13 de Febrero de 2019
Responsable de las operaciones de Teradata en el Perú es egresado Ulima
Ricardo Canales tiene más de 20 años trabajando en empresas de tecnología y desde diciembre del 2018 es responsable de las operaciones de Teradata en el Perú. Esta compañía de inteligencia de datos ofrece a sus clientes respuestas en tiempo real. Ahora la misión de Ricardo es diseñar e impulsar las estrategias de ventas para robustecer el portafolio de servicios. Estudió Administración en la Universidad de Lima y Ciencia de la Computación en Estados Unidos, ha sido campeón de equitación en todas las categorías y ahora le ha encontrado el gusto al golf.
¿Qué te llevó a estudiar una carrera tecnológica después de haberte graduado en Administración?
La verdad es que más de una vez he tenido ganas de estudiar cosas muy diferentes. Inicialmente quería seguir Veterinaria y especializarme en caballos, pero fui a Administración, una carrera que ahora uso mucho. Y mientras estudiaba, quise cambiarme a Derecho. No lo hice, porque mi familia me planteó que sacara mi título primero y después estudiara otra carrera. Seguí el consejo y después no terminé en Derecho, sino en Ciencia de la Computación, en la Universidad de Salem, en West Virginia, Estados Unidos.
¿Es lo que vendría a ser acá Informática?
No, es diferente. Allá la carrera incluye comunicaciones, lenguajes de programación, lógica matemática, se enseña a los estudiantes a pensar de una manera diferente para desarrollar programas. Era algo que había visto en IBM y me había gustado. Así que hice mi segundo bachillerato, me gradué cum laude y me dieron una carta de recomendación para postular a la Maestría en Ciencia de la Computación con un 25% de matemática en la Universidad de Ohio. Cada estudiante podía elegir si estudiaba matemática pura o estadística avanzada; yo escogí estadística, por ser más afín a mi carrera de Administración. Obtuve una beca de estudios, pero tuve que esforzarme bastante para mantenerla, porque se requería un promedio de 3,5 sobre 4. En esa época era asistente de cátedra y con ese sueldo me mantenía.
Era un ritmo bastante fuerte.
Fueron mis primeras épocas de estrés, porque tenía que mantener un promedio de notas y trabajar al mismo tiempo. Académicamente, fue muy importante enseñar en la Universidad de Ohio. Y todo un reto. No lo tenía pensado y, si me hubieran dicho que iba a terminar enseñando ahí, tal vez no lo habría creído ni me lo habría planteado como una meta. Pero las cosas se fueron dando, todo fue saliendo bien. Desde el hecho de completar mis estudios de inglés, mi graduación cum laude y que eso me permitiese ganar una beca para la maestría y, finalmente, graduarme de esta con honores.
¿Luego intentaste trabajar allá?
Terminé en 1992 y decidí volver al Perú, porque en Estados Unidos había una recesión muy grande, había más oferta que demanda de trabajo. Y a la semana de estar en el Perú, me llegó una oferta de trabajo en Estados Unidos y estuve en la disyuntiva de regresar o quedarme. Había muchas cosas en juego, pero decidí quedarme y ese mismo año me casé. Luego entré a trabajar a NCR, una corporación estadounidense, como ingeniero de software, que era mi especialidad. Daba soporte a las soluciones de software que tenía la compañía instaladas en negocios de retail. De ahí pasé a la posición de consultor de soluciones para retail y, al año y medio, aproximadamente, en NCR me ofrecieron una posición de ventas.
Ahí te alejaste de la tecnología.
Ese fue un punto de quiebre en mi carrea. Si bien yo había estudiado Administración y luego Ciencias, había ejercido como ingeniero de software por un buen tiempo y pasar de ese puesto a ventas fue un cambio importante. Implicaba nuevos retos, pero esta vez comerciales, había que ganar proyectos, tener en cuenta la competencia, etcétera. Yo soy una persona a la que le gusta competir, así que le encontré el gusto a vender. Hay gente de ingeniería que, al pasar a ventas, no soporta el estrés de las metas ni los controles. A mí me gusta todo eso, es la clase de adrenalina que disfruto.
¿Cómo llegaste a HP?
Postulé y estuve ahí desde 1997 hasta el 2012. Fueron años de cambios en HP, muy provechosos. Es que las empresas de tecnología suelen cambiar mucho, eso es interesante. He vivido muchos cambios. Desde que practicaba lo vi en IBM, que vendió toda su infraestructura de hardware a Lenovo y pasó a la estrategia de cloud.
¿Qué retos tienes en Teradata?
Haber asumido la responsabilidad de las operaciones de Teradata y liderar el equipo en el Perú es, en sí mismo, un reto. Teradata es una empresa que te ofrece todo el portafolio de análisis de datos desde una perspectiva de negocios. Les permite crecer a los negocios, ayuda a los clientes a descubrir su potencial a partir del entendimiento del análisis de datos y su buen uso.
¿Te parece que, finalmente, se combinaron bien tus dos carreras?
Sí, ambas me han enriquecido. Creo que cuando uno es joven necesita tener la oportunidad de probar cómo es una carrea, porque es raro que un chico de 17 años esté seguro de su vocación. A esa edad, más que nada hay curiosidades, áreas que quieres explorar. En mi caso, finalmente, combinaron bien mis estudios.
¿Estás contento con lo que has logrado?
Estoy contento, porque he podido trabajar en corporaciones internacionales con valores interesantes, con una cultura organizacional de respeto hacia los compañeros de trabajo, con objetivos de innovación, de trabajo en equipo, con personas que valoran los diferentes aportes y motivan a pensar fuera de la caja. Considero que desarrollar todo ello, como profesional, es importante. Por otro lado, siempre he logrado los objetivos de ventas y las expectativas planteadas. Todo ello me ha permitido crecer como profesional.
¿Tienes alguna ocupación aparte de tu trabajo?
He practicado deportes desde chico. Por mucho tiempo hice equitación. Mis padres se conocieron en el mundo de la equitación, así que prácticamente nací entre patas de caballos. Fui campeón nacional en las categorías infantil, juvenil y mayor, y llegué a ser vicepresidente de la Federación Deportiva Nacional Ecuestre del Perú. Pero dejé este deporte a los 40 años. Dicen que a los 40 hay un punto de quiebre en la vida de los hombres.
A ti te pasó.
Me pasó, sí. Tuve ese quiebre y, de haber sido muy activo en el mundo ecuestre, dejé esa disciplina por el golf. A decir verdad, el golf fue el primer deporte que yo practiqué. Mi abuelo era golfista, desarrolló proyectos de golf en Santa Rosa y La Planicie, y me inscribió en clases, pero no me gustó en ese momento. Ahora me parece fascinante, es muy estratégico y es un deporte de caballeros, porque en todo momento mantienes el respeto por el juego de los demás. Además, se juega en forma grupal y terminas conociendo a mucha gente.
¿Practicabas algún deporte cuando estudiabas en la Universidad de Lima?
Jugaba fútbol en la Universidad, sobre todo en el primer año. Recuerdo con mucho cariño esa época, además que mi primera experiencia universitaria fue en la Ulima. Recuerdo especialmente el primer semestre de cachimbos, hacíamos trabajos en grupo y conocimos cómo era la vida universitaria. Yo pertenecí a la generación de estudiantes que parqueaban su carro dentro de la Universidad y la cancha de fútbol estaba justo adelante.