Universidad de Lima

La literatura infantil es un tema poco abordado por los estudiosos de la literatura, pero Jorge Eslava siente que tiene una deuda con este tema, por sus años de docencia en el Colegio Los Reyes Rojos, por su pasión por la literatura y por su interés en dejar un legado para los maestros.

Por eso emprendió la investigación y redacción de dos libros, con el apoyo del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima (IDIC). Los títulos son Paisaje de la mañana. Esbozo para un curso de literatura infantil peruana y Zona de encuentro. Lecturas urgentes para educación secundaria. Ambos se presentarán el 2 de diciembre en la Feria del Libro Ricardo Palma. La publicación es del Fondo Editorial de esta Casa de Estudios, donde Eslava es investigador y profesor.

¿Por qué decidió escribir estos libros?
Siento que tengo una gran deuda con la enseñanza, y estos dos libros, sumados a otros que hice anteriormente, son una retribución a mi oficio, que es la enseñanza. Estos libros están dirigidos a los docentes, tanto de primaria como de secundaria.

¿Qué aborda en Paisaje de la mañana?
Es un libro con apuntes. No hay nada consolidado, pero pretendo definir un género de información, que es la literatura infantil, tan menospreciada en los manuales de literatura. Realizo una reconstrucción histórica de cómo se ha gestado la literatura infantil desde las crónicas del siglo XVII hasta el siglo XX. El libro es también una muestra antológica que reúne lo mejor que se ha publicado en la literatura infantil a lo largo de estos cuatro siglos.

¿No hay otros trabajos similares?
Solo un par de panoramas hechos, uno por Francisco Izquierdo Ríos y otro por Jesús Cabel, que muestran una visión general de la literatura infantil. A mí me interesaba hacer algo más exhaustivo, rescatar nombres del anonimato, revalorar a otros y atreverme a incorporar a algunos autores de quienes, aunque no escribieron para niños, buena parte de su obra resulta muy accesible e incluso provechosa.

¿Y de qué se trata Zona de encuentro?
Zona de encuentro pretende ser un lugar de encuentro para los profesores de secundaria. Hay una nómina de autores que podrían constituir un canon de la literatura peruana del siglo XX y que, en mi modesta opinión, los profesores de secundaria deberían conocer y hacer conocer.

¿A qué autores u obras propone?
Es una nómina de 36 autores e incluye obras de realidad nacional, ensayos, ciencias sociales y libros de literatura, tanto en poesía y narrativa como en teatro. Planteo una relación de 36 títulos, y para todos ellos he establecido una conversación, larga y puntillosa, con sus autores o, en caso de que estuvieran muertos, con estudiosos de la obra. He querido establecer un diálogo amable y dinámico con ellos, con el fin de auscultar y hacer más cercana la obra para el maestro escolar.

Específicamente, ¿qué aborda en estas conversaciones?
Además del libro en general, hablamos del autor, del momento histórico en que se escribió la obra y del nivel de influencia que tuvo el libro. Muchos de los textos, probablemente las dos terceras partes, son obras consagradas de la literatura peruana. Lo restante son algunas pruebas de ensayo —como parte de mi propuesta por incorporar algunos títulos escritos, sobre todo en el último tercio del siglo XX— que, en mi opinión, van a convertirse en clásicos, con los años.

De todos los autores seleccionados, ¿tiene predilección por alguno?
Cuando uno emprende un trabajo de investigación, procura ser objetivo. Los 36 libros me parecen importantes y emblemáticos del siglo XX, pero sí, tengo preferencias, algunos me gustan más que otros. Por ejemplo, el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es un libro que aún me conmueve y es de lectura indispensable para la actualidad y urgente en todas las escuelas; tiene varios tomos, pero se puede leer un buen resumen. También están los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, un libro que marca el cimiento de una línea de pensamiento en la que confluyen las ciencias sociales y la literatura. Ya dentro de la literatura, me encantan 5 metros de poemas, de Carlos Oquendo de Amat; Cuadernos de Horacio Morell, de Eduardo Chirinos; Los inocentes, de Oswaldo Reynoso; Los ríos profundos, de José María Arguedas, y La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa.

Debe de haber sido una linda experiencia tener las conversaciones sobre estas obras…
Una linda experiencia, en efecto. Por lo general, estos libros son el resultado de largas y profundas observaciones y de mucho desvelo. Hace mucho tiempo quería dedicar un tiempo a estudiar literatura infantil en el Perú y he tenido esta oportunidad gracias al IDIC. El primer libro lo escribí entre 2013 y 2014. Y este, que es el segundo, entre 2015 y 2016.

¿Cuál es su mayor aspiración respecto de estos libros que va a presentar?
Mi mayor aspiración es que lleguen a todos los docentes. Me encantaría que en el futuro se digitalizaran y fueran de libre acceso para el magisterio. Ese es mi más caro anhelo, porque estoy convencido de que la formación profesional y la capacitación de los docentes es bastante precaria y tengo una deuda con eso. Quiero dejar un legado.

Entrando en un terreno más personal, ¿cuándo empezó su gusto por la literatura?
Crecí en un hogar con una biblioteca muy grande y con unos padres muy lectores. Mi padre nos exigía leer y nos tomaba controles de lectura semanales, incluso durante las vacaciones. Mi pubertad estuvo marcada por los libros de aventuras, en particular las sagas de piratas de Emilio Salgari. Hoy prefiero leer ensayos.

¿Cómo es para usted escribir un libro?
Es un trabajo entre tortuoso y placentero. Hay días en que tengo inspiración y otros en los que, aunque esté muy dispuesto, no me sale nada. Pero no hay gozo mayor que poner el punto final a un libro.

¿Cuánto tiempo dedica a escribir?
Me siento todos los días a escribir, no solo libros, a veces me piden presentaciones de libros de otras personas, por ejemplo. Y no me gusta improvisar: si me invitan a presentar un libro, acepto y preparo un texto. Me gusta escribir en las mañanas; el resto del tiempo lo dedico a la docencia.