12 de Febrero de 2021
Egresado Ulima publica su segunda novela
Alfredo de Cossío publicará su segunda novela a fines de febrero, El intervalo del diablo, con la editorial Colmillo Blanco. La obra trata de un guitarrista de una banda de rock metálico, que quiere explorar la música peruana. A partir de ese hecho, todo su mundo se vuelve un caos.
Alfredo estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Su primera novela fue Tiempos de David (Lima: Mesa Redonda, 2017). Antes siguió el Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra, en España.
¿Cuándo empezaste a escribir?
Hace pocos años descubrí mi vocación por las letras y la escritura y escribí mi primera novela, Tiempos de David, con la editorial Mesa Redonda, en el 2017. La presenté en la Feria del Libro y luego me fui a Barcelona a hacer el Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra. Luego escribí mi segunda novela, la cual publicará a fines de febrero la editorial Colmillo Blanco. La verdad es que empecé a escribir como una especie de experimento y reto a mí mismo y decidí continuar con este camino.
¿Cuál es el argumento de tu novela?
Trata de la movida subterránea de la música metálica extrema, particularmente del black metal noruego en nuestro país. Este es un subgénero del heavy metal. El protagonista de la novela es Marco Incháustegui, cuyo sobrenombre en el mundo del metal es Satana. Él es guitarrista de una banda, tiene años tocando black metal noruego, pero de pronto comienza a sentir que ese género ya no le produce mucha satisfacción como músico ni le interesa mucho ser parte de esa escena. Tiene la inquietud de acercarse a sus raíces peruanas, como músico, lo cual lo lleva a una serie de conflictos personales. Tiene muchas dudas acerca de su banda, acerca de explorar en lo peruano, y siente que todo en su vida se vuelve un caos.
¿Te gusta la música metálica o has investigado este género?
Desde muy joven me gusta el rock y luego descubrí el heavy metal, que tiene una larga historia y muchos subgéneros. Empecé a escuchar a diferentes bandas, a conocer los estilos y procedencias y fue así que empecé a escribir la novela, con cierto conocimiento de la música en sí. Pero debo resaltar que mi objetivo en la novela fue inventar un contexto, no retratar el mundo del heavy metal en el Perú. No quería hacer una crónica de la escena musical de black metal ni de cualquier otro género extremo en el Perú, yo quería escribir ficción. Quería inventar los nombres de las bandas, la movida, las reglas, casi volverlos una tribu.
En tu caso, ¿cómo surge la inspiración para escribir?
En cualquier momento y a partir de cualquier tipo de estímulo. La inspiración puede venir de leer una noticia, de una experiencia personal o sencillamente de una reflexión. El escritor enlaza cosas que usualmente no se enlazarían, trata de cuestionar cosas o de imaginar, de visualizar un escenario. Puede ver una noticia e imaginar cómo habrían sido las cosas de otra forma. Hay varias fuentes de inspiración y formas de originar un punto de partida para escribir.
¿Cuál fue tu punto de partida para escribir El intervalo del diablo?
En ese caso me vino la idea de escribir porque, aparte de conocer el heavy metal y sus subgéneros extremos, un día vi en Facebook la promoción de un concierto de una banda escandinava que iba a venir a tocar al Perú. Vi las fotos de las personas que iban a acudir al evento, muchas se vestían como los miembros de esa banda, incluso con las cejas pintadas y con referencias al imaginario pagano. Me llamó mucho la atención ver que en el Perú hubiera gente que se identificara tanto con algo tan lejano, así que empecé a investigar y me pareció un tema fascinante. Así fue que se me ocurrió la idea de escribir esta novela.
¿Cómo te fue con tu primer libro?
Tuve mucha suerte con mi primera novela. Cuando empecé a escribirla aún no tenía intención de publicar, pero hacia el final del libro me pareció buena idea hacerlo y me contacté con Mesa Redonda. Tuve la suerte de que estuviera en los estantes de varias librerías. El tiraje fue pequeño, quinientos ejemplares, y la experiencia fue buena, incluso comercialmente.
¿De qué manera te organizas para escribir: te pones un horario o lo haces cuando te provoca?
Debido a mi trabajo, me siento más cómodo escribiendo en las vacaciones. Trato de hacerlo en mis tiempos libres, para concentrarme en eso sin otras preocupaciones. No creo en las sesiones maratónicas de escritura, escribo por períodos de dos o tres horas, como máximo, para tener la mayor concentración posible en ese tiempo. Para mí, escribir es una actividad agotadora mentalmente, por eso trato de hacerlo cuando tengo tiempo, sin estrés.
¿La pandemia te ha ayudado especialmente para tu labor de escritura?
Bueno, uno no escribe en conjunto, sino en soledad, entre cuatro paredes, con la cabeza llena de ideas, escuchando las voces de los personajes, escribiendo y corrigiendo de manera compulsiva. De manera que la pandemia no ha cambiado ese proceso. Lo que sí me ha dado es más tiempo para realizar esta labor. Tengo más tiempo para planificar las sesiones de escritura, maquinar, visualizar todo lo que se escribirá, para revisar con más calma lo escrito. También hay más tiempo para leer. Todo escritor es un lector.
¿Qué cosas te gusta leer?
Novelas, sobre todo. Pero también procuro leer poesía, crónicas, cuentos, etcétera.
¿Cómo es tu trabajo como profesor de colegio?
Yo descubrí tarde mi vocación literaria y mi vocación pedagógica. Cuando regresé de Barcelona, a finales del 2018, me contacté con el Colegio Santa María, que es donde estudié, y empecé a trabajar como profesor de un taller de redacción. Luego me llamaron para ser profesor sustituto en el curso de Comunicación para primero y segundo de secundaria, yo acepté y así fui descubriendo que me gustaba enseñar. Me gusta mucho que los alumnos aprendan y me importa mucho que aprovechen el curso. Luego, en el 2020 entré a trabajar como profesor a tiempo completo. La experiencia me parece muy gratificante. En el 2020 tuve que dar clases virtualmente, pero de todos modos me encuentro a disposición de los estudiantes en el momento en que lo requieran, no solamente para el curso, sino para darles consejos y motivarlos.
¿Qué recuerdos tienes de la Universidad de Lima?
Tengo solamente gratos recuerdos de la Ulima. Fueron cinco años intensos, sobre todo los de Carrera. Me zambullí en mi pasión de entonces: el cine y todo lo relacionado con lo audiovisual. Estuve rodeado de compañeros que tenían las mismas aficiones que yo, de profesores que eran fuentes de sabiduría y experiencia. Cuando he regresado a la Universidad por diferentes motivos, siempre he sentido un golpe de nostalgia al ver las clases, los jardines, el pabellón de Comunicación. Fueron años inolvidables.