08 de Enero de 2018
Egresada Ulima entre los mejores escritores latinoamericanos
La escritora y graduada de Comunicación de la Universidad de Lima María José Caro León-Velarde ha sido reconocida entre los 39 mejores escritores de ficción de Latinoamérica menores de 39 años. Tras su éxito con el libro de cuentos La primaria y la novela Perro de ojos negros, vuelve a comprobar que cuando haces algo con entrega y pasión los resultados siempre son buenos: su más reciente obra, ¿Qué tengo de malo?, compite como mejor libro de cuentos en los Premios Luces 2017 de El Comercio. En esta entrevista, María José nos cuenta sobre el arte de escribir.
¿Escribes desde el colegio?
No, ni siquiera me gustaba leer [risas]. Veía mucha tele, me gustaban las películas. Más adelante me di cuenta de que las películas tenían una narrativa, muchas están basadas en libros y eso es lo que me gustaba de ellas. En el último ciclo de la carrera, descubrí el Taller de Narrativa que lideraba Jorge Eslava en la Universidad de Lima, así que empecé a ir y me gustó. Luego participé en los Juegos Florales de la Universidad y quedé segunda. Eso me animó, seguí yendo al taller y afiné mis textos. Después viajé a España para hacer una maestría en la Universidad Complutense de Madrid, pero antes de eso dejé listo mi libro de cuentos. Al volver, a finales del 2012, se publicó y, tiempo después, en el 2016, se publicó mi novela. Debo decir que la razón principal de haber publicado los libros es porque encontré a Jorge Eslava.
Cuéntanos sobre tu reconocimiento como uno de los 39 mejores escritores menores de 40 años de Latinoamérica.
Este reconocimiento se dio en Bogotá39, un evento que busca promover el trabajo de escritores a los que el Hay Festival considera los 39 mejores escritores latinos menores de 40 años. En el evento no hay cuotas según el sexo o la procedencia, se acepta de todo, así que simplemente mandas un texto y ellos eligen 39 de ellos. De México salieron 7 escritores, de Bolivia 1, del Perú 3.
¿Quiénes fueron los seleccionados del Perú?
Fuimos Juan Manuel Robles, Claudia Ulloa y yo. Una situación muy rara, porque se trata de dos mujeres y un varón. Durante mucho tiempo se ha pensado que las mujeres escribían solo novelas románticas, pero ahora ya hay más espacio para las mujeres. De los 39 escritores seleccionados en el evento, 13 fuimos mujeres.
¿Cómo es tu proceso de escritura?
Lo primero para mí es que hay que ser un lector. Yo leo cinco libros al mes, creo que es muy importante leer y, a partir de ahí, encontrar tu propia voz. Cuando lees algo interesante, ves cómo dicen las cosas otros autores, así vas definiendo tu camino, sabes qué no debes repetir. También necesitas pensar si tienes algo que decir, revisar tus inquietudes personales, etcétera. Pero lo más importante para escribir es tener algo atorado en la garganta y ser capaz de contarlo. Además, hay que quitarse el pudor. En mi caso, mis dos libros tienen un personaje muy parecido a mí y ya me han preguntado si yo soy esos personajes que describo… bueno, definitivamente tienen algo de mí.
¿Alguna vez te has quedado sin ideas?
A veces no tienes nada. Pero incluso en esos momentos trato de escribir una línea, al menos. También reviso lo que he escrito, borro, vuelvo a escribir. No creo en eso de la inspiración, esto es más una disciplina. Hay que acostumbrarse a escribir en un horario.
¿Qué sensación te provoca escribir?
Creo que escribir me da estabilidad, soy muy ansiosa y escribir me ayuda mucho. A veces escribo desde las cuatro de la mañana o de camino al trabajo. Yo vivía en La Molina y mi trabajo es en Jesús María, por eso tenía que salir de casa como a las seis de la mañana si quería cruzar la avenida Javier Prado sin tráfico; hacía una parada en un café a medio a camino, ahí escribía un rato y luego seguía mi rumbo.
¿Alguien de tu familia escribe también?
A nadie de mi familia le gusta escribir. Pero el esposo de mi mamá tiene una gran biblioteca y ahí he leído muchísimo. Quizás no somos tan cercanos en gustos literarios, pero he encontrado obras clásicas que he disfrutado mucho.
¿Se puede vivir solo de escribir?
Vivir de escribir es algo utópico. Yo escribo por las mañanas, leo de noche y trabajo de día en el Instituto de Estudios Peruanos.
¿Qué haces en tu trabajo?
Estoy en un área de proyectos especiales, donde se gestiona la responsabilidad social de las empresas y yo me encargo del proyecto educativo de la Fundación Telefónica, EducaRed. Es un portal para profesores, lo que hacemos es capacitar presencial, semipresencial y virtualmente a los maestros. Esto implica que viaje bastante a provincia, ahí también me doy tiempo para escribir.
¿Algún libro te ha marcado o influenciado especialmente?
Un libro que me ha marcado mucho es El guardián entre el centeno, de Jerome David Salinger. Otro es Un año pésimo, de John Fante. Con esos dos libros me di cuenta de que, con palabras sencillas y un lenguaje no tan recargado, se pueden decir cosas geniales. Me gusta mucho la literatura estadounidense. En la latinoamericana, Ribeyro me parece genial. En poesía, me gusta Blanca Varela.
¿Has pensado en la poesía como una opción?
Me gusta leer poesía, pero no creo que pueda escribirla. Si bien hay una necesidad de decir algo, la poesía es más compleja, más sensorial que contar una historia.
¿Cómo fue tu etapa en la Universidad de Lima?
Hice muy buenos amigos en la Universidad. Aprendí mucho en Comunicación, valoro mucho el paso por el Taller de Narrativa y me parece genial que ahora la Universidad tenga su Centro Cultural.