La arquitectura en los proyectos gastronómicos

Mariana Alonso, arquitecta por la Universidad de Lima, tuvo la oportunidad de evaluar locales para la instalación de proyectos gastronómicos en Europa. En algunos casos, le tocó combinar el valor histórico de un predio con la personalidad moderna de un restaurante. 

Mariana ha desarrollado esta actividad como coordinadora de Arquitectura in House en el grupo Big Mamma, en ciudades como Hamburgo, Londres, Madrid, París y Ámsterdam. Ahora se encuentra en el Perú, donde ve que el campo para desarrollarse como arquitecta en el mundo gastronómico es muy amplio.

¿Qué podrías compartir de tu experiencia en el grupo Big Mamma, en Londres?
Fue muy buena. Londres es una ciudad muy grande y bonita, que ofrece muchas oportunidades. Yo trabajé en Big Mamma, donde adquirí una nueva visión de mi trabajo. Antes había estado en oficinas de arquitectura, pero Big Mamma es un grupo que desarrolla restaurantes, sus propios restaurantes. Entré como coordinadora de Arquitectura in House y considero que fue una experiencia muy rica. No solo me relacioné con arquitectos, sino también con profesionales de distintas carreras y diferentes países. Eso ayuda mucho al momento de iniciar un proyecto.

¿Cómo era el ritmo de trabajo? ¿Se abrían muchos restaurantes nuevos?
Se abría aproximadamente ocho restaurantes al año por todo Europa. Yo he trabajado en proyectos en Hamburgo, Londres, Madrid, París y Ámsterdam. Lo que hacía era evaluar posibles proyectos en diferentes locales y luego seguía el desarrollo con un equipo completo. Además de conocer diferentes culturas y formas de trabajar, he tenido la suerte de viajar a distintas ciudades de Europa para analizar locales potenciales personalmente y no solo desde una visión arquitectónica, sino también operacional. Es decir, era necesario examinar si en el local podía funcionar una cocina de manera eficiente y si el lugar era acogedor para el público. También ha sido muy satisfactorio elegir algunos locales de carácter histórico, importantes para la ciudad, con el fin de rescatar un tipo de arquitectura determinada y combinarla con la personalidad y el concepto que queríamos.

¿Cuál es la personalidad de Big Mamma?
Este grupo tiene una personalidad muy fuerte, excéntrica. Ha sido retador y maravilloso ver cómo al final se ha logrado relacionar la arquitectura local con una marca moderna.

¿Todos los restaurantes tenían una misma línea de arquitectura?
Podríamos decir que los restaurantes son primos: cada uno tiene su propia personalidad, su propio nombre y concepto. 

Ahora que has venido al Perú, ¿cuáles son tus planes?
A mí me encantó trabajar en restaurantes, así que he regresado para llevar a cabo proyectos de este tipo como consultora. Nuestro país tiene una rica gastronomía y excelentes restaurantes, lo que falta es darle un concepto al diseño arquitectónico de los locales. Creo que hay mucho por hacer en ese sentido. Se necesita combinar el conocimiento gastronómico con el diseño. Eso es lo que he venido a hacer y ya me encuentro en conversaciones para llevar a cabo algunos proyectos. Mi trabajo en Europa me ha abierto un camino enfocado en restaurantes y hospitality. Hay mucho por hacer en la parte arquitectónica de varios locales. Hay mucho potencial.

¿Dónde trabajabas antes de irte a Europa?
Trabajé en Metrópolis, una oficina de arquitectura en Lima, del arquitecto José Orrego. Estuve ahí tres años. Hacíamos edificios residenciales, de uso mixto (oficinas y comercio), y casas. De esa época me gustó mucho trabajar directamente con el arquitecto José Orrego, quien nos daba un amplio margen de decisión. Él me motivó a codirigir un proyecto de una casa en San Isidro, una vivienda bifamiliar. Fue un proyecto lindo, porque se exploró una arquitectura muy moderna en una casa muy grande, con muchos ambientes. Fue enriquecedor, porque había que explorar más allá de los ambientes comunes que tiene una vivienda. Traté directamente con el cliente y evalué todos los materiales y la distribución. Me ayudó muchísimo a crecer como profesional y a ganar seguridad.

¿Qué estudios has realizado en el extranjero?
Hace varios años, cuando todavía estudiaba en la Universidad de Lima, me fui a hacer un curso corto de diseño de interior en Milán, en el instituto Marangoni. Tuvo una duración de tres semanas a un mes. Lo llevé con personas de distintas nacionalidades, con quienes creamos espacios para personas con cierto tipo de personalidad y con determinados gustos muy marcados. Nosotros mismos definimos las características de esas personas. Yo elegí el concepto de chicha peruano, con colores neón y letras grandes. Fue muy bonito, además, porque trabajé con muchos materiales que nunca había visto en mi vida. Visitábamos fábricas de distintos proveedores. Fue increíble y muy interesante relacionar unos materiales conocidos para mí con otros. 

¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
A mí me impactó la Universidad de Lima. Antes estuve en otra universidad, pero no me hallé a mí misma. Cuando ingresé a la Ulima, a la Carrera de Arquitectura, que era muy reciente en ese entonces, me sentí muy bien. Me encantó la carrera porque tiene una mirada muy amplia de la arquitectura. Los talleres verticales te permiten ver todo lo que conlleva un proyecto, saber qué cosas —directa o indirectamente— van a relacionarse con el proyecto, para que las puedas tomar en cuenta. Por otro lado, la parte de gestión de proyectos no solo te hace explorar el ámbito del diseño, sino también te enseña a manejar un proyecto, los tiempos, los procesos, a dirigir y coordinar con las personas. Recuerdo que llevé dos cursos de Comunicación que me ayudaron mucho en Big Mamma, porque ahí se trabaja con una marca y es importante hacer que la arquitectura comunique bien todo lo que significa esa marca. En suma, la carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima te hace explorar muchos ámbitos de la arquitectura.

Recuerdo además que participé en el programa de intercambio y me aceptaron en la Universidad La Sapienza de Roma. Fui con una compañera de la Ulima a Roma y nos quedamos allá seis meses. Llevamos los cursos en italiano. Por eso, nueve meses antes de irnos llevé clases de ese idioma. En muchas otras universidades los cursos se dictan en inglés, pero en esta no. Dos cursos fueron un reto en cuanto al idioma. Tenía que grabar las clases para escucharlas nuevamente y entenderlas. Fue una gran experiencia y fue la Universidad de Lima la que me dio la oportunidad de realizar este intercambio. Durante seis meses vimos cómo se desarrolla el programa de arquitectura en otra parte del mundo y el acercamiento que tienen los estudiantes a la hora de hacer un proyecto.