19 de Enero de 2021
‘Foley’, el arte de actuar el sonido
Álvaro Aparicio es un artista foley. Crea sonidos que luego le sirven para complementar la intencionalidad de los personajes en una película. Cuenta con el primer estudio especializado en foley en el Perú, donde ha tenido que romper maderas, vidrios, acuchillar frutas y mucho más para trasladar esos sonidos a diferentes escenas.
Ha trabajado para películas como Wiñaypacha, El soñador, Mataindios, la trilogía de Locos de amor, Asu mare 3, entre muchas más. Siguió la Carrera de Comunicación en la Universidad de Lima y estudió Recording Arts en Full Sail University, en Florida. Actualmente es jefe de práctica en la Ulima y disfruta enseñando lo que sabe a los más jóvenes.
¿Qué es el foley?
Es parte del proceso de posproducción de sonido de una película o material audiovisual. Para mí, es el arte de crear efectos de sonido personalizados, por lo general dentro del estudio. Estos sonidos se graban en sincronía con la imagen; es decir, mientras vemos la película, ejecutamos y grabamos los sonidos. Lo interesante es que podemos complementar la intencionalidad de los personajes: por ejemplo, de sus pasos, o de cómo dejan un vaso en la mesa, cómo se dan un beso o cómo se acuchilla a una persona. El foley es un proceso creativo valioso, pero hay que tener mucho criterio para ponerlo en práctica.
Es arte, es técnica... ¿a qué lado se orienta más esta disciplina?
A la persona que crea los sonidos se le llama artista foley. Además de requerir un conocimiento técnico de grabación, microfonía, acústica y sonido en general, la creatividad y la experimentación son muy importantes en este trabajo. Existen muchas maneras de realizar un mismo sonido, y no hay que tener miedo de probar. Hace falta tener una buena comunicación con el director de sonido o con el supervisor o el diseñador de sonido, a fin de llegar a la sonoridad y a la sensación que se desea alcanzar. Pero, sin duda, este trabajo es más artístico que técnico.
Tú tienes el primer estudio especializado en foley en el Perú, ¿verdad? ¿En qué se diferencia de un estudio tradicional?
El estudio foley tiene ciertas características. Está bastante aislado del ruido externo, tiene una acústica controlada y cuenta con mucha utilería, porque tenemos que estar preparados para hacer diferentes sonidos, como de metal, madera y diferentes superficies, en general. Hay personajes que caminan sobre la tierra o sobre cemento, y ese cemento puede ser liso, rugoso, etcétera. Todo eso marca una diferencia en el sonido. Por eso necesitamos muchos elementos para conseguir diferentes sonoridades. Me inicié en esta aventura trabajando solo. En los primeros años me enfoqué en desarrollar mi habilidad y mi experiencia, hasta que sentí que era el momento de crear Soundmaker Studio, el primer estudio especializado en foley en el Perú.
Dijiste que trabajaste solo al inicio, ¿y ahora?
Desde hace como dos años trabajo con Vanessa Chuquiure, que también es graduada de la Universidad de Lima. Ella comenzó como asistente y rápidamente demostró y desarrolló mucho talento en el área. Yo cumplo el rol de artista foley y ella cumplía el de asistente de foley. Su función era operar la grabación, ser grabadora de foley. Pero en el contexto actual ha pasado a ser editora de foley desde casa.
¿Qué ventajas le encuentras a esta forma de trabajar el sonido?
Te permite darle más significado a las acciones de los personajes, inclusive comunicar casi subliminalmente, con sonidos, la intención y el momento que vive un personaje. Por ejemplo, los pasos de una persona que tiene miedo no deberían sonar igual que los de alguien seguro de sí mismo. El foley no solo permite escuchar los sonidos que no fueron capturados durante el rodaje, eso es solo la punta del iceberg. La parte de significación, de expresión y de performance es lo que hace que el foley tenga magia.
¿En qué películas has trabajado y cómo han sido estas experiencias para ti?
Con mucho esfuerzo y trabajo, así como muchas amanecidas al comienzo, he logrado trabajar con diferentes equipos de posproducción de sonido, en películas peruanas y también para estudios internacionales. Ya tenemos 40 largometrajes trabajados y alrededor de más de 35 cortometrajes. Algunas de las películas en las que he trabajado son Wiñaypacha, El soñador, Wik, Mataindios, una película austriaco-mexicana llamada Love cut, la trilogía de Locos de amor, Asu mare 3, Soltera codiciada, entre muchas más. Cada película es un aprendizaje, un reto, cada una requiere investigación sobre el tema de la película y los personajes.
¿Cómo te sientes en tu trabajo?
Me gusta que es un proceso de aprendizaje que nunca acaba. Mientras más “horas de vuelo” tienes, mejor conexión entre cerebro y cuerpo; se expande la sensibilidad y control de tu cuerpo; prestas más atención a los pequeños matices y diferentes sonidos que puedes sacar de un mismo elemento. Soy una persona bastante autocrítica, buscamos dar pasos en el camino correcto de película a película, examinar lo que se puede mejorar y seguir construyendo por el camino de lo que se hizo bien.
¿Qué aportes consideras que hace el foley?
Por lo general, debe pasar desapercibido en una producción; muchas veces tiene que parecer que el sonido proviene del rodaje. Muchos maestros del foley dicen que, más que escuchar, se debe sentir, así que buscamos eso. Tratamos de cubrir todos los sonidos de la película para que quien haga la mezcla final de sonido tenga muchas opciones. Por otro lado, muchas plataformas como Netflix tienen requerimientos específicos, uno de ellos es la banda internacional, que contiene la mezcla de música y efectos de sonido de la película; significa que para ser dobladas a otro idioma van a eliminar el diálogo y necesitan quedarse con los demás elementos. Así que también el foley permite potencialmente expandir el alcance de las producciones.
Hay que ser muy detallista, revisar, rehacer…
Exactamente, hay que trabajar al detalle, hacer un desglose de todos los sonidos, ser muy cuidadoso y creativo. Algunas veces, a raíz de un primer avance, o una primera entrega, el director o director de sonido/diseñador de sonido puede darse cuenta de un nuevo camino creativo; es importante estar enamorado del trabajo, no de tus sonidos, no todo lo que propongas o crees sonará en la mezcla final, pero la satisfacción está en haber creado esa opción.
¿Cómo impactó la pandemia tu trabajo en el 2020?
Hemos tenido mucha suerte, porque el 2020 empezó con una buena carga de trabajo y la agenda completa para todo el año. Me siento muy afortunado y agradecido por haber podido seguir trabajando durante la cuarentena y hasta el día de hoy. Pero, sin duda, la pandemia implicó ciertos cambios. Hemos vuelto en ciertos aspectos a los inicios: yo me estoy encargando del proceso de grabación y ser el artista foley al mismo tiempo mientras que Vanessa, desde casa, ocupa el rol de editora de foley. Definitivamente, se extraña mucho la dinámica de equipo, que es fundamental para rebotar ideas entre el artista foley y el grabador de foley. Durante la cuarentena obligatoria pudimos cerrar cuatro largometrajes y entre tres y cuatro cortometrajes. Cerramos el 2020 trabajando por primera vez una serie de televisión peruana y, en paralelo, un largometraje que es una coproducción entre Perú y España, y una temporada piloto de seis capítulos de una serie estadounidense. Como todos, estamos tratando de triplicar el esfuerzo para seguir adelante pese a los golpes que definitivamente se reciben en este contexto.
¿Quisieras compartir alguna anécdota de tu trabajo?
Hay muchas. Por ejemplo, recuerdo que para una serie de televisión estadounidense tuvimos que investigar sobre prácticas sexuales de dominación y eso hizo que los algoritmos de Facebook, Google e Instagram nos lo recordaran durante meses, con publicidad de látigos, látex y demás. Por otro lado, he conocido directores que saben muy bien lo que quieren y cómo suenan algunas cosas y nos sirve para expandir nuestro universo sonoro. Por ejemplo, con Óscar Catacora, director de Wiñaypacha, tuvimos que regrabar el sonido de un jarrón, porque nos explicó que debía sonar a barro y no a cerámica; fue bastante trabajo, pero me encantó, lo hice con mucho gusto. Disfruto trabajar con personas enamoradas de su trabajo. También es una buena anécdota el momento, muy al inicio del camino, cuando te das cuenta de que no hay marcha atrás, es aquel momento en que estás prestando atención a cómo suenan los zapatos de tus amigos, los zapatos de la gente que pasa por la calle, y hay situaciones donde te encuentras con un calzado que suena muy bien y sobran las ganas de poder decirle a ese desconocido: “¿Cuánto me costaría comprar tus zapatos?”. No hay marcha atrás.
¿Qué sonidos extraños has grabado?
Bueno, es una lista bastante larga y diversa. Hemos roto vidrios, maderas, hemos quebrado metales, hemos hecho huecos en la tierra, cortado vegetación con machetes, acuchillado frutas. También hemos hecho el sonido de un alien saliendo de la boca de un artista de doblaje, hemos hecho los pasos de una araña gigante, hemos hecho caminar a perritos, hasta uno que iba en silla de ruedas, hemos metido muchos puñetes, en la cara, en el estómago, hemos ido en skate, bicicleta, camillas, etcétera. Todo ha sido muy divertido y lo mejor es que puede ser diferente a lo que grabaremos mañana mismo.
¿Cómo fue tu experiencia como estudiante en la Universidad de Lima y cómo es ahora, como jefe de práctica?
Considero que lo que aprendí en la Universidad de Lima fue la base para todo. Adquirí un abanico de conocimientos, desarrollé mi capacidad de análisis y alcancé un bagaje teórico en cine. Yo soy una persona tímida, sobre todo en mis épocas de estudiante lo fui. Tuve la suerte de voltear el partido cuando estudié sonido, después de eso intenté convertirme en alguien un poco más sociable, traté de relacionarme con personas con la misma pasión, algunos se volvieron buenos amigos que fueron y siguen siendo fundamentales para lo que voy logrando. Ahora, mi experiencia como jefe de práctica es muy buena también. Por mi timidez, nunca hubiese pensado que podría conducir una clase, pero lo hice y me gustó mucho. Disfruto explicar temas con palabras sencillas y transmitir a los alumnos el amor que tengo por el sonido y el cine. Me encanta conocer a personas que tienen ganas de hacer cine y a alumnos que quizás no hayan tenido la chance de tener una primera experiencia con el sonido o tienen una imagen equivocada del mismo, porque entonces asumo el reto de intentar cambiar esa percepción, hacerles ver que es algo muy bonito, creativo y no necesariamente difícil de entender. También es bueno refrescar conocimientos y actualizarme.