06 de Noviembre de 2024
Del mundo corporativo al negocio propio
Desde sus inicios en una fábrica textil, pasando por su incursión en el campo de la tecnología en Unicel, hasta su liderazgo en la expansión internacional de Yobel, Rafael Herrera Mur ha demostrado un enfoque estratégico y una capacidad de adaptación que lo llevaron a fundar su propio negocio logístico, junto con sus socios, en el 2019.
Él estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y hoy se desenvuelve como gerente general en Toscano Warehousing. En la siguiente entrevista, se refiere a su trayectoria profesional, los retos que enfrentó durante la pandemia y las competencias requeridas para ser un profesional de éxito. Además, revela su pasión por las motos y su amor por la naturaleza, elementos que lo conectan con sus raíces y lo mantienen en equilibrio.
¿Cómo fue tu primer trabajo después de graduarte?
Mi primer trabajo fue en una fábrica textil. Siempre tuve claro que quería trabajar en manufactura, en algo relacionado con el proceso y con la ingeniería industrial, y comencé como supervisor de producción. Pero mi carrera dio un giro radical cuando me encontré con un amigo de la Universidad de Lima que estaba en el área de sistemas de una empresa de manufactura. Al contarme qué hacía, me entusiasmé mucho, me parecía interesante todo lo relacionado con sistemas y la tecnología, justo en una época en que se comenzaba a usar más internet en las empresas. En menos de dos semanas, mi amigo me llamó para comentarme que había una posibilidad de entrar a trabajar con él, en Unicel, empresa que fue adquirida por Kimberly-Clark. En ese entonces, ya trabajaba y tenía un buen sueldo. La propuesta que recibí era para hacer prácticas junto con otras dos personas. Nos entrenarían durante seis meses y luego contratarían a uno.
¿Qué te motivó a irte a esa empresa si ya tenías un trabajo estable?
Veía la llegada de la evolución tecnológica y lo aposté todo por esa oportunidad de aprender. Una vez en Unicel, me encontré con muchos temas relacionados con el desarrollo de software, el rediseño de procesos y la aplicación de la tecnología para ser más eficientes. Todo eso estaba muy relacionado con mi ADN de ingeniero industrial, que busca la normalización y eficiencia en los procesos productivos. A los seis meses de estar en la empresa, me contrataron, y ahí empezó mi desarrollo profesional en el mundo de los sistemas. Fue una etapa de mucho aprendizaje. Después de un tiempo, me cambié de trabajo y entré como jefe de proyectos en Yobel, una empresa orientada a la logística. Ahí continué mi desarrollo en el área de sistemas y asumí la gerencia de sistemas a los 27 años, lo que fue un reto enorme porque trabajamos en la transformación de los sistemas de gestión internos. Fue una experiencia muy buena. Me mantuve en esa posición unos tres o cuatro años, y luego pasé al área de operaciones.
¿Cómo fue tu experiencia en el área de operaciones?
Comenzamos un proceso de internacionalización, al abrir operaciones fuera del país. Yobel es un operador logístico que brinda servicios de almacenamiento y manufactura a empresas locales e internacionales. En ese momento, tenía su base en el Perú, pero al comenzar la expansión internacional, se necesitaron profesionales de confianza para implementar las operaciones en otros países. Aunque no tenía mucho que ver con sistemas y tecnología en ese momento, levanté la mano y expresé que me sentía capacitado para asumir ese reto. Así fue que abrimos operaciones en cerca de trece países en América. Llegué a ser vicepresidente internacional de Yobel, hasta que me retiré en el 2016, cuando se presentó la posibilidad de llevar a cabo un proyecto propio.
¿Qué te hizo pensar que había llegado el momento indicado para iniciar tu propio negocio?
Después de más de 20 años en el mundo corporativo, había adquirido una experiencia interesante en temas de tecnología, innovación, desarrollo internacional y logística. Así que me asocié con unos amigos y montamos un negocio logístico. Desde el 2016 hasta la fecha, soy empresario. Junto a mis tres socios, brindamos servicios de almacenamiento y transporte en todo el país.
¿Qué tipo de clientes tienen?
Básicamente, nuestros clientes son empresas que tienen claros sus objetivos y que no quieren involucrarse en el mundo de la logística, ya que prefieren tercerizar esa parte de su cadena de valor. Ahí es donde entramos nosotros. Nuestro servicio consiste en la recepción y el almacenamiento de mercancías, según las buenas prácticas de este proceso. También nos encargamos de los despachos, tanto en el plano local como en el nacional.
La pandemia debe haber sido un desafío importante. ¿Qué cambios les generó?
Sí, fue una época muy complicada, pero para nosotros significó un impulso de crecimiento. Muchos de nuestros clientes, ante la situación de la pandemia, decidieron cambiar su política y aumentar sus pedidos. Esto nos llevó a necesitar mucho más espacio y, gracias a los productos y la tecnología que habíamos implementado, crecimos y atendimos estos nuevos requerimientos. Ahora estamos consolidados, tenemos la intención de seguir creciendo y ofrecer a nuestros clientes una tercerización casi personalizada de su cadena logística.
En los inicios, ¿qué cosas te parecían difíciles?
Los inicios fueron difíciles, en general. Dejar la zona de confort y arriesgarse a montar un negocio propio siempre es una decisión dura. Sin embargo, quien no arriesga, no gana. Creo que el perfil del ingeniero industrial que desarrollamos en la Universidad de Lima apunta a eso, a asumir riesgos, a crear e innovar. Eso es algo que me ha caracterizado a lo largo de mi desarrollo profesional.
¿Qué otras características profesionales o personales te han ayudado a lo largo de tu carrera?
En competencias, hay muchas, pero creo que al final se resumen en tres fundamentales. Primero, el pensamiento estratégico. Todo profesional de éxito debe tener la capacidad de visualizar más allá del statu quo, tener una visión holística de lo que acontece y anticipar el futuro. Segundo, la capacidad de ejecución. No basta con tener una visión, hay que ponerla en práctica. No podemos quedarnos en el "tendríamos que" o "habría que", sino que debemos ejecutar lo que hemos soñado, a sabiendas de que podemos equivocarnos, pero siempre hacer y avanzar. Por último, es crucial acompañar esta ejecución con fuertes habilidades de liderazgo. Se trata de hacer las cosas, pero con un equipo de trabajo motivado, que entienda y apoye el concepto, y que acompañe la ejecución.
¿Qué consejos les darías a los estudiantes de Ingeniería Industrial sobre lo que encontrarán en el mercado laboral?
Les diría que tengan paciencia. Cuando uno sale de la Universidad, a veces cree que todo será inmediato, pero hay que demostrar en la práctica lo que uno sabe, y eso toma un tiempo. La Universidad te da las bases, en el campo laboral se pone a prueba todo lo aprendido. En el puesto de trabajo hay que insistir en el pensamiento estratégico, la capacidad de ejecución, el liderazgo, la voluntad de hacer las cosas y, por supuesto, hay que dar la milla extra. Eso siempre suma y es muy positivo para el desarrollo y la carrera profesional de cualquier persona. Además, quiero enfatizar que es importante apostar por una empresa y no saltar de un lado a otro. Es fundamental apostar a largo plazo, acostumbrarse a hacer carrera profesional dentro de una organización. Por supuesto, llegará un momento, como me pasó a mí, en el que sentirán que están en una zona de confort y que es momento de cerrar un ciclo y empezar otro. Pero hay que tratar de que esos ciclos no sean de seis u ocho meses. Es mejor que sean más largos para capitalizar experiencias concretas y aprendizajes completos. Llegar a una empresa, adaptarse a la cultura, conocer al equipo, asumir retos y concretarlos toma tiempo, puede llevar dos o tres años. O quizá más.
¿Tienes un pasatiempo?
Sí, me encanta salir en moto y viajar por todo el país, solo, con amigos o con quien sea. Siento una satisfacción plena al tener contacto con la naturaleza u otras culturas, al salir del día a día, de la ciudad y encontrarme con el campo. Tener contacto con la naturaleza significa mojarte cuando llueve, sentir el calor cuando hace sol y luego ver la tierra en ti. Se trata de volver a reconectarte con el planeta Tierra, como debe ser. Creo que he llegado a todos lados con mi moto. Conozco todo el país. Internacionalmente, he ido en moto a Ecuador, Colombia, Chile, Argentina e incluso he recorrido Italia en moto.
¿Qué te pareció tu carrera y cómo viviste la época universitaria?
La época universitaria es muy importante y fue una experiencia maravillosa para mí. Tengo los mejores recuerdos de los profesores y de la calidad de educación que recibí en la Universidad. Solo puedo agradecer a la Ulima por todo lo que me enseñó y por lo que significó para mí durante esos años de estudios.