Solo por diversión, Ignacio Schwalb comenzó a hacer cerveza con sus amigos Diego Rodríguez y Juan Diego Vásquez en su propia casa. Cuando a otras personas que la probaron les gustó, se dieron cuenta de que tenían entre manos una oportunidad de negocio. Así, nació Barbarian, en el 2009, marca de cerveza artesanal que ganó la medalla de oro en la Copa Internacional de Cervezas celebrada en Costa Rica en el 2019, además de otros premios dentro del Perú.
Actualmente, Barbarian pertenece a AB InBev. Ignacio y sus socios ya no se dedican a la producción, pero tienen nueve bares llamados BarBarian Bar, que inauguraron antes de vender su marca. Ahora, además, Ignacio ha abierto una panadería, Pan&Co, con la que abastece de pan a Barbarian y otros negocios.
Él es ingeniero industrial por la Universidad de Lima, y este 20 abril volverá a su alma mater para participar como speaker en el evento Executive Summit.
¿Qué distingue a los locales de BarBarian Bar?
Uno de los elementos distintivos de nuestra marca de cerveza era la imagen que proyectábamos. Abrir el primer bar nos ayudó a darle una cara y una imagen concreta a la marca. Las paredes están decoradas con graffitis y son de ladrillo rococho, que tiene partes oscuras, lo que les da un aspecto underground. Además, siempre suena rock en el local, el personal que atiende es joven y amigable, sin ser excesivamente extrovertido, y nos esforzamos por servir la cerveza de la mejor manera posible. Los barriles llegan directamente de la planta a un cuarto refrigerado. Los vasos en los que se sirve la cerveza se lavan con detergente neutro para evitar cualquier olor que pueda afectar el sabor del producto. Nuestro objetivo es hacer que la cerveza llegue a la mesa del cliente de la manera más fresca. Todo esto contribuye a la imagen de marca que buscamos: calidad con un toque rebelde.
¿Cuáles son los hitos más relevantes que han marcado la trayectoria de este emprendimiento?
Hemos pasado por varios hitos significativos. Hacíamos cerveza como un pasatiempo en enero de 2009 y vendimos nuestro primer producto el 19 de noviembre del 2011, lo que significó nuestro lanzamiento oficial al mercado. A partir de entonces, trabajamos arduamente. En el 2013, nos mudamos a una planta más grande en Huachipa y, en el 2016, abrimos nuestro primer bar en Miraflores. Al año siguiente, abrimos otro en Barranco y, luego, en el 2019, uno más en el Jockey Plaza. Vendimos la cervecería a mediados de ese mismo año y abrimos un bar en Yoy, un parque de contenedores. También, inauguramos un local en Arequipa con un formato diferente. En enero del 2020, justo antes de la pandemia, abrimos nuestro local más grande hasta la fecha.
¿Cómo lograron sobrellevar la pandemia?
El negocio de los bares fue uno de los más afectados. Mientras los restaurantes abrieron con un horario limitado, los bares no pudieron hacer lo mismo, porque a la hora que se debía cerrar, nosotros empezábamos a recibir más clientes. El cierre temprano y las restricciones de capacidad han cambiado los hábitos de consumo de la gente hasta el día de hoy. Tratamos de hacer delivery, pero nos dimos cuenta de que nuestro negocio es más vivencial. A las personas les gusta estar en el local cara a cara con sus amigos, pedir cerveza, conversar, escuchar música y no lavar ni un plato (risas). Pero aprendimos a ser más eficientes en los costos y a cuidar cada detalle de nuestros egresos, de nuestros gastos. Tuvimos que solicitar el crédito de Reactiva y después pagarlo, como muchos negocios.
¿Qué lecciones has aprendido en este largo camino del emprendimiento, en las diferentes etapas del negocio?
Creo que una lección fundamental es la importancia de la marca. Es uno de los pilares esenciales del negocio. Incluso si vendes clavos, es tu nombre, tu reputación y lo que genera confianza en la gente. Si vendes clavos bajo la marca "Pepito" y las personas se dan cuenta de que son buenos, cuando saques tornillos, los consumidores asociarán la calidad de los clavos con tus productos nuevos. Aunque nuestra cerveza sea más cara y haya otras excelentes en el mercado, tener una marca sólida nos ha ayudado a diferenciarnos y generar confianza en nuestros clientes. Mantener un estándar de calidad constante ha sido clave para nosotros. Además, trabajar en la marca y tener un equipo que la respalde es esencial.
¿Cuán importante es adaptarse a los cambios en el mundo empresarial?
Es un tema fundamental. El hecho de decidir vender la marca supuso un cambio enorme. Era algo que no buscábamos, pero cuando lo evaluamos nos pareció que tenía mucho sentido, porque de esa manera podíamos enfocarnos en los bares, que estaban en crecimiento y queríamos gestionar. Dedicarnos a los bares fue nuestra forma de adaptarnos al cambio. Luego, vino la pandemia y afrontamos otro grupo de retos, pero finalmente todo lo que hemos experimentado nos ha hecho un poco más fuertes. Si hemos resistido una pandemia, tenemos el valor para resistir cualquier cosa.
¿Recibiste algún tipo de formación para elaborar cerveza?
Aprendimos todo de manera autodidacta. Investigamos mucho en internet y YouTube, y leímos muchísimo. Leímos un libro entero dedicado al agua para cervezas, otro que hablaba únicamente sobre el lúpulo, otros de cerveza casera, etcétera. Conocimos a mucha gente y poco a poco contratamos personal. También, llevamos un curso para ser jueces de cerveza, lo que nos ayudó a evaluar la calidad de nuestro producto para mejorarlo.
Además, tienes un negocio de pan. ¿Por qué ingresaste a este rubro?
Comenzamos con la panadería hace poco más de un año, porque nos dimos cuenta de que en los bares consumimos muchos panes. Entonces, estábamos entre comprar un horno para hacerlos en nuestro centro de producción de los bares o abrir una panadería donde producirlos no solo para Barbarian, sino también para otros clientes. Tomamos la decisión con uno de mis socios y compramos una panadería ubicada en Surquillo. Además, acabamos de abrir la atención al público. Uno de nuestros clientes principales es Barbarian, pero también tenemos otros. Nos centramos en B2B y más en panes para hamburguesa, aunque en la tienda tenemos otros un poco más comunes.
¿Cuál fue tu trayectoria laboral antes de emprender en el negocio de la cerveza?
Antes de incursionar en el mundo de la cerveza, realicé prácticas preprofesionales en Alemania durante seis meses, en una planta que produce maquinaria pesada para la construcción de carreteras. Después de regresar, comencé a hacer prácticas en una empresa que importaba esas marcas a Perú, donde también trabajé. Posteriormente, me uní a Cummins, una compañía que vende grupos electrógenos, inicialmente en el área de marketing y luego en ventas.
Después, pasé a Siemens, donde también me desempeñé en ventas. Tenía una buena proyección de carrera, pero dividía mi tiempo entre mi trabajo y mi pasión por la cerveza. Finalmente, tomé la decisión de dejar mi empleo fijo para dedicarme al emprendimiento al 100 %, lo que resultó fructífero, ya que nos ha ido bastante bien con la cerveza. Era algo que me encantaba hacer y, aunque mi papel y responsabilidades dentro de la empresa han cambiado, me siento muy satisfecho con lo que hemos conseguido.
El 20 de abril participarás en el Executive Summit, evento que organiza la Universidad de Lima. ¿Podrías comentar qué tema vas a tratar?
Vamos a conversar de varias cosas y relataré mi experiencia como emprendedor, lo que es muy útil para los jóvenes, porque a veces, cuando comienzas la carrera, no tienes muy claro qué camino seguir. Voy a estar junto con dos colegas, Ana Romero, emprendedora y fundadora de Marca Power, y Carolina Ávila, Beyond Core Marketing Head en Backus. Los tres somos exalumnos de la Universidad de Lima.
¿Cómo fue tu experiencia universitaria en general y todas tus vivencias en la Universidad de Lima?
Me gustó mucho. Disfruté las ramas de programación, diseño y marketing dentro de mi carrera de Ingeniería Industrial, así como los diferentes cursos que tomé. He utilizado todos los conocimientos adquiridos durante la Carrera de Ingeniería Industrial en mi emprendimiento, porque he realizado tanto tareas administrativas como operativas. Esa versatilidad es lo interesante de una carrera como la que estudié. Es muy variado todo lo que un ingeniero industrial puede hacer.
Además, formé parte del equipo de rugby de la Universidad y salimos campeones en el 2006. Esa experiencia me ayudó mucho a conseguir disciplina, además de que es un deporte que aprecio y que me dio la oportunidad de hacer muchos amigos de diferentes carreras. De hecho, uno de mis mejores amigos del equipo de rugby es abogado y actualmente vive en Francia.