10 de Noviembre de 2012
Pasión por la auditoría
Francisco Patiño Rivero, contador egresado de la Universidad de Lima y director de auditoría para el área de Servicios Financieros de KPMG, se considera un hombre afortunado que trabaja en lo que le gusta. Gracias a esta motivación y a los retos que se ha propuesto, le pone empeño y entusiasmo al trajín laboral del día a día para que KPMG alcance sus objetivos de crecimiento y expansión.
¿Cómo se encuentra actualmente el mercado de las auditorías en el Perú?
Durante el 2011, se produjo un crecimiento de entre 15% y 20% de sus servicios. El incremento a fines del 2012 debe ser igual o mayor, empujado por el aumento de las inversiones tanto extranjeras como locales, pues muchas empresas familiares del Perú han alcanzado un tamaño en el que ya no pueden manejarse con fondos propios y necesitan salir del país para conseguir financiamiento. Además, se ha promulgado una nueva Ley de Regulación, lo que exige a las compañías recurrir a las auditorías para brindar informaciones veraces.
¿Por qué es crucial que las empresas se sometan a una auditoría?
Si una compañía está buscando el respaldo de un banco o de otros proveedores, necesita que, por un tema de imagen, la auditoría a sus cuentas sea realizada por un tercero que ocupe una posición independiente. Otro elemento a considerar es Internet pues, como dijo Bill Gates, si una empresa no está en el mundo virtual, no existe. Por ello, varias instituciones cuelgan sus estados financieros en Internet y los consignan junto a la opinión de un auditor. Por otra parte, es sobre la base de informaciones confiables que las organizaciones pueden tomar decisiones acertadas para proyectarse al futuro. Recordemos que en las empresas familiares las decisiones suelen ser definidas por una persona, lo que no es recomendable a medida que crecen y las opciones operativas o de negocios se tornan más estratégicas.
Antes de asumir el cargo de director de auditoría para el área de Servicios Financieros de KPMG, trabajaste en Estados Unidos. ¿Cuán importante fue esta escala?
En San Francisco fui gerente de dos empresas financieras de dos bancos. Llegué en el año 2004, justo cuando en los Estados Unidos se promulgó una ley que demandaba a las empresas a emitir una certificación sobre el sistema de control interno y a los auditores a dar una opinión sobre él. De esta manera, trabajar en el primer mundo y con leyes nuevas me permitió depurar habilidades que a lo mejor no habría desarrollado en el Perú. Además, ambas empresas cotizaban en la bolsa de valores, y en esta incursión comprendí la regulación de la primera economía del mundo y la idiosincrasia americana. Esta valiosa experiencia facilita que uno se maneje mejor con las transnacionales e implemente esas prácticas en KPMG o en cualquiera de nuestros clientes.
También laboraste en el rubro pesquero. ¿Qué destacarías de este sector?
En este nicho fui gerente contador de una empresa, lo que me posibilitó conocer al monstruo por dentro, ya no solo desde el rol de un auditor independiente. Porque una cosa es con guitarra y otra con cajón. Así, vi de cerca el funcionamiento de los controles y cómo la contabilidad impacta en otras áreas del negocio. Esta experiencia fue gratificante porque llegué en un momento en el que el área contable no estaba bien organizada, entonces me puse a trabajar y la saqué adelante, en un grupo donde el factor humano es sensible y requiere ser cubierto por personas con las habilidades adecuadas. Sin duda, este proceso le ha dado un valor agregado a mi función de auditor.
Vayamos a tus orígenes. ¿Qué te apasiona de la contabilidad que elegiste estudiar esta carrera?
Soy de la segunda generación de contadores de mi familia. Mi papá es contador y auditor, y él siempre ha sido mi punto de referencia. También cuento con primos que se han dedicado a esta disciplina. Así, a punto de postular a la Universidad, analicé mis ventajas competitivas y decidí estudiar contabilidad para luego hacer una especialización en auditoría. Asimismo, influyó el hecho de que era bueno con los números desde el colegio.
¿Qué atractivos de la Universidad de Lima te convencieron de estudiar aquí?
La de Lima es la de mayor prestigio en temas de contabilidad. También recuerdo con cariño a los profesores, quienes enseñaban con dedicación y buena disposición. Luego, ocurrió un detalle no menor: conocí a mi esposa en la Universidad, lo que le da un valor sentimental.
¿Qué plus posee un contador de la Universidad de Lima?
Todo nace de la calidad de los maestros. Los profesores son 50% académicos y 50% profesionales activos, un mix que permite a los alumnos a aprender no solo la teoría, sino a manejar la práctica, lo que brinda un feeling sobre cómo son las cosas en el mercado laboral, un valor agregado que un teórico al 100% no suele ofrecer.
Además de tu rol de auditor, ¿qué otros proyectos te gustaría realizar?
Recién tengo 39 años, así que aún hay un buen trecho profesional para crecer. En lo inmediato, estoy enfocado en apoyar a Óscar Caipo, senior partner de KPMG, a alcanzar sus objetivos. Me siento afortunado porque me gusta lo que hago. Me apasiona la auditoría, y en ella a veces uno también tiene que hacer de psicólogo para escuchar y atender los problemas de los demás.