18 de Diciembre de 2015
Prevención de conductas disfuncionales
El fuerte de María del Carmen Espinoza es la psicología clínica, tratar con pacientes, descubrir el origen de un problema y redactar el diagnóstico para luego derivar el caso a tratamiento. Ella es docente de Psicología en la Universidad de Lima y hace poco fue invitada al 1st International Congress of Clinical Psychology with Children and Adolescents, organizado por la institución Aitana Investigación y llevado a cabo en Madrid, España. En la siguiente entrevista, comparte esta experiencia y habla sobre la importancia del apego y de un ambiente familiar saludable para prevenir conductas disfuncionales en la adultez, como la delincuencia y la corrupción.
¿En qué consistió su participación en este congreso?
Participé con un póster académico que presenta gráficamente un estudio que realicé a partir de un caso clínico. Este trabajo se expuso en la sala de pósteres, un ambiente donde las personas tienen la opción de acercarse a la investigación y preguntar todos los detalles. Ahí se llevan a cabo muchos contactos interesantes.
¿Ha hecho algún contacto en el congreso?
Claro que sí. He quedado en hacer una investigación transcultural con una psicóloga española especialista en dibujo infantil, con muestras de acá y de allá.
¿De qué se trata el caso que presentó?
El póster que presenté consiste en la evaluación del caso de un niño que fue víctima de un tipo de violencia sexual. Yo lo evalué en el 2005, 2011 y 2012, y presenté los dibujos del niño, los cuales demuestran claramente este y otros problemas que él tuvo. También se aprecia la evolución del caso, que fue muy positiva, gracias a que la familia colaboró muchísimo y puso claros los roles de cada uno de los miembros.
¿Qué ocurre cuando los roles no están claros?
Casi siempre va a haber dificultades emocionales. Mamás que encargan el cuidado de los hijos a la abuela o a la empleada doméstica, papás con poca presencia en el hogar, etcétera. El establecimiento de roles claros al interior de la familia puede ser una garantía para un buen desarrollo emocional. Además, es necesario conocer a los amigos, conectarse con las emociones de los chicos, los padres deben cumplir su rol, no delegar esta responsabilidad a otras personas.
Aparte de su labor de docencia en la Universidad de Lima, usted también hace consulta psicológica, ¿verdad?
Hago evaluaciones psicológicas de casos complejos. Evalúo a niños y adultos, luego entrego mi informe al terapeuta que va a desarrollar la terapia. Un año después, más o menos, me piden una evaluación de control, la cual se contrasta con la evaluación inicial, y así vemos los avances y qué falta trabajar.
Volviendo al tema del congreso, ¿podría comentar algunos de los temas tratados?
Se han dicho cosas que siempre se han sabido, pero que ahora se han comprobado, porque se han presentado estudios, investigaciones muy completas, estadísticamente probadas en diferentes lugares del mundo. Por ejemplo, se ha visto cuán importante es el apego, durante la primera infancia, el apego positivo. Cuando el apego es bueno, los niños desarrollan seguridad en sí mismos, capacidad para reconocer sus emociones, adquieren un bagaje de habilidades sociales, fortalecen su yo, aspectos que a la larga serán la base de una personalidad saludable.
¿Hasta qué edad puede formarse esa base?
Los primeros ocho años son fundamentales. Esto, por supuesto, acompañado de normas y límites claros en la crianza. Por otro lado, no es correcto satisfacer todas las demandas de los niños. Además, se ha hablado mucho de la prevención de desórdenes de personalidad y de conducta antisocial. Niños con comportamientos inadecuados, con padres que no han desarrollado el apego seguro, a la larga pueden desarrollar conducta antisocial, por ejemplo, encaminarse hacia la delincuencia y la corrupción. Todo eso tiene un origen en pautas de crianza poco claras.
¿Puede ser genética la conducta antisocial?
Muchos estudios de neuropsicología indican que el factor genético no es determinante. Uno puede tener un factor genético, incluso en relación a la psicosis, pero no necesariamente se va a manifestar. Si el niño vive en un ambiente familiar o de crianza saludable, ese factor genético puede no declararse.
¿Los problemas de conducta instalados en un niño pueden revertirse cambiando el tipo de crianza?
Sí, actualmente hay un enfoque muy positivo al respecto, aunque hay situaciones que han pasado ya los límites. En todo caso, las modificaciones se trabajan con un enfoque integral, con los padres, los cuidadores, el niño y la escuela. Los padres deben comprometerse seriamente con el tratamiento. Las escuelas también. Si todo el sistema se modifica, por supuesto que puede haber muy buen pronóstico. Precisamente estos congresos apuntan a presentar investigaciones que ayuden a encontrar alternativas de solución. Ahora los enfoques en psicología son preventivos, no hay que esperar que el problema llegue.
¿Cómo se puede prevenir?
Desde muy pequeños, los niños deben tener espacios libres en donde puedan desarrollar actividades de integración, socializar, desarrollar empatía. Por ejemplo, el estado de emergencia en el Callao no constituye una medida suficiente para resolver el problema. La solución no implica únicamente sanción, los niños necesitan alternativas, losas deportivas, centros donde desarrollar actividades proactivas, cooperativas, ver que existen otras alternativas, sobre todo si los padres trabajan muchas horas fuera de casa y los chicos se quedan a merced de la televisión o la calle.
El problema a veces está en la propia casa, que incentiva comportamientos inadecuados.
Claro, por eso es importante trabajar con la familia. Cuando se trabaja solo con el niño se avanza, pero muy poquito. Si el niño está en un ambiente disfuncional y, después de la terapia o de su práctica deportiva, regresa a ese ambiente con el mismo patrón de crianza, se avanza poco. Y aquí es muy importante el papel de la mamá, ella debe ir necesariamente a la terapia, porque puede impulsar el cambio. Digo la mamá, porque normalmente ella es la figura más próxima para un niño. Cuando los hijos son más grandes puede ser diferente.
¿Qué pasa cuando los padres ocultan información importante para el caso, por vergüenza o por ignorancia?
Es parte de la premisa: todo paciente miente, es hasta una actitud defensiva, uno tiene miedo de ver lo mal que puede estar y disimula. Pasa en las enfermedades físicas, pasa en las enfermedades emocionales. Nuestra función consiste en tomar en cuenta lo que la persona dice y también lo que no dice; hay un lenguaje entre líneas, hay contradicciones y también hay pruebas que nos permiten entrar al mundo interno de los niños y los adultos.