Después de trabajar un tiempo en Holanda, en urbanismo, Claudia Kleffmann viajó a Suiza para enfrentar otro reto profesional en sa_partners, una oficina enfocada en planeamiento urbano, que trabaja en una escala muy grande.
Claudia es arquitecta por la Universidad de Lima. Estudió una maestría en Arquitectura y Diseño Urbano en la Universidad de Columbia y ahora tiene el privilegio de ver y trabajar en temas de vanguardia dentro de su carrera, que mejoran la calidad de vida de las personas.
¿Qué temas trabajan con mayor énfasis dentro del urbanismo en sa_partners?
En una ciudad como Zúrich, que es donde me encuentro, hay muchas cosas por mejorar. Muchos de los temas están dirigidos al cambio climático, en el sentido de que las ciudades tienen muchísimo concreto y les falta más permeabilidad para que no sean tan calientes y funcionen mejor con los ciclos naturales. Ese es un tema, entre otros. Aquí se ven proyectos locales y regionales dentro de Suiza, pero también hay proyectos internacionales, lo cual me llamó mucho la atención. Y atiendo unos proyectos para países que están saliendo de guerras. Ese es otro punto que me atrajo mucho para venir aquí.
Tras haber trabajado en Holanda y ahora en Suiza, ¿podrías comentar qué otros temas ambientales se abordan en Europa que aquí son poco comunes?
En sostenibilidad se ve desde lo más simple hasta lo más complejo. Por ejemplo, se está empezando a cuestionar mucho la idea de derrumbar construcciones antiguas para construir edificios, y comienzan a surgir propuestas de adaptación de sistemas energéticos más eficientes o si se puede reutilizar y adaptar la infraestructura de alguna manera. Esa es una forma de reducir la huella de carbono en el sector construcción. También se trabajan muchos temas de transporte y movilidad. Acá ha cobrado mucha fuerza el concepto de la ciudad de 15 minutos, que consiste en que una ciudad esté subdividida en sectores, en los cuales, dentro de un radio de 15 minutos, puedas cubrir todas las necesidades básicas. De ese modo se reduce el desplazamiento de la gente y, por lo tanto, las emisiones de CO2 de los autos. Todo se vuelve más accesible peatonalmente. Además está el tema de permeabilidad que mencioné antes, es decir, la necesidad de que haya más naturaleza en las ciudades para mitigar las olas de calor. La lista de temas es enorme, estos son solamente algunos.
¿En tu trabajo anterior, en De Zwarte Hond, en Holanda, también te ocupabas de urbanismo?
Estuve año y siete meses, más o menos, como diseñadora urbana. Los proyectos de la oficina eran muy variados y de diferentes escalas. Nos encargábamos tanto de un complejo de viviendas o un edificio con sus espacios públicos como de planes regionales. Fue una experiencia muy interesante, era la primera vez que trabajaba en arquitectura en el extranjero y mi primera vez en un área de diseño urbano, porque mis experiencias anteriores fueron en el mundo de la arquitectura. Me dediqué a varios proyectos, siempre cambiando de escala, era sumamente interesante.
¿Cómo llegaste a Holanda?
Cuando terminé mi maestría en Arquitectura y Diseño Urbano, en la Universidad de Columbia, en Nueva York, surgió el dilema de si quería quedarme en Estados Unidos un tiempo trabajando o si me iba a otro país. Por varios motivos, me atrajo mucho la idea de venir a Europa, así que terminé en Holanda, buscando trabajo, hasta que llegó la oportunidad de trabajar para De Zwarte Hond, en Groninga. Esta firma tiene tres oficinas, una en Groninga, otra en Rotterdam y otra en Colonia, Alemania.
Recuerdo que un gran desafío fue el idioma. Si bien podíamos conversar la mayoría de los temas en inglés, los documentos oficiales estaban en holandés. Tengo la suerte de que también hablo alemán, entonces entre el alemán y el inglés podía entender un poquito el holandés, y poco a poco fui aprendiendo algo más.
¿Qué valoraste más de esa primera experiencia laboral en Europa?
Muchas cosas, pero tal vez lo más interesante fue formar parte del proceso inicial de una propuesta. Participábamos en bastantes concursos, y ese primer sprint es muy atractivo, pues consiste en analizar lo más rápido posible la situación de la zona, los parámetros del proyecto, las limitaciones y nuestros objetivos principales. Todo ese acercamiento inicial es sumamente divertido, porque en ese momento se aplican toda tu creatividad y tus conocimientos. Más adelante, se desarrolla todo con mayor detalle. Ahora bien, cuando estudiaba la maestría trabajé también, pero como teaching assistant. Fue algo muy simple, se trataba de asistir a los profesores en el desarrollo y en la recolección del material necesario para las clases. Fue muy bueno, porque tuve la oportunidad de estar en contacto con los profesores y de revisar los materiales un poco más a fondo. Recuerdo que nos tocó organizar el viaje de ese semestre a Etiopía, tuve que ver cómo iban a ser los itinerarios, adónde íbamos, entre otras cosas.
¿Qué hicieron en Etiopía?
Fue una inmersión veloz, porque estuvimos un poquito menos de una semana en Adís Abeba. El grupo con el que viajamos fue dividido en grupos pequeños y cada uno se ocupaba de un sector de la ciudad, con relación a uno de los ríos principales que cruza la ciudad. El tema del semestre estaba relacionado con la infraestructura de aguas. Había que analizar la zona y entender la problemática. No era fácil, porque es una cultura completamente distinta y una realidad muy diferente también, con muchas complejidades y temas políticos que influyen en el desarrollo de la ciudad. Aprendimos muchísimo en muy poco tiempo.
¿Cómo te fue en la maestría?
Me fue bien, pero fue un gran desafío porque el tiempo era muy corto. Esta maestría se dicta solo en tres semestres y uno de ellos es un semestre de verano, así que el programa estuvo muy apretado y los semestres eran muy intensos. Había una gran cantidad de material por digerir y el programa, obviamente, estaba en inglés. Aunque yo tenía una buena base del idioma, siempre es un reto, porque hay vocabulario nuevo y uno debe acostumbrarse a sustentar y defender posturas en inglés. Pero la experiencia fue muy buena y, además, en una ciudad como Nueva York.
¿Qué hacías en el Perú antes de viajar?
Luego de terminar mi carrera, trabajé en el estudio de arquitectura Poggione + Biondi, que tiene un enfoque sostenible. Ahí estuve medio año. Después, fui jefa de prácticas en la Universidad de Lima, y luego, junto con mi pareja de tesis, nos tomamos un año para desarrollar la tesis al cien por ciento y sustentarla. A continuación, también con mi pareja de tesis, decidimos realizar trabajos propios y tuvimos la oportunidad de construir una casa en Villa, así como de desarrollar un proyecto de vivienda en Cieneguilla. Este último, lamentablemente se quedó en planos. Pero fue algo especial ver cómo una idea que se plasmó en el papel de pronto toma forma, y sentir en la realidad esos espacios que imaginaste. Es muy satisfactorio ese proceso.
En el futuro, ¿planeas seguir en urbanismo?
Me gusta la idea de mantener siempre un pie en el mundo de la arquitectura, porque, además del urbanismo, me atrae mucho la arquitectura. Cuando estuve en Holanda, a la par del trabajo que hacía, me aceptaron en un curso, una especie de diplomado, en Suiza, en la ETH Zürich, sobre materiales de construcción regenerativos y neutrales en CO2. Mientras trabajaba en urbanismo, estaba en el mundo de la arquitectura. No me desprendo del todo, porque la arquitectura me sigue fascinando.
¿Qué te dio tu carrera en la Ulima?
Una buena base, de todas maneras. Un buen entendimiento de las tareas y lo que implica ser un arquitecto. La Carrera en la Universidad de Lima te permite escoger muchas direcciones en las que trabajar: gestión de proyectos, urbanismo, inmobiliaria, sostenibilidad, construcción y materiales de construcción, etcétera. Te da la posibilidad de entrar en todas las ramas y hacerte una buena idea de cuáles son tus posibilidades como arquitecto. Además, el nivel de exigencia de la carrera me pareció bueno, porque he tenido la posibilidad de desempeñarme bien en todo lo que he hecho después. Creo que la mayoría de estudiantes de Arquitectura hemos tenido una vida universitaria muy ocupada, porque hemos hecho muchas maquetas y planos, hemos tenido que producir muchas cosas y rehacer constantemente. Me gustaba todo eso. Recuerdo, por otra parte, que estuve en un círculo de estudios que fundamos un par de estudiantes y yo, el Círculo de Estudios de Urbanismo; la Universidad nos dio todo su apoyo en eso.