“El reto, hoy, es la transición hacia la electromovilidad”

Para Alejandro Ruiz de Somocurcio, el windsurf le ha ayudado a forjar carácter y disciplina, y a tomar decisiones bajo presión. Confiesa que el deporte en el mar es una de sus pasiones y una práctica que realiza desde los ocho años. La otra de sus pasiones son los autos. Por eso, se siente bien con su trabajo en el sector automotor, y sigue de cerca la revolución tecnológica que implica el cambio a la electromovilidad y los sistemas de infoentretenimiento. Sus estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima lo han preparado para afrontar los retos y las novedades que le depara el futuro. Actualmente, trabaja como gerente comercial de las marcas premium en Automotores Gildemeister.

¿Podrías comentar cuál es tu experiencia en el sector automotor?
Trabajo en Gildemeister, que es representante de Volvo, prácticamente desde que inicié mi carrera. Empecé en el año 2009 como ejecutivo de las marcas Volvo, Land Rover y Ford. Después, pasé a ver proyectos como la introducción de Mini y las motocicletas BMW Motorrad en el Perú. Luego volví a tomar Volvo y Land Rover. Más adelante, estuve a cargo del lanzamiento de Jaguar y, hoy, me ocupo de la división de vehículos prémium del grupo, como Jaguar, Land Rover y Volvo.

¿Cuáles son tus labores como gerente de Negocios de estas marcas? 
Me encargo del desarrollo comercial, de la venta de vehículos nuevos. Me involucro desde el proceso de importación, y trato con los fabricantes y con el cliente final. En el caso de Volvo, interactúo con el concesionario que se ubica en Arequipa, además de los equipos internos, las áreas de Contabilidad, de Marketing, de Comercio Exterior, etc. Aparte, vemos la posventa con los talleres propios.

¿Qué características tienen las ventas en el segmento prémium? 
La atención es muy exigente, sin duda, pero el reto más importante que afrontamos este año es, sobre todo, la transición hacia la electromovilidad. Particularmente, con Volvo, tenemos un papel protagónico en cuanto a abrir el mercado hacia el futuro de la movilidad.

¿Cómo será ese futuro?
Definitivamente, hemos llegado a un punto de quiebre con el motor de combustión y hoy estamos ante una transición de la que dos de las marcas que represento ya tienen fechas límite. En el caso de Volvo, apuntamos, globalmente, a que la marca sea 100 % eléctrica para el año 2030. En el Perú, nos proyectamos a que el próximo año el 100 % de nuestros vehículos sean híbridos enchufables. Para que sean eléctricos 100 % va a pasar un poco más de tiempo.

Eso demanda instalar estaciones de carga en la carretera y en diferentes lugares.
Eso es, precisamente, lo que falta en el país. Se requiere también un proyecto de ley que otorgue incentivos a la compra de vehículos de este tipo, para que esto despegue. Eso ayudaría mucho a que se puedan vender autos eléctricos por debajo de USD 30 000. En Colombia, por ejemplo, estos vehículos alcanzan cerca del 10 % de las ventas, y en países más avanzados, como Noruega, ya representa a la gran mayoría de vehículos. Un auto eléctrico es más simple de producir, porque tiene mucho menos piezas, pero es más costoso porque la demanda es más grande que la capacidad de producción de las baterías. Estamos en un periodo de transición, como dije. Probablemente, dentro de siete años el precio de un vehículo eléctrico se equipare o esté por debajo del costo de uno a combustión. Pero, repito, por ahora se necesitan incentivos del gobierno para cubrir esa diferencia, como sucede en otros países.

El mantenimiento de los autos eléctricos es muy sencillo, ¿verdad?
Sí, los mantenimientos son mínimos, se hacen cada dos años o cada 30 000 kilómetros, y, más que nada, es una supervisión. Se cambian los filtros del aire acondicionado y las plumillas, pero prácticamente desaparece el cambio de aceite y otros. Incluso el uso de los frenos se reduce significativamente, porque el vehículo no usa los frenos para frenar, sino para poner el mismo motor en ciclo inverso. Definitivamente, habrá una revolución en la posventa, cuando el parque automotor tenga más vehículos eléctricos. 

¿Es posible que un auto a combustión se convierta en eléctrico? 
Hay gente que los convierte, pero no es recomendable. Por un lado, la tecnología de seguridad ha avanzado mucho y, al hacer eso, nos quedamos con un parque más antiguo y con autos menos seguros. Si comparamos un auto de los años ochenta con uno de los noventa o los dos mil, veremos que los avances de seguridad han sido muy importantes, no solo en beneficio del conductor, sino también de terceros. Por otra parte, hay un tema muy importante en cuanto a seguridad. Los autos eléctricos operan con baterías de alto voltaje. Los nuestros, por ejemplo, operan más o menos con 400 voltios. Invertimos mucho en formar a técnicos especializados y en equipos especiales para que el mantenimiento se realice de forma segura. Pero en un país tan informal como el nuestro, si uno abre la puerta a la adaptación de autos, se genera un riesgo para las personas que manipulen esos autos y para quienes los operen. Un cable mal aislado de 400 voltios implica un riesgo enorme. 

Aparte de este tema, ¿dirías que el infoentretenimiento se ha vuelto un criterio de compra muy importante? 
Sí, ese tema es muy fuerte ahora. Como dijo el CEO de Volvo: “Los autos hoy están más definidos por el ‘software’ que por el ‘hardware’”. En nuestro caso, Volvo tiene una alianza con Google, de manera que nuestros carros vienen con un sistema Google nativo, lo que permite varias cosas interesantes. Por ejemplo, contamos con Google Assistant, que es el equivalente a Alexa o Siri, y se maneja desde el mismo auto. Eso significa que mientras conduces puedes tener agenda y recordatorios, o prender o apagar las luces de tu casa o la cafetera, todo con control de voz. Al mismo tiempo, el auto puede recibir actualizaciones de forma constante sin necesidad de ir al taller. Nuestros modelos vienen con una tecnología que le permite al usuario actualizar el sistema de su auto, y no solo el sistema de entretenimiento, sino también la administración de energía. Simplemente, se conecta a internet y descarga el software en el auto. 

¿Cuáles son los proyectos o temas más interesantes que te ha tocado desarrollar en tu vida profesional?
Definitivamente, el lanzamiento de nuevas marcas es un reto interesante siempre. Me ha tocado lanzar marcas que hoy se desarrollan en el país, como Mini y Jaguar. En el presente, el cambio hacia la electromovilidad es, sin duda, uno de los temas más emocionantes de mi carrera.

¿Dónde trabajabas antes del sector automotor? 
En un negocio familiar completamente diferente al rubro al que me dedico hoy. Se trataba de confecciones y estuve por un periodo muy corto. Prácticamente, toda mi carrera lo he hecho en el mundo automotriz, que es una pasión para mí, un tema que siempre me interesó. 

Aparte de lo laboral, ¿hay alguna actividad especial que ocupe tu tiempo? 
Precisamente, otra de las pasiones que tengo, y a la que le atribuyo parte de mi éxito, es el deporte, sobre todo el que se realiza en el mar. Siempre he practicado y competido en vela, en el deporte de windsurf, que se realiza en una tabla con una vela. Creo que esta disciplina me ha ayudado mucho a forjar mi carácter, porque te enfrenta a situaciones que cambian día a día, momento a momento. Uno debe luchar contra el viento y contra la marea. Hay un dicho que me gusta: “Con un mar tranquilo, nunca se es buen navegante”. Este deporte me ayudó a forjar disciplina, a adaptarme rápidamente a las situaciones y a tomar decisiones bajo presión. Además, me ha llevado a competir internacionalmente en representación del país. La Universidad me dio facilidades para continuar esta práctica. Recuerdo mucho que competí en un sudamericano, en el extranjero, y que los profesores me permitieron dar mis exámenes como rezagado. En la Universidad, entré al equipo de atletismo. Yo lanzaba jabalina. A mí me encanta el deporte, en general, pero no llegué a competir en representación de la Ulima, porque mi deporte competitivo es el windsurf. Practico vela desde los ocho años y el windsurf desde los quince.

En cuanto a tu experiencia en la Universidad de Lima, ¿qué podrías comentar al respecto? 
Estoy muy agradecido con la Universidad de Lima y con la formación que recibí, sobre todo porque la Carrera de Ingeniería Industrial me dio una amplia perspectiva para tratar un tema desde distintos puntos. Si tuviera que elegir nuevamente un lugar donde estudiar mi carrera, tomaría la misma decisión, mil veces. Por el lado académico, creo que recibí una muy buena preparación. Todos los cursos me ayudaron a desarrollar una forma de pensar para abordar los problemas, desde Contabilidad hasta los cursos más técnicos, como Mecánica de Materiales o los cursos de diseño. Creo que he utilizado prácticamente todos los cursos, de una u otra forma. Tuve muy buenos profesores y un gran grupo de amigos que se apoyaba de forma constante y que todavía se frecuenta. Siempre he tenido la sensación de que la Universidad de Lima es como un ser vivo, siempre la he visto crecer y mejorar. La Universidad a la que yo entré no fue la misma de la que salí ni es la misma a la de hoy. Siempre hemos contado con la mejor infraestructura y con profesores de primera. En la Carrera de Ingeniería Industrial llevaba un espectro de cursos muy importante y desarrollamos una visión 360 grados para abordar los negocios. Como dije, estoy muy agradecido con la Universidad por lo que aprendí académicamente y por la gente con la que compartí, mis compañeros y profesores.