17 de Septiembre de 2018
Una apuesta por el cliente
En 1961, el huanuqueño José Mallqui inició un negocio de venta de alambres magnéticos y aislamientos eléctricos, apoyado por su esposa, Bertha Naupay. Con el tiempo, el negocio creció, se convirtió en Promelsa y se integraron los hijos de Mallqui. Tras ellos, ha comenzado a llegar la tercera generación, con Ljubitza Frkovich Mallqui a la cabeza.
Ljubitza confiesa que no fue fácil ingresar a trabajar formalmente en la empresa de su abuelo, pese a que la consideraba su segunda casa, pues de pequeña solía pasar ahí sus vacaciones, revisando la mercadería, contestando las llamadas de los clientes y ayudando en todo lo que podía.
Una vez que terminó la Carrera de Administración en la Universidad de Lima, se dio cuenta de que para ser parte de Promelsa, formalmente, no bastaba llevar el apellido Mallqui, debía demostrar méritos. Y lo hizo. Postuló por medio de una agencia de empleos, y desde febrero de 2018 se desempeña como jefa de Marketing.
¿Cuándo asumiste el cargo de jefa de Marketing en Promelsa?
En febrero de este año, pero he estado en la empresa, ya que es familiar. He apoyado en la parte de inventarios, en créditos y cobranzas, he sido recepcionista, etcétera. Yo pertenezco a la tercera generación, soy la mayor de 12 primos. No todos están interesados en ingresar al negocio familiar. Los que sí, tienen que ceñirse a un protocolo. No por ser nietos de José Mallqui tenemos algo asegurado aquí.
¿Cómo es ese protocolo?
Hay una serie de requisitos. Por ejemplo, se requiere tener un grado universitario, cinco años de experiencia laboral y un MBA para un puesto importante. Por otro lado, mis tíos son directores, no pueden ocupar gerencias. Yo empecé como coordinadora de Marketing, después de trabajar en Nextel. No me importó empezar en un puesto menor que el que tenía, con tal de ganar experiencia y aprender del negocio ya como profesional.
¿Qué puestos has ocupado en otras empresas?
Trabajé en Nextel como consultora de Ventas y luego como consultora corporativa de Ventas. Cuando la empresa fue absorbida por Entel, pasé a ser ejecutiva sénior de Ventas. Renuncié en diciembre de 2015 a Nextel, porque me aceptaron en Babson College, Estados Unidos, para estudiar un MBA. El curso comenzaba en mayo de 2016, por eso entré solo por tres meses a Promelsa, como coordinadora de Marketing.
¿Viste las cosas diferentes una vez que trabajaste siendo profesional?
Sí. Vi que los vendedores necesitaban mucho apoyo para enfocarse en las necesidades del cliente, pues detecté varios puntos por mejorar. Uno de ellos era la demora en los despachos. Como solución temporal, reacomodé el espacio de compras para que los clientes pudieran tener un televisor, y pasábamos videos de cámaras indiscretas intercalados con videos publicitarios de las marcas que vendemos y microprogramas para mostrar nuestros productos. Quienes esperaban más de ocho minutos podían jugar en una ruleta de premios. Identifiqué el cuello de botella, dónde estaba el problema que provocaba la demora, pero no tuve tiempo de implementar una mejora porque tuve que viajar. Me gradué en mayo de 2017 y, como estaba embarazada, decidí quedarme un tiempo más en Estados Unidos, no quería viajar con mi hija tan pequeña. Regresé en octubre del año pasado.
Al volver, ¿te esperaba tu puesto en Promelsa?
No, tuve que buscar trabajo. Sin embargo, coincidió con que se abrió una jefatura de Marketing y postulé a través de la consultora Adecco.
¿Alguna ventaja habrás tenido por ser parte de la familia?
¡Ninguna! En diciembre me entrevistó la consultora y, paralelamente, yo buscaba trabajo en otros lugares. La familia no intervino para nada, pero, felizmente, en enero me dieron la buena noticia de que había sido elegida. Ingresé en febrero.
De vuelta a la empresa, ¿has logrado reducir los tiempos de espera?
Todavía tenemos problemas con eso. Si bien antes de viajar presenté mi recomendación con respecto a cómo se debería trabajar la disminución de tiempos de espera, con un equipo interdisciplinario, no se ha llevado a cabo la implementación. Pienso que falta interiorizar la filosofía del negocio, cuyo foco de atención es el cliente.
¿Es lo que piensas o es lo que regía en tiempos de tu abuelo?
Es lo que nos transmitió mi abuelo. El modelo de negocio de Promelsa nunca debió dejar de orientarse al cliente. Mi abuelo siempre tuvo una buena relación con sus proveedores, sus clientes y sus empleados, y el cliente era lo más importante para él y para el negocio. De hecho, el logo de Promelsa es un hombre que está corriendo para entregar el producto a tiempo. El cliente no puede esperar.
¿Cómo?
Este 2018 cumplimos 50 años y, a propósito de eso, estamos trabajando con una consultora que nos ha ayudado a enfocarnos en 4 pilares. Uno de ellos es el relanzamiento de Promelsa; en julio vamos a hacer una campaña cuyo concepto será: el cliente es primero. Con eso queremos que todas las personas se vistan con la camiseta del cliente. La idea es trabajar en equipo y solucionar los procesos para dar una respuesta rápida. Queremos que la mentalidad cambie. Tenemos diferentes iniciativas con Recursos Humanos para realizar talleres de formación de líderes y de cambio, entre otras cosas.
¿Hay algún otro plan que estén trabajando?
El próximo mes vamos a inaugurar una tienda en Miraflores, que es un punto estratégico para visualizarnos mejor. También tengo en mente un proyecto de e-commerce. Por ahora mi meta es, por lo menos, elegir al proveedor con quien voy a trabajar. Nos costará un poco de tiempo organizar la información.
¿Cómo te sientes con todo esto que estás haciendo?
Feliz, pues le tengo mucho cariño a la empresa. Mi mayor experiencia de trabajo está en ventas, pero el marketing es mi pasión. En la Universidad de Lima siempre elegí los cursos orientados al marketing, lo mismo en el MBA. Siempre busco actualizarme en esa área.
¿Qué aprecias de tu formación en la Universidad de Lima?
Me parece que la malla curricular estaba muy bien planeada y que la exigencia de los cursos era buena. Yo he notado, en las entrevistas de trabajo, que ser de la Universidad de Lima es un punto a favor. Lo mismo percibí cuando postulé a Babson, pues pienso que eso me sirvió para que me aceptaran en el MBA.