30 de Octubre de 2013
Un abogado al servicio del país
Luis Escalante, diplomático y abogado de la Universidad de Lima, ha prestado servicios en el despacho del viceministro de Relaciones Exteriores y en las embajadas del Perú en Inglaterra y Francia. También ha sido el encargado de negocios de la embajada de nuestra nación en Turquía y subsecretario general de la Presidencia de la República del Perú. Tras cumplir satisfactoriamente estas funciones, hoy es el subdirector de Estudios de la Academia Diplomática del Perú Javier Pérez de Cuéllar.
En la carrera diplomática, actualmente te encuentras en la categoría de ministro consejero.
Efectivamente. Como tal, se me asignó la tarea de ser el encargado de la Subdirección de Estudios de la Academia Diplomática, en la que pongo en marcha el plan de estudios que van a desarrollar los alumnos durante dos años. Un primer paso consiste en contactarme con los profesores y en programar sus horarios. Asimismo, soy el primer contacto con los estudiantes, especialmente con los que recién han ingresado a la Academia y se están relacionando con el mundo diplomático por primera vez. De esta manera, absuelvo sus dudas y los oriento. Más adelante, los guío en la búsqueda de asesores para la tesis y en la selección de temas para la misma investigación, que son sugeridos por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
También organizas los viajes de estudio de los alumnos.
Se trata de viajes al interior del Perú, con la intención de que los estudiantes conozcan la realidad del país. En el futuro, ellos representarán a la nación en el extranjero, por lo que es necesario ese conocimiento de primera mano para fomentar la cooperación internacional de acuerdo con las necesidades del Perú. Además, aprovechamos estos viajes para difundir el funcionamiento y los objetivos de la Academia en las universidades del interior.
¿Qué cualidades debe reunir un profesional que desee emprender esta carrera?
Buscamos un perfil de diplomático peruano vinculado con principios y valores democráticos muy sólidos. En la misma línea, una vocación de servicio al país es fundamental, sobre todo si tomamos en cuenta que alrededor de tres millones de peruanos viven en el extranjero, y sus inquietudes son tratadas en los consulados y en las embajadas. Del mismo modo, debe estar familiarizado con una cultura de cambio para adaptarse a nuevos escenarios. Por ejemplo, en mi caso, estaba trabajando en la Embajada del Perú en Francia y luego fui enviado a Turquía, ya que el Estado peruano había decidido abrir por primera vez una embajada con residencia permanente en ese país. Así, mediante una designación de la Cancillería, fui el encargado de negocios en Turquía para coordinar los primeros pasos de la gestión de apertura de esta embajada.
Lo que implicó ir de un continente a otro.
Es una misión que uno efectúa con responsabilidad y satisfacción. En cuanto a Turquía, en efecto, había que adaptarse a otro continente, idioma, cultura, comida, religión y fe. Y hay que considerar que es frecuente que uno no vaya solo, como es mi caso, debido a que siempre estoy con mi esposa e hijos. Regresando al perfil del diplomático peruano que buscamos, lo ideal es que este sea un líder proactivo, facilitador, negociador e investigador, con dotes de comunicador y capacidades analíticas, críticas, creativas y reflexivas. El dominio de idiomas es igualmente relevante.
Además de cumplir tus funciones en varios países, has sido subsecretario general de la Presidencia de la República.
Fue un cargo que asumí durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo, por lo que tuve oportunidades de acompañarlo y de organizar su agenda en las tareas de dirección del país. Por otra parte, gracias a este puesto recorrí zonas del Perú a las que es sumamente difícil acceder, y a las que sólo se puede llegar por helicóptero, por ejemplo. Esto es esencial ya que, como mencioné, un diplomático debe conocer bien el país para estar al tanto de sus necesidades y urgencias.
¿Cómo despertó tu interés por esta carrera?
Siempre he tenido esta vocación. Seguramente influyó el hecho de que tenga dos primos hermanos en este servicio. Cuando estaba en la secundaria, ya sabía que quería estudiar derecho y diplomacia, y que deseaba aportar al desarrollo del Perú a través de la política exterior. A ello se sumó mi vocación de servicio, forjada desde que estudiaba en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta.
Luego optaste por la Universidad de Lima para formarte en Derecho.
Siempre confié en el prestigio de nuestra alma máter. Asimismo, veía que egresados de la Facultad de Derecho exhibían un desempeño profesional sumamente exitoso. Además, pesaron las recomendaciones que me daban mis padres, profesores y amigos. En la misma sintonía, mis dos hermanas mayores ya estudiaban en la Universidad de Lima en el momento de mi postulación.
¿Qué es lo más memorable de tu época como alumno de pregrado?
La calidad, el rigor y la exigencia de los docentes, así como el grupo humano conformado por mis compañeros de estudio, con quienes mantengo una comunicación permanente. Por ejemplo, mi colega Arturo Arciniega, subdirector de Planes y Programas de la Academia Diplomática, es mi amigo desde la época universitaria.
Respecto a tu futuro, ¿qué retos te esperan?
Está la continuación de mi carrera diplomática, por lo que estoy poniendo mis mejores esfuerzos profesionales para alcanzar la máxima categoría. Después de ministro consejero, sigue la categoría de ministro, y luego la de embajador. En la parte académica, actualmente estoy cursando un MBA en gestión internacional en la Universidad de Londres, una institución que comparte esa filosofía también inculcada por la Universidad de Lima, según la cual hay que tender puentes entre lo público y lo privado para que un país alcance un desarrollo pleno. Es un MBA que puede ser llevado de manera online y presencial. Y en unos años, es muy probable que realice mis estudios de doctorado en una universidad de Alemania.