08 de Marzo de 2023
Karin, “la chica que hace música”
Tras haber musicalizado por lo menos 40 proyectos audiovisuales, Karin Zielinski se ha posicionado como una de las compositoras musicales más reconocidas en el cine peruano. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima y ha realizado la banda sonora de películas como Willaq Pirqa, El corazón de la luna, El limpiador, La última tarde, Dos besos, Django, aparte de documentales, cortometrajes, piezas teatrales y publicitarias. La calidad de su trabajo le ha valido para ganar premios internacionales, como el de Mejor Música Original en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este, en el 2013, y una nominación a la Mejor Música Original en los Premios Platino del Cine Iberoamericano, en el 2014. Ambos, por su trabajo en la película El limpiador. En el 2018, la música que compuso para el cortometraje Humano ganó el premio Best Original Score Of The Month, en The Monthly Film Festival (TMFF).
¿Cómo le diste a tu carrera un giro hacia la música dentro del cine?
Yo siempre supe que quería hacer música. Cuando salí del colegio ya era compositora y elegí estudiar la Carrera de Comunicación con la idea de aplicar la música en proyectos de comunicación, aunque no tenía claro de qué manera. Paralelamente a mis estudios, tuve un grupo vocal de jazz, seguía componiendo canciones y me hice conocida en la Universidad como Karin, “la chica que hace música”. Al terminar la carrera, mis compañeros empezaron a hacer sus propios cortometrajes y proyectos audiovisuales, entonces algunos me empezaron a llamar para musicalizarlos. Así es como entré en este proceso; me he convertido en cineasta y en narradora a partir de la música. Haber estudiado Comunicación en la Universidad de Lima me sirvió muchísimo. Años después, me fui a hacer la maestría. Compartí espacio con 15 compositores más, y creo que yo era la única que había estudiado Comunicación y entendía el lenguaje cinematográfico de una manera mucho más clara que los demás. También estudié jazz en Jazz Perú y con una profesora de canto.
¿Qué instrumentos tocas?
El primer instrumento que aprendí a tocar es la guitarra clásica. Soy más guitarrista que pianista, aunque con los años, y por lo que hago, he terminado usando más el teclado. Estudié armonía y canto por muchos años. Al principio tenía la idea de ser cantante; luego me di cuenta de que me gustaba más producir, componer y crear.
¿Cómo empezaste en el cine?
Empecé musicalizando un largometraje al año y muchos cortos. Uno aprende el oficio musicalizando cortos, ahí entiende cómo trabajar un proyecto audiovisual. Luego me fui a hacer una maestría en Composición de Bandas Sonoras y Música para Medios Audiovisuales, en la Escuela Superior de Música de Cataluña, España (ESMUC). Al volver, agarré un ritmo de producción fuerte, hacía de seis a siete largometrajes al año. Ahora tengo casi 15 años haciendo música y he tenido la oportunidad de musicalizar por lo menos 40 proyectos audiovisuales, entre largometrajes, cortometrajes y documentales, también un poco de teatro y otros proyectos. Pero el que me abrió las puertas fue el largometraje El limpiador, del director Adrián Saba, en el 2011, más o menos. Éste ganó el premio a Mejor Música Original en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este. Y por él me nominaron a los Premios Platino del Cine Iberoamericano a Mejor Música Original, en el 2014. A partir de ahí comencé a trabajar diferentes proyectos e ingresé en círculos de producción.
Recientemente musicalizaste El corazón de la luna, la película de la Universidad de Lima, ¿verdad?
Esa película ha sido la más reciente, es cierto. Para mí fue un proyecto muy importante, porque no tiene diálogos, la música ocupa un espacio ideal para expresar y desarrollar ideas. Además, por ser una producción de mi alma mater, fue muy especial para mí. Otra película que también ha sido muy importante en mi carrera es Willaq Pirca, que ha estado en cartelera mucho tiempo. Ahora estoy tratando de internacionalizarme, ya he podido hacer algunos trabajos con España y estoy en conversaciones para musicalizar un documental en Nueva York.
¿No te ha parecido difícil hacer carrera en el cine?
Me ha tocado trabajar con una generación de nuevos realizadores y en una nueva época para el cine. Cuando yo estaba en la Universidad, se producía una o dos películas peruanas al año, pero ahora hay más posibilidades de hacer cine. Hay que ser muy perseverante. Yo llevo 15 años en este proceso y recién ahora, desde hace cinco años, puedo decir que me dedico a esto, y tengo varios proyectos.
¿En qué parte del proceso entras a trabajar en una película?
En la posproducción, cuando ya existe un corte final, ya se realizaron las ediciones finales del montaje. Vemos el material junto con el director, conversamos y comenzamos a plantear los momentos, la estética, el color, el tono que debería tener la música, tomamos decisiones estéticas, definimos el tipo de instrumentación que debe tener la música.
Luego compones…
Sí, paso al proceso de producción, que consiste en grabar, hacer los arreglos y mezclar. A veces, grabo con músicos. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo una comedia y estoy conectada con un guitarrista en Nueva York, a quien le he encargado que grabe las guitarras de una pieza. En ocasiones, grabo aquí mismo, con los músicos. Incluso he tenido la oportunidad de grabar con una orquesta a distancia para El corazón de la luna, con la Orquesta Sinfónica de Bratislava. Actualmente, la tecnología te permite conectarte en tiempo real. En ocasiones, todo se hace en la computadora, porque el proyecto es atmosférico, electrónico, o es distinto simplemente. Yo, cada vez que tengo la oportunidad de grabar con músicos, lo hago, porque el músico te da algo que no te da la máquina.
¿Cómo describirías el papel de la música en una producción?
La música mueve las emociones, te cuenta cosas, a veces puede adelantar información sobre lo que va a suceder, es subliminal, en ocasiones parece imperceptible, otras veces es muy perceptible. En El corazón de la luna la música está presente todo el tiempo, y en otras la música se percibe en momentos específicos, depende del proyecto. Pero, en general, debe contar algo, no se trata de que suene bonito o feo, sino que suene y tenga una razón de ser, porque la música profundiza en la historia, ayuda a que la intención crezca.
¿Qué películas que has visto han tenido un manejo de música que te ha gustado?
Prefiero hablar de compositores que me gustan, como Thomas Newman, quien participó en Belleza americana y Camino a la perdición. Es un compositor que te conecta con la historia desde la entraña, con tres o dos notas, nada más, es muy intenso. Mi compositor favorito es Ennio Morricone, el más humano que ha tenido el cine. Él trabajó en Cinema Paradiso y en los westerns de los años 70, es muy concreto y versátil, tiene mucho sentido humano. Otro compositor es Bernard Herrmann, muy importante para la historia de la música del cine. Hizo Ciudadano Kane y Vértigo, fue el primero en experimentar con una orquesta, pero desde otros puntos de vista. No grababa en un salón, sino que experimentaba, grababa las notas de una manera diferente, con un micro especial, les sacaba otros sonidos a los instrumentos clásicos. Es un compositor muy importante en la historia del cine. Y hay muchos más, pero los que he nombrado son los que me vienen ahora a la mente.
¿Escuchas mucha música?
Aunque no lo crean, escuchaba mucha más música cuando estudiaba en la Universidad. Ahora me paso todo el tiempo componiendo, escuchando, viendo referencias, y muchas veces termino de trabajar y ya no escucho más música, quiero escuchar el silencio. En otros momentos, sí, escucho música. Cuando voy a cocinar en la noche, cuando camino… He escuchado mucha música a lo largo de mi vida, siempre estoy pendiente de los lanzamientos y cada vez que puedo escuchar música, lo hago. Pero hay momentos en que necesito no escuchar nada.
¿Cómo te fue en la Universidad de Lima?
Yo disfruté mucho la Universidad. Me dio una base muy importante para lo que hago ahora, me ayudó a entender en qué soy buena. Comunicación es una carrera muy versátil, te pone en contacto con muchas cosas. Me encantaba la edición y este trabajo se trata mucho de editar. La Ulima me permitió entender mejor el cine. Por otro lado, ahí encontré mi identidad, entendí hacia dónde quería ir. Me parece muy interesante la base que te da la Universidad, no solamente a través de los cursos más prácticos, porque teníamos que leer mucho y hacer varios trabajos. Le tengo mucho cariño a la Universidad de Lima.