Tras estudiar Contabilidad en la Universidad de Lima, Mayerling Zambrano se especializó en el sector mineroenergético. Ha trabajado en empresas auditoras de la talla de PwC y KPMG, y hoy es assurance partner en EY Perú, donde se convirtió en la primera mujer socia del área de Auditoría. Este hecho la ha motivado a generar nuevas líderes especializadas en minería, petróleo y energía, a través de su participación en varios gremios de mujeres ejecutivas que fomentan entornos más inclusivos. Asimismo, se esfuerza por mantener un clima de valores, propiciar el espíritu de innovación en los jóvenes profesionales y fomentar nuevas líderes en el sector minero.
¿Cuánto tiempo tienes trabajando en EY?
Ingresé en el 2014. En ese momento, el mundo estaba en pleno boom económico y el Perú avanzaba en la misma dirección. EY estaba inmerso en un gran proceso de crecimiento y tenía mucho foco en el sector mineroenergético, en el cual me he especializado desde que salí de la Universidad de Lima. Por esa razón me contactaron y me invitaron a participar como socia de Auditoría.
¿Había muchas socias en aquel entonces?
No. Me convertí en la primera mujer socia de Auditoría en EY. Tradicionalmente, en esta carrera había muchos socios hombres. Pero el mundo ha ido cambiando y la mujer se va empoderando. En EY se apuesta por la diversidad de género y tenemos casi un 60% de mujeres en Auditoría actualmente.
¿Cómo ha sido tu carrera laboral?
Tengo 26 años trabajando en consultoría y auditoría. Por motivos de trabajo, he vivido en Chile y en Estados Unidos, siempre en firmas transnacionales, enfocada en el mismo sector. He trabajado principalmente en tres firmas de auditoría. Estuve casi 16 años en PwC, en Chile y en el Perú. Después, me convocó KPMG para formar el área de Energía y Recursos Naturales en el área de Servicios de Auditoría. Estuve ahí casi cinco años. Luego recibí el llamado de EY, donde me encuentro desde hace ocho años. En este tipo de compañías Big Four uno comienza recién salido de la universidad generalmente, y en la medida en que asciende pasa por varias etapas: desde asistente, sénior, supervisor, director, hasta socio o accionista de la empresa.
¿Qué retos te planteas en el día a día?
Como consultora y auditora, los resumiría en tres. El primero es ejercitar constantemente el músculo de la innovación. La consultoría y auditoría han dado pasos gigantes en el procesamiento, automatización y análisis de datos, para crear valor para las empresas frente a los riesgos más complejos que se dan en un ambiente tan dinámico como el actual. Con el tiempo, nos hemos ido transformando de una forma muy disruptiva en el mundo de la auditoría, para innovar y volvernos muy tecnológicos. Todo lo manejamos a través de sistemas, y así revisamos la data completa de una empresa. Antes hacíamos revisiones selectivas de documentos, hoy es posible revisar el 100% de la información, con mayor escrutinio. El segundo reto es el trabajo en equipo con los millennials y las nuevas generaciones. Es muy desafiante adaptarnos a sus necesidades para generar valor en su vida profesional. Esta nueva generación ya no necesita planes de carrera, como era en mi época, ellos quieren planes a medida. Tienen otra forma de ver la vida y no permanecen tanto tiempo en una compañía. En el mundo de las Big Four, por tradición, los colaboradores trabajaban toda su vida en la misma compañía, lo que es difícil de creer para los millennials. Entonces, trabajar con ellos implica saber que no se van a quedar más de cuatro años, y hay que desarrollar su potencial y mantenerlos motivados durante ese tiempo. El tercer reto es gestionar adecuadamente las emociones en el día a día. Para un líder, ello implica mantener la motivación del equipo, incluso en situaciones complejas o de mucha presión, saber cómo actuar frente a los problemas –de forma racional– para autogestionar buenos resultados. Además de la formación profesional, los líderes deben focalizarse en entender y procesar sus propias emociones para ser líderes exitosos.
¿Qué otros temas te preocupan sobre el desarrollo de los jóvenes profesionales?
Las crisis económicas y sanitarias han transformado abruptamente la forma de actuar, trabajar y pensar, y han modificado radicalmente las normas y las interacciones sociales. Los jóvenes profesionales actualmente viven hiperconectados, consumen información que les llega abruptamente en sus dispositivos móviles, lo que a veces genera una corriente de desinformación que los puede llevar a tomar decisiones equivocadas. En ese contexto, me preocupa cómo los jóvenes se pueden formar como futuros profesionales con valores correctos y una adecuada ética profesional. Por ello, al trabajar con jóvenes que empiezan sus carreras desde los últimos años de universidad (a los 20 o 21 años, en promedio), como líderes debemos mostrar un comportamiento de altos valores éticos. Somos auditores y el trabajo que hacemos consiste en otorgar una certificación. Entonces, el apetito de riesgo tiene que ser muy bajo y las normas éticas tienen que ser muy altas.
Has mencionado la transformación digital. Ese ha sido un tema muy importante durante la pandemia, pero ustedes lo venían trabajando desde antes…
Sí, nosotros empezamos la transformación digital hace cinco años, y con eso la auditoría empezó a cambiar drásticamente. En EY se han hecho grandes inversiones para crear softwares a medida, que usamos para gestionar y analizar la data de los clientes para una mejor toma de decisiones. Hace tres años, tuve la oportunidad de estar en EY Londres, donde ya existen robots con inteligencia artificial que asisten a los equipos de auditoría para el procesamiento de la Big Data. La automatización es parte de la contabilidad y la auditoría, y, como profesionales, debemos tener mucha flexibilidad para adaptarnos a los cambios.
¿Qué es lo que más valoras de la empresa y de tu trabajo?
De mi trabajo, valoro mucho el poder conocer todo el tiempo a nuevos profesionales; es muy dinámica la interacción regional en EY, por el reclutamiento permanente de jóvenes profesionales. Aprendo todo el tiempo de estos nuevos equipos, me energiza su pasión por la excelencia en la calidad del trabajo que hacen y su alto grado de compromiso. Valoro también conocer muchas industrias, nuevos sistemas, nuevos negocios, diferentes tipos de ejecutivos y de liderazgos, que me permiten estar en continuo aprendizaje y cambiar, para poder generar soluciones adecuadas para mis clientes.
¿Cómo orientaste tu carrera hacia el mundo de la auditoría?
Comencé estudiando Economía en la Universidad de Lima, pero cuando terminé Estudios Generales sentí que no era lo mío y empecé a investigar sobre contabilidad. Me entrevisté con algunos profesionales contables y me gustó entender cómo las empresas basan sus decisiones clave en la contabilidad. Además, es una de las profesiones más antiguas y la información que provee es una herramienta básica. Entonces me cambié a Contabilidad.
¿Dirías ahora que fue una buena decisión?
Definitivamente, sí. Contabilidad es una carrera muy grata. Me ha permitido estar en muchos países, conocer a gente de diferentes partes del mundo, reinventarme. He pasado de ser consultora a trabajar en el área técnica y ser nuevamente auditora. He podido ver temas de innovación, de control interno, de negocios en las empresas; he realizado labores muy diversas, he tenido muchas oportunidades. Considero que tengo una carrera muy dinámica. Cada firma en la que he trabajado me ha dado las herramientas para crecer como profesional y desarrollar algún producto, alguna estrategia, un área técnica, etcétera. Mi experiencia me ha permitido también ser docente universitaria.
¿Qué te gustó de trabajar en Chile?
A diferencia del Perú, cuando trabajé en Chile me di cuenta de que la oficina estaba conformada por un 50% de personas europeas y norteamericanas. Era una oficina muy cosmopolita, muy diferente de mi oficina en el Perú. Noté que un contador de Escocia, de Alemania o de Washington hacía lo mismo que nosotros en el Perú. La forma de auditar es universal; sin embargo, aprendí de ellos a gestionar la auditoría de forma más eficiente y a ser muy ambiciosa en mis metas profesionales. En el Perú, todos los auditores somos contadores; en cambio, mis colegas de otros países eran ingenieros químicos, matemáticos, ingenieros civiles, etc. En Europa, luego de tu profesión, puedes estudiar contabilidad por un año, como parte de tu formación para entrar a las Big Four, y empiezas a trabajar como auditor. Las mentalidades son muy versátiles y me pareció muy rico trabajar con equipos multidisciplinarios; por ejemplo, con un ingeniero químico que había aprendido contabilidad y que miraba esta disciplina de otra forma. Me di cuenta de que la contabilidad es una profesión versátil, inagotable en conocimiento, y que nunca va a dejar de estar vigente, siempre estará en continua transformación hacia un modo más digital, a diferencia de otras profesiones que, en los siguientes cinco años, dejarán de existir debido al cambio tecnológico.
Por último, ¿cómo te fue en la Universidad de Lima?
Mi alma mater siempre forma parte de mis grandes y gratos recuerdos. Hace cinco años, me invitaron a una ceremonia como alumna honorífica de la Carrera de Contabilidad y me dieron un premio. Fue muy gratificante ese reconocimiento. Recuerdo que en mi época de estudiante, nuestras promociones estaban constituidas por 40 alumnos por aula; sin embargo, había mucha unión y camaradería, generamos muy buenas amistades, que se mantienen actualmente y han sido una muy buena base para expandir mi networking profesional, porque todo el tiempo encuentro a mis antiguos compañeros Ulima, pero en calidad de clientes. Son profesionales exitosos, generalmente de grandes transnacionales. Un legado muy importante que me dio la Universidad en mi formación es la ética profesional. Recuerdo a profesores muy correctos, honestos y con mucha experiencia profesional. La Ulima me dio las bases para convertirme en una buena profesional; siempre he sido una buena embajadora de mi alma mater y llevo en mi educación el linaje que me dieron mis años de estudiante en la Universidad de Lima.