13 de Septiembre de 2024

Plataforma digital se propone democratizar las inversiones

Trii es una plataforma digital que incluye cada vez más a nuevos clientes en el mundo de las inversiones en Latinoamérica. Diego Torres Estrada, ingeniero industrial por la Universidad de Lima, la confundó en el 2021, después de tener una experiencia muy enriquecedora en el ecosistema de emprendimiento colombiano.

Su motivación surgió por un deseo de simplificar el proceso de inversión para aquellas personas sin conocimientos previos en este tema. Ahora, Trii es una herramienta accesible y segura para quienes buscan oportunidades en el mercado bursátil.

¿Cuál es la historia de la fundación de Trii?
Trabajaba en consultoría, en McKinsey, desde el 2018. En el 2019, me asignaron un proyecto en Rappi, en Bogotá, Colombia. Esa fue mi primera experiencia con el ecosistema de emprendimiento colombiano, que en ese año fue muy dinámico. Rappi fue la primera startup gigante de Colombia, había alcanzado niveles de capital que ninguna otra en la región había logrado. En medio de esa ola de emprendimientos, conocí a Daniel Bilbao, cofundador de Truora e inversionista activo en muchas startups de la región. Un día, en el 2021, Daniel me llamó y me dijo que acababa de conocer a una persona que quería lanzar una plataforma de inversiones para Latinoamérica. Me sugirió que lo conociera. Él era Esteban Peñaloza, quien ahora es mi socio, junto a Carlos Guayara. Esteban y Carlos, ambos colombianos, tenían la idea de crear una casa de bolsa digital en Colombia, y me interesó mucho la idea.

¿Qué te atrajo tanto de la idea?
A mí siempre me han llamado la atención las inversiones, pero no sabía cómo invertir. Me di cuenta de que muchas personas, probablemente, tenían la misma inquietud que yo, sabían que existían casas de bolsa y que podían abrir una cuenta, pero no conocían cómo hacerlo o, simplemente, les daba pereza lidiar con el proceso. Eso fue lo que me interesó tanto de la idea, pensé que era algo que realmente se necesitaba.

¿Cuál fue tu siguiente paso?
Desde ese momento, incluso antes de salir de McKinsey, comencé a trabajar con Esteban y Carlos para construir una plataforma digital que permitiera a las personas invertir en acciones, inicialmente en Colombia, pero siempre con la visión de expandirnos a Perú y Chile, un objetivo que logramos.

¿La plataforma estaba orientada a personas que no sabían de inversiones o también a gente con experiencia?
Nuestro objetivo inicial era escalar y atraer a los primeros usuarios, por eso buscamos a personas que ya estaban en casas de bolsa, tenían conocimiento de inversiones e invertían en acciones. Este primer grupo podía validar la idea y decirnos si íbamos por buen camino. Para eso, tuvimos que buscar comunidades en internet, Facebook, Instagram y WhatsApp, y clubes de inversionistas, grupos de personas que ya invertían en la bolsa local, como la bolsa de Colombia. El siguiente paso, tras validar que la plataforma funcionaba y resolvía un problema, fue expandirnos al resto de las personas con capacidad adquisitiva, pero que no invertían en acciones. El perfil demográfico de los clientes era, principalmente, personas de clase media, media alta o la parte baja de la clase alta de todo el país. Nos enfocamos, asimismo, en personas de 25 a 35 años, que ya no están en su primer puesto de trabajo, sino que han alcanzado posiciones como coordinadores, jefes o gerentes y cuentan con ahorros para invertir.

¿Cómo fue esa búsqueda de comunidades en redes sociales?
Ese fue un trabajo de hormiga. Había que buscar en Instagram mediante hashtags como #inversiones, #acciones, #bolsadevalores. Lo mismo en Facebook, buscábamos grupos por medio de palabras clave relacionadas con inversiones, bolsa de valores y mercado bursátil. Luego, entrábamos a esos grupos, nos uníamos y empezábamos a compartir contenido. A veces también identificábamos a los moderadores de esos grupos, quienes solían crear contenido. No me refiero a grandes influencers, sino a creadores de contenido con mil, dos mil o tres mil seguidores. En gran parte, hemos llegado hasta aquí porque nos enfocamos en contactarnos con la mayoría de creadores de contenido de la región, especialmente aquellos enfocados en inversiones y finanzas personales. Nos acercábamos a sus comunidades para llegar a segmentos que ya mostraban cierto interés en este mundo. Fue un trabajo muy minucioso, tuvimos que buscar persona por persona. Hasta el día de hoy entro a TikTok y realizo búsquedas con hashtags como #inversiones o #bolsa para ver si hay personas que podrían tener una comunidad interesante.

Luego, ¿cómo generaron confianza para que estas personas se animaran a invertir con ustedes que entonces eran nuevos en el mercado?
La confianza es de lo más importante en el mundo de las inversiones, especialmente en fintech y en empresas nuevas. En nuestro caso, hemos seguido siempre el camino regulado para operar. Nos aliamos con casas de bolsa del mercado. En Colombia, por ejemplo, con Acciones y Valores, una sociedad comisionista de bolsa que es la casa de bolsa independiente más grande del país. Nosotros operamos como si fuéramos un brazo digital de esa casa de bolsa. Al estar regulada por la Superintendencia Financiera de Colombia, nuestro canal digital también lo está. 

Lo mismo hicimos en el Perú, donde nos aliamos con Kallpa, una de las casas de bolsa más grandes del país. Somos un canal digital de Kallpa, que está regulada por la Superintendencia del Mercado de Valores. En Chile, seguimos la misma estrategia. Estar regulados localmente nos ayudó muchísimo. Además, pusimos mucho énfasis en nuestro servicio al cliente y en atender cualquier inconveniente que se le presentara. 

Un tercer punto para generar confianza fue apalancarnos en nuestras marcas aliadas y en el ecosistema local. No solo en las casas de bolsa y comisionistas, sino también en las bolsas de valores locales. Finalmente, en el 2022 recibimos una inversión del Grupo Bancolombia, el conglomerado financiero más grande de este país, lo que también fortaleció nuestra credibilidad en la región. Sin duda, eso nos ayudó mucho a generar confianza entre los clientes.

¿Cuánto tiempo les tomó cobrar fuerza en el mercado?
Lanzamos la aplicación en marzo del 2021, con nuestro primer producto en Colombia. Luego, pasamos por una aceleradora de startups muy grande y prestigiosa, Y Combinator, ubicada en San Francisco. Participamos entre junio y julio del 2021. En septiembre de ese mismo año, levantamos una primera ronda de inversión, con la que logramos cuatro millones de dólares en capital extranjero. Con ese capital, nos expandimos a Perú y Chile. En el 2022, nos enfocamos en la expansión. Llegamos al Perú en marzo y a Chile en septiembre de ese año. Luego, en octubre y noviembre del 2022, levantamos una nueva ronda de capital de Grupo Bancolombia, con tres millones de dólares más. Desde el 2023, nuestro enfoque ha sido consolidarnos en la región y evolucionar hacia una plataforma de inversiones completa. Queremos ofrecer productos de inversión que se adapten a cualquier perfil de riesgo, conservador, moderado o arriesgado, y que sirvan en cualquier momento del ciclo económico. Llevamos más de tres años y medio en este camino.

¿Cuántos clientes tienen?
Tenemos más de 360 000 clientes vinculados a la aplicación en la región, de los cuales 150 000 tienen portafolios activos. Manejamos más de 160 millones de dólares en activos bajo custodia. En Colombia, durante los últimos dos años, creamos el 99 % de todas las nuevas cuentas en la bolsa local. En el Perú, durante el 2023, logramos el 95 % de las nuevas cuentas en bolsa local. A julio del 2024, hemos mantenido esa cifra de 95 %. Nos va bien, pero aún creemos que estamos comenzando. Lo más importante que hemos logrado hasta el momento es una verdadera inclusión financiera en inversiones.

¿Qué montos suelen invertir sus clientes?
Con Trii, cualquier persona puede comenzar a invertir con un capital muy reducido. De hecho, es posible hacerlo con montos pequeños como de cincuenta o cien soles, y acceder a la bolsa local y a las empresas más grandes del país. Antes de Trii, el 99 % de los clientes de Kallpa provenía de Lima Metropolitana. Ahora, el 60 % es de Lima y el 40 % proviene del resto del país. Estamos logrando la inclusión financiera con la atención a clientes de Piura, Trujillo, Arequipa, Puno y muchas otras partes del Perú. Esto es algo que no se veía antes en el mundo de las inversiones en acciones, y me genera mucha satisfacción.

¿Cuántos de sus clientes hacen inversiones pequeñas, como las de cincuenta o cien soles, y cuántos hacen inversiones mayores?
Normalmente, hay un grupo pequeño de usuarios que maneja montos importantes, y una larga cola de usuarios con montos más pequeños. El monto promedio de portafolio es aproximadamente 1000 dólares por cliente. Sin embargo, cuando calculamos el punto medio de lo que invierten los clientes, está más cerca de los 250 o 300 dólares por cada uno.

Es interesante, porque logran la inclusión en materia de inversión en acciones, lo que no es tan común.
Así es. En el Perú, si los números no me fallan, menos del 0,2 % de la población invierte actualmente en acciones de la bolsa. Nos proponemos crear ese mercado y, en general, fomentar una cultura de inversión. Queremos que las personas, especialmente las nuevas generaciones, sepan que no solo existen las cuentas de ahorro o los depósitos a plazo, sino que hay otros instrumentos de inversión que pueden ser útiles. Aportamos mucho en la educación financiera y fomentamos la autoeducación en nuestros usuarios.

¿Tienen asesores que ayudan a los clientes o los clientes deciden por sí mismos en qué invertir?
La plataforma es de autogestión. Sin embargo, realizamos muchas actividades de educación. Hacemos webinars, sostenemos conversaciones en Instagram, colgamos videos en YouTube y generamos contenido todas las semanas para que las personas tengan acceso a información. También organizamos talleres. 

En el Perú, todas las semanas tenemos un taller llamado "Mi primera inversión", en el que orientamos sobre cómo empezar y navegar en este mercado. De vez en cuando, nos apoyamos en las comisionistas de Kallpa en el Perú, de Vector Capital en Chile, y de Acciones y Valores en Colombia. A través de los canales regulados de asesoría, que son los de las comisionistas y casas de bolsa, brindamos asesoramiento masivo a los clientes. Sin embargo, la naturaleza del emprendimiento y de la plataforma es la autogestión. Proporcionamos herramientas y dejamos que las personas tomen sus propias decisiones.

Antes de Trii, ¿cómo fue tu trabajo en McKinsey y cuánto tiempo estuviste ahí?
Trabajé en McKinsey desde febrero del 2018 hasta el primer trimestre del 2021. Era consultor generalista, lo que significa que trabajaba en proyectos en distintas industrias de la región: Colombia, Perú, Chile y Brasil. Tuve proyectos en bancos dentro del país, ayudaba a realizar transformaciones ágiles, tanto organizacionales como de marketing digital, para mejorar la venta de productos a través de canales digitales. También, participé en proyectos para ayudar a bancos a crear nuevos negocios digitales. Además, trabajé con Rappi Colombia para desarrollar estrategias de crecimiento y retención. Nuestra tarea era apoyar a los clientes a resolver los problemas que nos planteaban. Fue una experiencia que me gustó mucho y de la que aprendí bastante.

¿Qué otros trabajos has tenido, además de McKinsey?
Hice prácticas en el Grupo Nexus, que es el brazo de inversiones de Intercorp, un fondo de capital privado. Estaba en el equipo de M&A (fusiones y adquisiciones). Usábamos modelos de Excel y hacíamos presentaciones de PowerPoint donde no se podía cometer ni un error, ni siquiera en una tilde, una letra o el color utilizado. No había visto esa rigurosidad en otro lugar, pero me sirvió muchísimo como aprendizaje.

¿Cuánto tiempo estuviste en Nexus?
Estuve casi un año. Aprendí muchas cosas que me sirvieron tanto en consultoría como en mi trabajo actual. Después, pasé a Venture Capital, un fondo de capital semilla. Fue una experiencia única porque las dinámicas eran muy diferentes a las de una empresa grande. Todo era más ágil y enfocado, y muy parecido a estar en una startup. Éramos unas cuatro o cinco personas en la oficina y nos dedicábamos a todo. Incluso tuve la responsabilidad de armar la primera página web del fondo. Ahí aprendí bastante sobre herramientas y recursos digitales. Estuve poco tiempo, alrededor de seis meses, y luego pasé a McKinsey. En la consultoría, uno empieza a estructurar sus habilidades y a organizar todo lo que ha aprendido en otros lugares. McKinsey me ayudó mucho a darle forma a esas habilidades y a entender cómo fortalecerlas.

Cuando estudiabas en la Universidad, ¿pensabas que te dirigirías al mundo corporativo o ya tenías la idea de emprender?
Mientras estudiaba, me inclinaba más hacia el mundo corporativo. Recién en los últimos ciclos de la Universidad conocí el mundo de la consultoría, el private equity y las inversiones. Durante la Universidad, me atraían los ambientes exigentes y dinámicos, en los que se valora el desarrollo del talento. El proyecto de Rappi que desarrollé en McKinsey me cambió la perspectiva y me hizo entender mejor el mundo del emprendimiento, así como cuestionar el modo de hacer las cosas para mejorar los procesos y los resultados.

Para finalizar, ¿qué te pareció tu experiencia en la Universidad de Lima?
Mi experiencia en la Universidad de Lima fue muy valiosa. Recuerdo tanto los desafíos como las oportunidades de aprendizaje que se me presentaron. La Ulima me proporcionó una sólida base de conocimientos y habilidades que han sido de gran utilidad durante mi carrera. También recuerdo las experiencias y vivencias con mis compañeros, que enriquecieron mi formación profesional y personal. Hice bastantes amigos, muchos de ellos para toda la vida. No solo entre personas de mi especialidad, sino también de otras áreas de estudio.

La carrera me encantó. Elegí estudiar Ingeniería Industrial porque siempre me gustaron los números y porque me daba tiempo para decidir qué hacer en la vida, ya que los ingenieros industriales pueden trabajar en diferentes campos. Disfruté mucho materias como cálculo, física, química y estática. Le tengo un gran cariño a la Universidad de Lima, siempre que me invitan voy encantado.