15 de Marzo de 2018
En el mundo del litigio
En el 2006, cuando José Aguado egresó de la Carrera de Derecho de la Universidad de Lima, estaba seguro de que quería desempeñarse como abogado litigante. Desde entonces ha trabajado para importantes estudios, llevando con mucho éxito litigios procesales civiles, constitucionales, comerciales y de ejecución.
Actualmente es socio de Dentons, una firma con más de 3.000 abogados distribuidos en países de 4 continentes. José, desde su posición de socio del estudio en el Perú, busca consolidar el Área Procesal y de Resolución de Conflictos y ponerla a la par de los más grandes estudios de litigios en nuestro medio.
¿Cómo te integraste a Dentons?
Vine porque el socio sénior Claudio Cajina me hizo la oferta en enero de este año. Me pareció un proyecto muy interesante y estoy seguro de que aquí seguiré creciendo profesionalmente. Es un reto ambicioso, sin duda, y lo sacaremos adelante.
¿Por qué decidiste especializarte en litigios?
Esta es un área en que uno debe moverse mucho, ir a los juzgados, asistir a las diligencias, a las audiencias, intercambiar ideas, interactuar con muchas personas, analizar los casos para formular la mejor estrategia. A mí me gusta todo eso, no me entusiasma estar sentado todo el día frente a un escritorio.
¿Cuáles son tus cualidades profesionales?
Creo que para esta especialidad hay que ser muy creativo, ser capaz de dar respuestas rápidas y ser muy ordenado, porque se trabaja con plazos determinados. Por más que uno tenga la razón, si no presenta su posición en el día indicado, se puede perder el caso. También es necesario tener cierto nivel de persuasión y expresarlo tanto al escribir como al exponer. Y hay que ser muy cuidadoso y aprender a trabajar bajo presión.
¿Esta área demanda más presión que otras del derecho?
Yo creo que sí, por lo que te comento, porque al final del día dependes de la decisión de un tercero y tienes a un cliente preocupado por el fallo, porque de eso dependen muchas cosas para él. Siempre puedes creer que tienes una buena estrategia, pero al final eso lo decide un juez o un tribunal arbitral, eso también genera tensión.
¿También debes investigar mucho?
Por supuesto, hay que leer siempre. Todos los abogados necesitan actualizarse permanentemente.
¿Recuerdas algún caso especialmente?
Recuerdo varios. Uno fue el de la controversia entre Scotiabank, a quien yo patrocinaba con el Estudio Payet, y Telefónica. Fue un proceso que duró casi ocho años y, en un principio, lo ganó Telefónica, por un tema de interpretación de la Norma de Ejecución Coactiva. Scotiabank lo perdió en la Corte Suprema, pero después de unos años, lo revertimos, a través del proceso de amparo, en el cual el Tribunal Constitucional nos dio la razón y regresó a la vía ordinaria. Al final, el banco ganó el proceso.
¿Cuál fue la repercusión de ese caso?
Tuvo una repercusión enorme. Era muy importante, porque generaba un precedente. Todos los bancos estaban pendientes del caso y preocupados, porque implicó prácticamente la modificación de una norma. Inicialmente, se realizó una interpretación indebida, la cual fue acogida por el Poder Judicial, pero al final fue modificada.
¿Todos tus casos de litigio han sido a nivel corporativo?
En los estudios, normalmente, los clientes principales son las empresas. Tratamos sobre todo con personas jurídicas, vemos problemas corporativos, arbitrajes, procesos constitucionales, etcétera. También he tratado casos de familia, pero sucede que la gente común se pelea menos que las empresas [risas] o sus problemas no suelen llegar a los tribunales.
¿Qué experiencias laborales has tenido antes de llegar a Dentons?
Estuve como cuatro años en el Estudio Hernández & Rosselló, que ahora es Hernández & Cía. Después trabajé en la Superintendencia de Banca y Seguros por casi dos años y luego entré al Estudio de Jorge Avendaño, quien ya falleció. Más tarde fui al Estudio Rebaza, por dos años, y luego ingresé al estudio de Adrián Simons, en el que permanecí seis meses.
¿Por qué te retiraste?
Quería un trabajo más corporativo, me quería desenvolver en esa línea y tuve suerte, porque me llamaron del estudio Payet, Rey, Cauvi, Pérez Abogados. Me quedé seis años y luego llegué acá, donde ya tengo algunas semanas. Mi primer día de trabajo fue el 1 de marzo.
Siempre te has dedicado al litigio, ¿era algo que ya tenías pensado cuando ingresaste a la Universidad?
No entré con esa idea, pero en los primeros cursos me enganché con esta materia, me gustó mucho básicamente por la manera en que los profesores dictaban las clases, especialmente los profesores Adrián Simons y Luis Alberto Liñán. Uno tiene que estudiar lo que le apasione y especializarse en el área donde mejor se sienta, y el litigio es lo mío. Tengo amigos de la carrera que no ejercen la profesión actualmente, pero eso no es malo, porque si algo te da esta profesión es conocimiento general, te ubica en el mundo, te da muchas herramientas y desarrolla tus habilidades. Más adelante se aplica todo eso en cualquier ámbito.
¿Qué objetivos tienes a futuro?
Espero seguir trabajando muchos años más como abogado. Me encanta lo que hago y espero seguir creciendo en esta firma, en la cual soy socio. Quiero realizar el proyecto por el cual vine, desarrollar un área que pueda pelear a la par con cualquier estudio grande. Ese sería mi proyecto a mediano plazo.
¿Cómo fue tu etapa de estudiante en la Universidad de Lima?
Tengo los mejores recuerdos de la Universidad. Jugaba fútbol en la selección y mi equipo fue el primero en campeonar el universitario en Trujillo. Gracias a eso tuve como 14 créditos de beca. Recuerdo que me despertaba como a las 5 de la mañana para ir a entrenar. La Universidad de Lima te da mucha libertad y la posibilidad de entrenar diferentes deportes. Tiene buenos profesores y los salones tienen un número limitado de estudiantes, eso nos permitía interactuar muy bien con los profesores.