarse al mercado no funcionaba, algo que los expertos no habían notado. Hago modelos econométricos, no de seguros, pero sé leer números y tuve que cancelar su venta. Yo defendía a Somalia, el producto debía ser justo, y si el índice no funciona, el modelo no funciona.

En otra ocasión, me dijeron que el precio del seguro tenía que aumentar, porque había aumentado el riesgo. Sin embargo, eso no se demostró. En los últimos diez años, las curvas eran iguales, lo que determinó que no se subiera el precio. Siempre pido los datos del modelo estadístico y analizo todo. Así que la estadística me ha acompañado y me ha servido siempre. La vida universitaria fue linda en todo sentido, no solo académicamente. Teníamos conciertos, una feria de economía y muchas actividades. Hasta ahora sigo en contacto con mis amigos de la Universidad.