Un viaje de autodescubrimiento submarino

Tras dejar su trabajo en el sector corporativo, Gonzalo Cortés Távara emprendió un viaje como mochilero que lo llevó a descubrir la apnea o freediving en Tailandia. Desde entonces, ha convertido su pasión en su profesión, ha logrado récords nacionales en apnea profunda y ha formado una de las escuelas más reconocidas en Australia, OceanSense Freediving, donde también es instructor.

Con una metodología propia, entrena a futuros apneístas e instructores, y compite en torneos internacionales, donde representa a Perú. Su formación como ingeniero industrial en la Universidad de Lima le ha permitido estructurar su academia y manejar su negocio con éxito.

¿Cómo empezó tu historia en el buceo?
Todo comenzó porque me gustaba hacer bodyboarding (deporte similar al surf, pero con una tabla más pequeña) de manera muy esporádica en Lima. A veces había olas que podían asustar un poco y, eventualmente, comencé a preguntarme cómo hacía la gente para aguantar la respiración en esas olas inmensas que uno ve en documentales o en compilaciones de surf extremo. Empecé a investigar, pero en ese momento no había mucha información disponible. Más adelante, dejé mi trabajo y decidí viajar por el mundo como mochilero. Siempre quise viajar y conocer el mundo. Para mí, el mundo es demasiado grande como para quedarse siempre en el mismo lugar. Pasé bastante tiempo en Tailandia, donde hice un curso de divemaster, que es el nivel avanzado de buceo con scuba o escafandra. En ese proceso, descubrí que el freediving (actividad subacuática que consiste en sumergirse en el agua sin equipo de submarinismo) no solo era una técnica de supervivencia, sino también una actividad recreacional que te permite ver la vida marina de una manera completamente distinta.

¿Qué fue lo que más te atrajo del freediving, en comparación con el buceo con scuba?
Cuando empecé a interactuar con los animales en el agua, me di cuenta de que la experiencia era muy distinta. En el buceo con scuba, al bajar con el tanque y soltar burbujas a través del regulador, uno es como un extraterrestre en el agua. En cambio, con la apnea te vuelves parte del ambiente, del hábitat del animal con el que intentas interactuar. Los animales se acercan más, se muestran curiosos. La apnea te permite moverte con más control, con movimientos más suaves y estilizados para evitar asustarlos.

Retrocediendo un poco, ¿qué trabajo dejaste cuando te fuiste de mochilero?
Trabajaba en el grupo Marathon como Key Account Manager de algunas de las marcas del grupo. Tenía 25 o 26 años cuando renuncié y me fui de Perú. Desde entonces, al menos una vez al año, he conocido algún sitio nuevo y siempre que llego a un lugar nuevo, quedo maravillado. Viví un tiempo en Nueva Zelanda, también estuve en Fiyi y en Tonga. Vi ballenas, tiburones tigre, tiburones toro… todo eso me fascinaba. Luego, volví al Perú y encontré a Frida Lemus, la campeona mexicana de apnea, que estaba en la ciudad. La conocí y obtuve mi primer certificado oficial de apnea con ella. Hasta ese momento, solo había practicado de manera experimental con lo que aprendí aquí y allá. Mi primer curso formal de apnea fue en el verano de 2019. Luego, conseguí la visa para Australia y me fui.

¿A qué te dedicaste cuando llegaste a Australia?
Viajé al norte para trabajar en los barcos de buceo, que era el motivo por el cual vine a Australia. Allí conocí a mi socio actual, Matt Turnbull, buceábamos juntos, entrenábamos de manera recreativa y explorábamos distintos lugares. Hicimos cursos para avanzar en nuestra formación y obtener nuestro certificado de instructores y, cuando lo conseguimos, comenzamos a dictar clases; luego, formamos la escuela OceanSense Freediving, que tenemos ahora.

¿Cómo entraste al mundo de las competencias?
Al principio, competí en piscina y me fue bien, aunque no me consideraba un atleta dedicado. Me gustaba estar en el agua y llevar una vida sana, pero luego vino otro campeonato y otro más. Tuve la oportunidad de ir a Filipinas para participar en mi primer torneo de profundidad, ya no en piscina. Me fue bastante bien, incluso logré un récord nacional.

¿Cuándo sucedió esto?
Todo esto fue entre 2021 y 2022. Después, continué compitiendo y traté de participar al menos en una competencia en piscina al año. También, viajé con mis alumnos para entrenar en distintos lugares.

¿Cómo fue tu progresión en la profundidad?
En septiembre de 2023, ya tenía lo que llamamos una “pared”, es decir, un punto en el cual, aunque sigues con el entrenamiento, no superas ciertos límites. Esto sucede por distintos motivos: problemas de ecualización para compensar los oídos, mentalidad o la presión del agua que te juega en contra. En mi caso, era una combinación de relajación y ecualización de los oídos. Durante dos años, estuve estancado en los 48, 50 y hasta 52 metros. En 2023, entrené con un coach y en septiembre llegué a los 55 metros, aunque todavía tenía algunos problemas técnicos. Me di cuenta de que podía alcanzar 60 metros y comencé a entrenar con un plan estructurado: un tiempo de entrenamiento en piscina, otro en gimnasio, así como un plan alimenticio especial, etcétera. Hasta ahora lo mantengo. Llevo un registro de entrenamiento donde anoto todo lo que hago.

¿Cómo fue tu primera competencia después de tomar la decisión de entrenar seriamente?
Todo el verano del 2024 enseñé, entrené y competí en piscina aquí, en Australia. Yo vivo en Gold Coast y en la ciudad contigua, Brisbane, hay competencias aproximadamente seis veces al año. En abril, decidí volver a Filipinas para competir y evaluar cuánto había mejorado con mi entrenamiento. Me fue bien, llegué a los 70 metros después de haber estado estancado en los 50. Me di cuenta de que el entrenamiento estaba funcionando, así que seguí con el proceso. Regresé a Australia y competí en el Nacional de Piscina de Australia, donde también me fue muy bien. Para junio, volví a Indonesia a entrenar con algunos alumnos y con mi socio. Al mismo tiempo, comencé a buscar sponsors. En Indonesia, hay acceso a profundidades ideales para entrenar, así que me propuse superar los 70 o 75 metros cómodamente para poder clasificar al mundial.

¿Y lograste llegar a esa marca?
Sí. Comencé a pasar los 70 metros con regularidad, así que decidí competir en Filipinas. Allí participé en competencias más pequeñas para obtener los registros necesarios para clasificar al mundial. Logré marcas de hasta 80 metros y de manera muy cómoda. Eso me permitió clasificar y representar a Perú en el mundial.

¿Cómo funcionan los mundiales de apnea?
Hay dos mundiales de profundidad y dos de piscina por año, organizados por dos federaciones distintas. A los de piscina nunca voy, porque para mí la piscina es solo una herramienta para entrenar. Los que realmente me interesan son los de profundidad. Logré financiar mi viaje a Europa, porque ambos mundiales de profundidad se realizaron allá. Una vez ahí, logré establecer todos los récords nacionales en profundidad. Ha sido un proceso difícil, ya que para representar a Perú debía viajar al país y hacerme un examen médico. El año pasado pude ir, porque era el cumpleaños 80 de mi abuela y mi familia hizo un esfuerzo y me ayudó con el pasaje. Aproveché ese viaje para hacerme el examen médico con la federación. Este año me piden lo mismo, debo volver solo para hacerme el examen médico, pero eso representa alrededor de 3000 dólares, por ello, busco financiamiento y patrocinadores. 

¿Crees que debería haber más apoyo del Instituto Peruano del Deporte?
Sí, me gustaría mucho poder contactar con ellos y que me den facilidades para representar al país. Al vivir fuera del país, me resulta imposible entrenar con la federación. La mayoría de los pocos peruanos que entrenamos en profundidad vivimos y competimos en el extranjero, ya que no hay competencias de profundidad en Perú. 


¿Cuánto tiempo te toma entrenar para estas competencias?
Entreno todo el año, excepto un mes y medio, que descanso después de competir. Ahora que es verano, realizo lo que llamamos entrenamiento base, que incluye gimnasio, ya que es importante tener masa muscular, que es donde se acumula el oxígeno que voy a utilizar. También, entreno en piscina, hago mucha natación y sigo una alimentación adecuada. Este entrenamiento base dura al menos hasta abril. Luego, empiezo a alternar el entrenamiento con profundidad, porque viajo a Asia, donde hay acceso a profundidad y mejores condiciones logísticas. Allí cambio la piscina por ejercicios de profundidad y de ecualización en seco, es decir, ejercicios de apnea en seco, que ayudan a mejorar la resistencia al CO2 y la capacidad de ecualización. Luego, cuando comienza la temporada de competencias, adapto el entrenamiento a las exigencias de profundidad. Durante esta fase, hago aproximaciones en profundidad. Si tengo un entrenamiento intenso, bajo al agua solo una vez al día y dejo que el cuerpo descanse hasta el día siguiente. Luego, descanso tres días y aumento la ingesta de carbohidratos, incorporo más carga calórica junto con la proteína. Entre agosto y octubre, trato de alcanzar mi pico de profundidad. Ahí es cuando se realizan las competencias más importantes, como los mundiales, que este año serán en septiembre y octubre.

¿Financias todo esto con tu academia?
Sí, y con crowdfunding. Creé la academia durante la pandemia. En 2020, la registramos formalmente y ya cumplimos cinco años. Este año ha sido particularmente bueno. Ofrecemos al menos dos cursos por semana en dos locaciones. Además, organizamos retiros y sesiones de entrenamiento en otros lugares.

¿Qué otros trabajos has tenido en el tiempo que has vivido fuera del Perú?
He trabajado como guía de buceo y de snorkeling. También, fui deckhand, es decir, ayudante de tripulación en el barco. En esa función, además de asistir al capitán, me encargaba de tareas como hacer las amarras y participar en las maniobras en la cubierta. Luego, saqué mi licencia comercial para ser capitán de barco y también trabajo en eso esporádicamente. Siempre me ha gustado estar en el agua, sentir la brisa del mar y navegar. 

También, trabajé en restaurantes como ayudante de cocina y camarero, además de barista, fotógrafo submarino y en el servicio de mudanzas. Lo que haga falta para financiarme los campeonatos, yo lo hago. 

Mientras buceas, ¿nunca has sentido miedo, sobre todo al ver tiburones?

Cuando tengo la máscara puesta, ya sea en una inmersión recreativa o enseñando, me siento bastante tranquilo. Los tiburones tienen unos órganos sensoriales especiales llamados ampollas de Lorenzini, que les permiten percibir vibraciones electromagnéticas. Si una persona siente miedo y actúa como una víctima, el tiburón lo percibe como una presa. En cambio, al mantener una actitud relajada, ellos no ven nada extraño. No puedo darme el lujo de tener miedo, ya que en el lugar donde trabajo hay tiburones con frecuencia. Es común que, mientras dicto un curso, veamos un tiburón toro alrededor.

¿Has tenido que salir del agua alguna vez por la presencia de tiburones?
Sí. El comportamiento del tiburón se puede leer. Si ves a un tiburón varias veces y notas que está alerta o inquieto, es mejor salir del agua. Además, los tiburones suelen alimentarse al amanecer y al atardecer. Si en esas horas los ves hacer movimientos bruscos, lo más prudente es cancelar la inmersión y regresar al barco. Por otro lado, si ves al tiburón pasear con las aletas abiertas, significa que no pasará nada. Aquí en Gold Coast no entreno a profundidad, porque lo hago sin máscara. Solo lo hago con un noseclip o pinza, lo cual no me permite ver claramente. 

¿Hasta qué profundidad has llegado?
Competitivamente, este año llegué a los 85 metros en entrenamientos, pero hasta 81 metros en competencias.

¿Cuál es tu objetivo ahora?
Quisiera llegar a los 90 metros este año. Me preparo porque, a esa profundidad, hay que tomar cada metro de incremento con cautela. 

¿Qué tanto te ha ayudado tu formación en la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima en lo que haces actualmente?
Gracias a mi formación como ingeniero industrial sé cómo plantear un modelo de negocio. No tomamos un modelo existente, sino que lo hemos inventado desde cero junto con mi socio. La formación en ingeniería me ayudó mucho en la parte gerencial para organizar y estructurar la empresa, presentar documentos y gestionar la parte administrativa. Además, el conocimiento en modelos de negocio, contabilidad y matemáticas me ha permitido manejar la parte financiera sin depender demasiado de contadores. No hay otra escuela aquí que haga exactamente lo mismo que nosotros. La mayoría están sujetas a una agencia en particular. En cambio, nosotros enseñamos bajo diferentes agencias y somos de las pocas que cuentan con acceso a múltiples piscinas. Aquí hay mucha reglamentación sobre la apnea y el entrenamiento en el agua, por lo que no en todas partes te permiten enseñar. La formación universitaria me dio herramientas para gestionar un negocio y llevarlo a convertirse en uno de los más grandes del país. Estamos, quizás, en el top cinco de Australia y, tal vez, en el top dos de Queensland. Tenemos varias locaciones y hemos desarrollado un sistema de estandarización bastante sólido.

De modo que has logrado combinar tu carrera con tu pasión.
Sí, exactamente. Todo se ha alineado bien: mi formación, mi pasión y la oportunidad de emprender. Este es un proceso que continúa en evolución y, hasta ahora, todo ha salido como debería. Ya veremos qué pasa en el futuro.