05 de Julio de 2023
Ingeniero especializado en prospectiva tecnológica
La velocidad del desarrollo tecnológico es más rápida que la que vaticinaban las predicciones optimistas. Así lo afirma Fernando Ortega, director de Investigaciones de Concytec e ingeniero metalúrgico por la Universidad de Lima.
En la siguiente entrevista, habla sobre el futuro de la ciencia y la tecnología, así como de los multiversos informáticos, donde vamos a trabajar y hacer negocios. Señala, sin embargo, que estos van a representar un problema para el sistema de recaudación de impuestos en todos los países.
¿Qué temas concitan mayor interés por parte de los investigadores?
Actualmente, las prioridades del país están orientadas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que es un compromiso internacional que hemos asumido como país y que ordena todas las actividades que tenemos previstas para llegar al 2030 en mejores condiciones. Además, como Concytec, tenemos el compromiso de cerrar las brechas con respecto al avance de la ciencia, especialmente en los momentos en que estamos, en esta cuarta revolución tecnológica. Hay que tratar que nuestro país no pierda el paso y de llegar a la frontera de la ciencia.
¿Quiénes son, principalmente, los investigadores en nuestro país? ¿De dónde provienen?
El grueso de los investigadores está agrupado en las universidades, aunque también hay un número importante que trabaja en los institutos públicos de investigación y en centros privados.
¿Cuál es el destino de las investigaciones? ¿Finalmente, tienen una aplicación práctica?
Depende mucho de la investigación. Algunas llegan al sector privado o continúan en las pequeñas empresas de base tecnológica, formadas especialmente por estudiantes. Algunas universidades continúan la investigación, pero ya no desde un punto de vista académico, sino comercial o industrial.
¿Cómo ve el tema de la inteligencia artificial?
Es algo que ya se veía venir desde el cambio de siglo. Yo soy prospectivista, es decir, mi especialidad en el campo de la ciencia son los estudios del futuro. Los prospectivistas trabajamos en inteligencia artificial incluso desde antes del cambio de siglo, de ahí que no nos sorprenda lo que ocurre actualmente. Ahora bien, la inteligencia artificial todavía no merece ser llamada de esa manera, porque lo que en realidad es, en este momento, es un buen gestor del conocimiento colectivo de la humanidad. No crea conocimiento, más bien gestiona el conocimiento colectivo.
¿Qué opinión tiene del ChatGPT?
Cuando se lanzó el ChatGPT 3, la gente recién se dio cuenta de que podía conversar con las computadoras. Pero hay un desarrollo anterior, desde la época de Alan Turing, precursor de la informática moderna y considerado el padre de la inteligencia artificial. En 1950 escribió un artículo en el que se preguntaba si las máquinas podían pensar. Por otro lado, a fines de los años noventa, IBM desarrolló el programa de inteligencia artificial Deep Blue, con el que venció al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. Es todo un proceso que se ha desarrollado en los últimos setenta años, pero a partir de noviembre del 2022 la inteligencia artificial se ha hecho más conocida y ha cobrado más interés por parte de la mayoría de personas. Es más, mucha gente no puede dormir porque piensa que la inteligencia artificial le va a quitar el puesto de trabajo.
¿En qué casos será esto cierto?
Indudablemente, la inteligencia artificial va a ocupar muchos puestos de personas que realizan un trabajo repetitivo. Pero seguramente también creará nuevos puestos. En cuanto al ChatGPT, en marzo de este año se lanzó el GPT-4, que es una mejora sustancial respecto a la versión 3 y a la 3,5. Aparentemente, podría vencer la barrera del test de Turing, es decir, puede engañarnos, puede hacernos creer que los productos de esa inteligencia artificial son hechos por humanos y no por máquinas. Se tenía previsto que esto podría ocurrir entre los años 2024 y 2026, pero ya sucede, se ha adelantado uno o dos años. Eso significa que la velocidad del desarrollo tecnológico se está llevando a cabo mucho más rápido que las predicciones optimistas. Eso nos genera cierta ansiedad, en el sentido de que el próximo hito que es el de la singularidad tecnológica, que estaba previsto que podía ocurrir alrededor del 2040, a partir de los nuevos desarrollos, seguramente se adelante al 2030.
¿Qué es la singularidad tecnológica?
Significa que las computadoras van a equiparar en todas las capacidades a la mente humana. Para el 2030, las cosas van a ser muy distintas de cómo son ahora.
¿Qué podríamos ver, por ejemplo?
Hay muchas cosas que se pueden plantear, pero quizás la más llamativa sea la posibilidad de vivir y convivir en los multiversos informáticos. Es decir, podremos tener actividades físicas durante algunas horas del día y pasar el resto de nuestras horas en multiversos, no solamente en temas de entretenimiento, sino también de negocios, en el trabajo de actividades operativas que podrían estar al margen de los sistemas de regulación y control de los gobiernos, inclusive. En cada multiverso, una persona puede adquirir una determinada identidad, es decir, diferentes nicknames. ¿Estará la Sunat en capacidad de seguir a las personas por los multiversos? Las personas cobrarán en monedas digitales, sin duda. Van a surgir monedas virtuales con respaldo físico, como si fueran monedas de uso regular en el mundo físico. En el Perú, tenemos un porcentaje enorme de informalidad, pero ¿cómo será la informalidad virtual, no solo en el Perú, sino en aquellos países altamente regulados? En los multiversos circulará dinero que solamente podrá ser detectado en el momento que se baje al mundo real. No solo se trabajará virtualmente, sino que se hará actividad económica virtual. Se podrá tener una boutique y vender prendas de vestir con una pasarela virtual, donde unos modelos virtuales lucirán las prendas. Se realizará todo tipo de trabajo a través de los multiversos. Ahora usamos el banco físico, pero podríamos usar bancos virtuales y tener dinero virtual sin el problema de la volatilidad que han tenido las criptomonedas.
Eso podría ser muy perjudicial para la economía de los países.
Los gobiernos van a tener que pensar cómo manejar sus sistemas de control sobre sus contribuyentes, de forma que no pierdan ingresos, porque el bienestar que hay en los países desarrollados se basa en altas tasas impositivas. ¿Y si se escapa el pago de los impuestos por medios virtuales? Entonces, tranquilamente, el multiverso Sigma, por decir un nombre, podría ser mucho más potente que las Islas Caimán. Vamos a ver cómo ingresa todo eso, poco a poco, en la medida que se genere una oferta de servicios virtuales. Quizás el paso más importante que se ha dado en estos días es el lanzamiento de Vision Pro de Apple, un visor que pone a esta empresa por delante de los medios virtuales. No solo te permite ver, sino también interactuar. Luego, administras tus avatares, es decir, tus “otros yo” en diferentes multiversos.
¿Ya se están realizando compras en los multiversos informáticos?
Sí, ya. Incluso se puede comprar lotes de terreno en condominios virtuales que no existen. Hay gente que paga USD 30 000 por un lote virtual ubicado en un condominio donde están las celebridades. Así se dan el gusto de decir que son vecinos de ese personaje porque viven virtualmente en el mismo condominio. Hay gente que se hace millonaria, como los desarrolladores de las inmobiliarias virtuales. Es todo un mundo por desarrollar. Las personas ya hablan con computadoras, pero más adelante será posible comunicarse con el pensamiento con estas máquinas. Eso va a ser mucho más interesante. Después lo haremos entre las personas. Eso será posible en la medida que conozcamos cómo opera nuestro cerebro. Será la próxima revolución. Hoy estamos preocupados por la inteligencia artificial, pero en la próxima revolución el tema será cómo le damos uso al 80 % del cerebro que no usamos.
Ese podría ser el fin de algunas enfermedades neurológicas.
Podría ser. Justamente, el avance de las neurociencias se basa en encontrar soluciones a enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson, que deterioran notablemente las neuronas del cerebro, lo que será viable si logramos reconstruirlas. El siguiente paso será cómo activar el resto de las neuronas. Los próximos años van a ser bastante desafiantes para los jóvenes profesionales que se gradúan ahora. Deben ingresar a un mercado laboral cada vez más competitivo.
Usted publica un boletín de avances tecnológicos, ¿verdad?
Es el Boletín de Vigilancia Tecnológica, que difunde los avances tecnológicos. Lo iniciamos antes de la pandemia para dar a conocer los últimos avances de la ciencia y la tecnología. Se publica una nueva edición cada lunes en nuestra página web. Ha sido tan exitoso el boletín, que lo editamos también en inglés, y cada vez es más usado por investigadores y estudiantes de América Latina y de algunas partes de Asia. Vivimos en un mundo en el que la información es importante. Por lo tanto, todo aquello que implique difusión de conocimiento tecnológico es bien aceptado. El acceso al boletín es libre. Los analistas escogemos las veinte noticias tecnológicas más importantes de la semana y las diez patentes que creemos pueden ser de interés. En el caso de América Latina, son treinta noticias seleccionadas. Este es un aporte que hacemos para el desarrollo tecnológico del continente. Nos va a permitir estar al día en el desarrollo científico y tecnológico. La pandemia fue una limitación para muchas actividades en el mundo, pero los laboratorios de investigación cerraron muy poco tiempo y luego retomaron sus operaciones. De manera que, al regresar a la normalidad, nos hemos encontrado con un stock embalsado de más de 2 000 trabajos tecnológicos, así que en este momento no hay una ola tecnológica, hay un tsunami tecnológico. Solamente en el tema de inteligencia artificial hay más de 2 000 aplicaciones. La mayoría son gratuitas y van a facilitar enormemente el trabajo de las personas. Son tan amigables que uno aprende a usarlas en la práctica.
¿Dónde ha trabajado antes de Concytec?
He trabajado en el Ministerio de Industrias, estuve en la Dirección General de Artesanías como responsable de realizar innovaciones tecnológicas en la artesanía peruana. Con ayuda de los conocimientos de ingeniería, traté de mejorar los procesos manuales o tradicionales de nuestra artesanía. Después estuve en Artesanías del Perú, una empresa del Estado exportadora de artesanías, donde estas mejoras permitieron, justamente, ampliar la oferta exportable de la artesanía peruana. Después, estuve en el Instituto de Comercio Exterior como sectorista textil. Luego pasé a la Asociación de Exportadores Ádex, donde fui jefe del área de Manufacturas. Veía textiles, cuero, calzado, artesanías, joyería, etc. A continuación, creé mi propia empresa exportadora, que operó unos tres años. Luego estuve en Inversiones Cofide, en el Banco de Materiales. Más adelante, volví al Ministerio de Industria para trabajar en un proyecto internacional de la Corporación Andina de Fomento y de ahí vine al Concytec, en el 2001. Aquí me he desempeñado en una serie de puestos directivos, incluso he sido secretario general durante casi cuatro años. Ahora soy director de Investigación. También he enseñado en posgrado en diferentes universidades del país y del exterior, en prospectiva tecnológica, que es mi especialidad.
¿Qué recuerdos guarda de su vida universitaria en la Ulima?
En primer lugar, estoy muy agradecido con la Universidad de Lima. Lo que soy comienza con mi ingreso a la Universidad. Tuve la suerte de entrar en el primer puesto en el examen de admisión, en el año 1977. Le tengo mucho cariño a la Universidad de Lima. A los egresados de Ingeniería Metalúrgica y de Materiales nos ofrecían oportunidades laborales en el extranjero. Muchos de mis compañeros y de promociones anteriores y posteriores a la mía lograron puestos en el exterior, en Canadá y en Australia, sobre todo. Era muy importante la carrera de Ingeniería Metalúrgica y de Materiales en la de Lima, carrera que ahora ya no se dicta. Yo también tuve la oportunidad de trabajar en Canadá, pero lamentablemente, por una tragedia familiar —falleció mi hermana menor y me quedé como hijo único— no salí al exterior e hice carrera dentro del país. Tengo muy buenos recuerdos de mis épocas universitarias. Recuerdo que poníamos un horno en los jardines de la Universidad, cuando esta no tenía el tamaño que tiene hoy, y les mostrábamos a los compañeros de otras carreras cómo se hacía una fundición de piezas de aluminio. Incluso tuve la oportunidad de enseñar en pregrado en la Ulima, y lo hice con mucho gusto.