09 de Junio de 2021
Egresada Ulima es observadora en el directorio de Caja Huancayo, designada por el BID Invest
En diciembre del 2020, el BID Invest otorgó un préstamo por el equivalente a 16 millones de dólares en moneda nacional a Caja Huancayo. Y ha designado a Rosa Asca, ingeniera industrial por la Universidad de Lima, como observadora en el directorio de esta entidad financiera, a fin de que apoye en los objetivos de lograr el crecimiento de Caja Huancayo en la industria de microfinanzas y establecer mejores prácticas de gobierno corporativo.
En la siguiente entrevista, la egresada Ulima ofrece más detalles sobre la labor que desempeña y sobre su participación en los directorios de otras organizaciones.
¿Qué objetivos persigues como observadora en Caja Huancayo?
He ingresado como observadora en el directorio de Caja Huancayo para ayudar a fortalecer las prácticas de gobierno corporativo y para realizar un buen manejo de los fondos que el BID Invest ha entregado. También voy a ayudar a fomentar la diversidad y la inclusión social. Por ende, formo parte de algunos comités, como el de gobierno corporativo y de auditoría, entre otros.
¿Qué representa para ti este trabajo?
Representa una satisfacción enorme y un honor haber sido elegida por el BID Invest, después de un proceso de selección absolutamente riguroso. Esta es la primera vez que el BID Invest designa como observadora a alguien que no es funcionario del BID Invest. Me siento satisfecha porque, después de una trayectoria profesional de trabajo muy duro, no solo en la empresa privada, sino también en organizaciones sociales, siento que he adquirido el conocimiento para cumplir estas metas, sobre todo las sociales. He sido dos veces presidenta de OWIT Perú y he sido directora ejecutiva de CARE Perú. Eso me da un background, un conocimiento en temas de diversidad e inclusión que puedo inyectar en esta organización.
Formas parte de los directorios de varias empresas. ¿Quisieras mencionar algunas de ellas?
Soy directora en cinco empresas: dos del área de finanzas, que son la Sociedad Titularizadora Coril y Caja Huancayo; dos del área de salud, que es la Clínica Vesalio y Corpol, que es un laboratorio farmacéutico peruano, y una de energía, que es Electro Ucayali.
También has tenido participación en organizaciones sociales.
Sí, hasta hace un año fui la directora ejecutiva de CARE Perú, donde desarrollábamos proyectos sociales a lo largo de todo el país en temas como anemia, desnutrición infantil, cambio climático y educación en niñas. Eso me dio la oportunidad de ocuparme de diversos proyectos de índole social en todo el Perú. Mi último viaje antes de la pandemia fue a Madre de Dios, a la Reserva Natural Amarakaeri, donde me reuní con los líderes de comunidades para llevar a cabo un proyecto muy interesante.
¿De qué se trataba este proyecto?
Era un proyecto en que se enseñaba a las poblaciones indígenas a hacer un uso sostenible, pero a la vez rentable, de los castaños. Los bosques de castaños son endémicos, es decir, están ahí de manera natural: no son plantados. Un castaño tarda 40 años en crecer, y la comunidad normalmente los talaba para cosechar, así que les mostramos que no es necesario talar, y les enseñamos una serie de metodologías para que manejen mejor el bosque. En cuestión de 22 meses, sus ingresos aumentaron de 60.000 a 600.000 soles. Fue muy ventajoso ese proyecto, sin duda. Les enseñamos a administrar, cosechar, vender, exportar, y conseguimos para ellos clientes que les pagaran un plus por el hecho de que sus productos son orgánicos. Esa es una experiencia que se puede replicar en otros lugares, porque este tipo de producto hay en toda nuestra selva. Pero lo cierto es que, a través del proyecto, solo les dimos una metodología que ellos supieron utilizar para mejorar su estándar de vida, cuidando su entorno sin dejar de aprovecharlo para remontar la pobreza. Llegamos a tener más de 20 proyectos muy interesantes; el de Amarakaeri fue uno de ellos.
¿Cómo fue la recepción de las comunidades respecto de esos proyectos?
La gente es muy receptiva, siempre. Pero es muy importante llegar con la mentalidad de trabajar y aprender juntos. Nosotros no llevábamos la solución ni ellos eran los beneficiarios: en conjunto, realizamos trabajos de desarrollo sostenible. Cuando las personas son parte de algo que va a mejorar su entorno y les va a brindar bienestar, se muestran muy receptivas. Hubo una transferencia de conocimiento, pero de ambos lados. Las comunidades tienen un conocimiento ancestral muy valioso que siempre se aprovecha y agradece. La fusión de ambas experiencias es lo que conduce estos proyectos hacia el éxito.
Eres presidenta de Soluciones Empresariales contra la Pobreza (SEP). ¿Qué proyectos has podido desarrollar ahí?
Sí, Soluciones Empresariales contra la Pobreza es la ONG que hace 11 años se formó desde el sector privado para apoyar los programas sociales del Gobierno peruano, pero no con dinero, sino con conocimientos. Por ejemplo, cuando se creó Qaly Warma, con Carolina Trivelli, había un problema logístico para distribuir la comida diariamente. Entonces desde el SEP se convocó a los expertos en logística de empresas como Coca-Cola, Alicorp, Field, Backus, etcétera. También trajimos expertos del MIT y de Yale para apoyarlos en sus programas sociales. Por otro lado, durante la pandemia, en el SEP hemos desarrollado un programa llamado Hombro a Hombro, con el cual hemos contribuido con la distribución y la canalización de la cooperación del sector privado en especies (como agua, fideos, leche, atún, entre otros) para las poblaciones que han sufrido mucho debido a la emergencia sanitaria. También apoyamos con la donación del transporte del primer millón de vacunas.
¿Qué significa para ti poder apoyar con este tipo de programas sociales?
Me da brinda mucha satisfacción. Creo que siempre debemos buscar un balance en la vida. Uno debe desarrollarse profesionalmente, pero no solo en ese ámbito: uno debe completarse en todo aspecto, en lo familiar y en lo personal también. Y este tipo de acciones, a mí, en lo personal, me generan una satisfacción. Siempre le he dedicado una parte de mi tiempo a organizaciones que apoyen a otras personas a surgir. Cuando fui presidenta de OWIT, podía ayudar a otras mujeres a asumir puestos directivos en las empresas a través del coaching, con herramientas y brindándoles talleres con expertos. También estoy en la Fundación ANAR, que tiene una línea telefónica anónima para atender consultas psicológicas de niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Estoy en los directorios de ANAR y el SEP para ayudar en los momentos de crisis, de cualquier tipo. Poder desarrollar estas actividades es para mí la gasolina que me permite hacer todo lo demás; es lo que alimenta mi espíritu.
¿Siempre tuviste esta inquietud social?
Siempre he tenido una sensibilidad social. Cuando estaba en la Universidad de Lima, hacíamos campañas con un grupo de amigos para llevar donaciones de empresas a poblaciones necesitadas. Veo con satisfacción que actualmente las iniciativas sociales se han desarrollado mucho, también en las universidades, mucho más que cuando yo era estudiante universitaria. En mi tiempo, tuve la suerte de encontrar personas con sensibilidad social con las que pudimos desarrollar pequeños proyectos.
¿Podrías comentar sobre tu trayectoria profesional antes de ser directora de las empresas que has mencionado?
He sido gerente general de la Sociedad Nacional de Industrias y directora ejecutiva de CARE. He trabajado como gerente de finanzas en Johnnie Walker y en Field. He estado en el área dura del sector privado, lo cual me ha dado un conocimiento amplio que luego he podido poner al servicio de otras organizaciones y de colaboraciones con la sociedad.
¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Yo fui muy feliz en la Universidad. Tengo y mantengo grandes amigos de esa época. Formé una sólida relación con gente muy sana que me ha ayudado mucho durante toda mi vida profesional y con la que sigo manteniendo lazos. Sentí mucho apoyo, y lo sigo sintiendo, por parte de mi Universidad. Me siento muy orgullosa de ver cómo ha crecido, pues yo estudié en la época en que no había más que cuatro edificios. La Universidad de Lima ha sabido escuchar las necesidades de la sociedad y ha crecido acorde con esas necesidades.