Hamburguesas benditas de las manos de tres graduados Ulima

La pandemia dio lugar a varios emprendimientos en todo el mundo. Unos fueron fugaces, pero otros se mantienen hasta el día de hoy. Entre estos últimos se encuentra Bendita Burger, un negocio enfocado en la venta por delivery de hamburguesas de primera calidad, hechas con asado de tira. Sus fundadores son tres amigos: Diego Calderón, Carlos Lau y Fabrizio Arrús. Ellos se conocieron mientras estudiaban Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima. Ahora sus planes son abrir un local y, más adelante, incursionar en otros rubros gastronómicos.

¿Por qué decidieron emprender?
Carlos: Siempre me gustó la idea del emprendimiento. Para mí, es el motor de desarrollo de un país, la oportunidad de crear puestos de trabajo. Me entusiasma el reto de crear algo desde cero y de poner toda la creatividad y esfuerzo para conseguirlo.

¿Cómo fueron sus inicios?
Diego: Arrancamos en el verano del 2020. En la primera semana de enero de ese año, Carlos fue a ver a su familia a la playa y me propuso visitarlo, porque iría un amigo suyo que es chef a preparar unas recetas. Fui, las probé y me gustaron mucho. Como en la playa donde estaban mis papás la oferta de comida era muy escasa, le propusimos al chef asociarse con nosotros para poner un food truck. Aceptó, pero como tenía mucha demanda en su playa no pudo continuar y nos pusimos a hacer hamburguesas Carlos y yo.

¿Qué tal les salieron?
Diego: Las primeras veces, algunas salían quemadas o crudas, pero como todos los comensales eran amigos de mis papás, nos decían “Está rico”, aunque no era así. Poco a poco encontramos la manera hasta que nos salieron bien. Presentábamos las hamburguesas con papas fritas, pan, queso y cebolla, en una bandeja, listo para comer en unas mesitas. Nosotros mismos preparábamos todo frente a las personas, que nos felicitaban, era genial. Estuvimos así en el verano, hasta que nos cayó la cuarentena por la pandemia de COVID-19. Para entonces, no veíamos posibilidad de replicar el negocio en Lima, pese a que a todo el mundo ya le gustaban nuestras hamburguesas y el servicio que dábamos.

¿Y cómo siguió el negocio fuera de la playa?
Diego: Cuando ocurrió la cuarentena, Carlos trabajaba en una empresa de su familia y yo, en una compañía de aceitunas y aceite de oliva, y en mi caso no aplicaba a la suspensión perfecta. Entonces le propuse a Carlos dedicarnos a esto. Él no podía porque estaba a cargo de una empresa familiar, pero me ofreció su apoyo con la búsqueda de un local y de personal. Después vimos que nos iban a faltar manos y contactamos a Fabrizio, que es nuestro amigo de la Universidad de Lima desde que éramos cachimbos. Era la persona ideal para ordenarnos y aterrizarnos. Conversamos con él, probó los productos y creyó en el proyecto, así que se sumó. 

Fabrizio, ¿qué te pareció la idea de este negocio cuando te la propusieron?
Fabrizio: Cuando los chicos me mostraron el proyecto, quise conocer más del tema. Y cuando probé la hamburguesa en la casa de Diego, me convencí de que tenía que entrar al ruedo. Calculamos la inversión que necesitábamos, invertimos dinero y arrancamos, con una fe bastante rara porque somos tres ingenieros industriales con ninguna experiencia en gastronomía ni en restaurantes. Fue un proceso muy intuitivo y de mucho aprendizaje. El proyecto fue más serio cuando constituimos la empresa y la marca, y empezamos a trabajar con Rappi. Ese fue un paso enorme porque la demanda operativa creció muchísimo. Tuvimos que contratar personal y, en muchos casos, nos vimos sobrepasados de trabajo. En ese entonces, Diego era el único que trabajaba al 100 % en Bendita, mientras que Carlos y yo estábamos en paralelo con otros trabajos muy demandantes. Los dos primeros años fueron así, repartíamos el tiempo entre el proyecto y el trabajo. Fue bastante retador. 

Carlos y Fabrizio, ¿en qué momento determinaron que había llegado la hora de dejar sus trabajos para dedicarse de lleno al emprendimiento?
Fabrizio: A fines del año pasado tuve que tomar la decisión de dejar el mundo corporativo porque iba a asumir una gerencia regional, lo que implicaba viajar mucho y era incompatible con este negocio. A partir de ahí me dediqué al 100 % a las hamburguesas, y no me arrepiento. De aquí en adelante se nos vienen varias cosas que hoy estamos planificando y van a involucrar bastante crecimiento, con proyectos internos y periféricos. Creo que ya hemos pasado lo más difícil. 

Carlos: Yo aún trabajo part-time en la empresa de mi familia. Es una responsabilidad que debo cumplir, pero cada vez le asigno más tiempo a Bendita porque crecemos más y los retos se ponen más interesantes.

¿Quiénes fueron sus primeros clientes?
Fabrizio: Al principio, recolectábamos pedidos de los amigos durante la semana y entregábamos las hamburguesas los viernes y sábados. Nosotros nos encargábamos de la logística, Diego cocinaba, Fabrizio llamaba a las empresas de reparto y yo empacaba, y mandábamos el producto calientito. Todo lo realizábamos en una cocina que habíamos implementado en uno de los locales de Carlos, una cocina oculta. Poco a poco nos comenzó a ir mejor, cada vez vendíamos más, así que ampliamos los días de entrega a los viernes. Luego incluimos el jueves, hasta que comenzamos a ver que necesitábamos contratar gente. Entonces el negocio se volvía una realidad. Nos contactamos con Rappi, contratamos a dos personas más y abrimos todos los días.

¿Qué dificultades encontraron en los inicios?
Carlos: Al comienzo todo es difícil, desde buscar un nombre, llegar al logo y encontrar personal hasta conseguir tus primeros clientes. Nosotros no veníamos del mundo gastronómico, así que todo era nuevo y muchas cosas lo son todavía.

Diego: Ponerle un nombre al negocio fue complicado. Nosotros pensamos en algo así como “Capitán asado y su gato gordo”, pero la agencia que nos ayudó nos dijo que era muy largo y nos propuso “Las Benditas”, nombre que no nos gustó, aunque finalmente quedó como Bendita Burger. 

¿Qué tipos de hamburguesas vendían en ese momento y cuáles venden hoy?
Fabrizio: Siempre hemos seguido una misma línea: hamburguesas de asado de tira de 150 gramos. Nuestra clásica es La Bendita, que viene con cebolla caramelizada y queso cheddar, salsa de mayonesa y la salsa Bendita, con pan brioche prémium. Nos ha ido muy bien con el estilo clásico de hamburguesas, pero además tenemos otros tipos y hemos desarrollado otros sándwiches, como el Pullet Pork, que es con chancho cocinado por ocho horas al cilindro y cuatro horas más en la olla. Ese es mi favorito. Además, nos hemos reunido con personas que tienen costumbres veganas y hemos sacado productos para ellos. Ese es un nicho muy importante para nosotros ahora.

¿Qué canales usan actualmente para vender?
Fabrizio: Tenemos tres canales de ventas. Uno es el delivery por aplicativo. Estamos en Rappi y en PedidosYa, y tenemos una página web por la que también se hacen pedidos. Otro canal son los eventos, que son muy importantes para nosotros porque son más efectivos que una campaña de marketing. Un tercer canal son los food trucks. Estuvimos en Punta Hermosa, en un espacio llamado La Curva, que es un patio gastronómico de food trucks. Ese fue nuestro primer paso de atención al público con un local, aunque sea itinerante, y ese mismo food truck está hoy dentro de la Universidad de Lima. Estamos felices de estar en la Universidad. Es algo que nos ha sacado un poco del esquema del mercado y nos ha ayudado a explorar. Nos sentimos muy contentos de que nos hayan dado esa oportunidad.

Diego: La oportunidad en la Universidad de Lima es un hito, porque es nuestra alma mater. Los tres estudiamos ahí Ingeniería Industrial, y queremos que los chicos sepan que la mejor hamburguesa de Lima está en la Universidad de Lima.

¿El elemento diferenciador de Bendita Burger es la calidad?
Carlos: La calidad de nuestro producto es buenísima. No solo por la receta o el sabor, sino por el esfuerzo que hacemos en la cocina y el empacado para que llegue al cliente lo más caliente posible. Hay competidores que tienen productos extraordinarios, pero que pierden mucha calidad en el delivery. Creo que nosotros tenemos un punto muy fuerte ahí. Es algo que los clientes siempre resaltan. 

Fabrizio: Además, ya estamos por lo menos entre las diez hamburgueserías top de Lima, y las otras nueve tienen un respaldo económico de grupos enormes o tienen detrás a un chef famoso.

Eso quiere decir que ya son reconocidos en el mercado.
Diego: Nos reconocen por ofrecer un producto top. Nuestra hamburguesa es muy buena, nuestras papas —para mí— son las mejores, y nuestra salsa no se queda atrás. Los clientes dicen: “Voy a Bendita porque sé que todo es rico”. Muchos usan papas importadas, nosotros usamos papas peruanas, y hemos tenido los mejores resultados.

¿Cuándo creen que podrán abrir una tienda física?
Fabrizio: Sería precipitado decirlo. Yo esperaría cerrar este año con una tienda física, pero hay temas de inversión y de tiempo que nos detienen. En todo caso, la fecha límite para abrir una tienda sería abril del año que viene. Con un local podremos servir la hamburguesa calientita, la gente podrá comer sentada en una mesa y la hamburguesa saldría directamente de la cocina al plato. Nosotros hemos tenido que ingeniar la manera de que nuestro proceso de producción y de empacado haga que el producto mantenga su calidad —después de más de media hora de delivery— y se encuentre lo mejor, lo más caliente y lo más crocante posible. En eso hemos invertido tiempo y dinero, pero es necesario porque para crecer tenemos que competir de igual a igual. 

Aparte de Bendita, ¿en qué empresas han trabajado y qué cosas han hecho?
Carlos: Yo trabajé en 3M, en la división de Salud. Luego pasé a L’Oréal, la empresa francesa de cosméticos. Y al final trabajé con mi padre en el rubro automotor y logístico.

Diego: Mi primera práctica fue en Belcorp, en el área de Ventas. De ahí, pasé a hacer un trainee en Beiersdorf, el laboratorio de Nivea y Eucerin. Allí veía el canal tradicional. Luego estuve en el BCP y más adelante en una empresa de gas natural donde veíamos el transporte de GLP y GNV desde una planta de gas natural hacia diferentes plantas más pequeñas. Eso me gustó mucho, porque me interesa el tema de procesos y viajaba constantemente a supervisar las plantas. De allí me llamaron de Enerverde, donde trabajábamos proyectos de electrificación rural con gobiernos regionales. Me sentía muy a gusto en este trabajo, porque viajaba todos los meses a la selva, hablaba mucho con los pobladores y les ayudábamos a tostar café para que tengan más ingresos. Después, asumí la gerencia comercial en una empresa de aceitunas y de aceites de oliva, que fue el último cargo en el que estuve hasta que llegó la pandemia.

Fabrizio: Yo empecé en marketing, en una empresa chilena de productos de limpieza y de menaje. Luego entré a Interbank, donde trabajé primero en Operaciones y luego en Proyectos. A continuación, estuve en un Working Holiday en Nueva Zelanda. Trabajé en diferentes cosas, viajé bastante y conocí a mucha gente, fue una experiencia bastante bonita. Después estuve en una empresa chilena de recursos humanos y marketing. Empecé en el área comercial y escalé hasta tener la gerencia de negocio del Perú, que era comercial y de operaciones. Eso fue hasta el año pasado que recibí la oferta de cambiarme a otra empresa, pero en el mismo rubro, a una posición mucho más alta y de mayor responsabilidad. Me reuní con el dueño de la filial de Sudamérica, quien me preguntó si podía dejar mis proyectos. Tuve cinco minutos para pensarlo y dije que no. Ahora estoy aquí y no me arrepiento en lo absoluto. Diego estudia para ser chef, ya que él se encarga de la operación de alimentos, lo que le aporta muchísimo valor a la marca. Él se ocupa de que todos los productos estén bien y la receta sea óptima, y ve todos los procesos en la cocina con el mismo personal de cocina, todo lo que se refleja, en gran parte, en el éxito de la marca. Además de Bendita, trabajo como independiente en la organización de ferias corporativas comerciales. 

Diego, ¿has encontrado una nueva vocación en la cocina?
Diego: Yo soy muy crítico con la comida y los sabores. Ingeniería Industrial es una carrera que te da una noción de todo. Me considero una persona culta gracias a la ingeniería. Mis hermanos, mi prima y mi tío son ingenieros industriales de la Ulima y a todos les va muy bien. Ahora a mí también me va muy bien. La Universidad fue clave para mí. Pero quiero complementar mis conocimientos con gastronomía y aportar más al negocio.

¿Cómo ven su negocio en el futuro? 
Carlos: Queremos expandirlo con puntos de atención al cliente y, además, incursionar en nuevos rubros gastronómicos, como la comida saludable. Algún día nos gustaría probar suerte en otros países. 

Fabrizio: Con este negocio te puedes dar cuenta de la versatilidad a la que puedes llegar tras estudiar una carrera como Ingeniería Industrial. Los alumnos Ulima deben saber, primero, que la Universidad es un muy buen lugar para conseguir socios y, segundo, que existen posibilidades de emprender en lo que sea. Está muy de moda la tecnología, las startups tecnológicas, pero a veces los emprendedores se olvidan de lo más tradicional. En un mercado tan tugurizado como el de las hamburguesas hemos sabido hacernos espacio. Creo que ese es un mensaje motivacional para los estudiantes.

¿Cómo les fue en la Universidad de Lima?
Fabrizio: Muy bien. Estudiar la Carrera de Ingeniería Industrial no es fácil, demanda bastante esfuerzo, es un reto. Cuando ves los cursos de la carrera, te das cuenta de que no todos van a pasar, pero eso te hace más fuerte y empiezas a ver todo desde muchos ángulos. A los industriales nos caracteriza la versatilidad.

Carlos: Yo disfruté mucho la Universidad. Creo que la Ulima nos dio un balance entre vida académica y vida social. Aplico los conocimientos adquiridos diariamente en el negocio. Una cocina es como una pequeña fábrica, solo que más dinámica, desde mi punto de vista. Y el capital social que reunimos en nuestro paso por la Universidad nos abre muchas puertas. Es un privilegio haber estudiado en la Universidad de Lima.

Diego: La carrera me pareció muy completa, difícil en ciertas cosas, pero en general me pareció muy buena, y el ambiente en el que estábamos también era muy bueno. En general, creo que elegí bien mi carrera, y así como ahora estudio para ser chef, mañana puedo estudiar otra cosa.