30 de Noviembre de 2018
Impulsor de ‘startups’
Después de su experiencia en Singularity University en el 2014, en Estados Unidos, Jaime Sotomayor volvió al Perú recargado, con ideas disruptivas y muchas ganas de emprender. Creó una startup para llevar a cabo un negocio en ingeniería genética, asesoró a otros jóvenes para que desarrollaran sus propios emprendimientos y ahora es country manager de Wayra, una escaladora de startups.
Jaime estudió Ingeniería de Sistemas en la Universidad de Lima y le resulta muy gratificante ver cómo despegan negocios que él apoyó, cómo crecen y destacan en el mercado. Le encantaría ver que más jóvenes peruanos sueñen con un proyecto propio que sea original, y que lo hagan realidad.
¿Cómo llegaste a Wayra?
Me convocaron como gerente de aceleración en junio del 2017 y hace dos meses más o menos asumí el rol de country manager. Es importante decir que Wayra comenzó en el 2011, con la visión del presidente actual de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Él propone que hay mucho talento que se va a otros hubs en Silicon Valley o en Israel y que deberíamos hacer algo para apoyar el emprendimiento, que se quede acá y mejore la economía. Así, Wayra fue pionera como aceleradora de startups en el Perú. Lo bueno es que hemos visto cómo el ecosistema ha evolucionado. Las universidades comenzaron a tener incubadoras, el Estado empezó a dar financiamiento sin pedir nada a cambio y todo eso ha dinamizado mucho el ecosistema. Se ha arrancado tarde, pero se está avanzando rápido, desde mi punto de vista. Y en Wayra nos estamos preparando para dar otro salto y ser pioneros en otro ambiente.
¿Cuál salto es ese?
Se trata de funcionar como un corporate venturing. Es decir, poner recursos en una startup a cambio de una participación. Nosotros, desde Wayra, ya veíamos que se necesita hacer este cambio. Las startups con las que veníamos conversando necesitaban una evolución, ya no requerían un espacio físico, ya tenían sus propios equipos y una trayectoria, por eso no teníamos que enfocarnos en etapas tempranas de emprendimiento, sino ayudarlas a crecer más rápido.
¿Cómo logran eso?
Telefónica funciona como una palanca, es una empresa fuerte, con un mercado consolidado y a veces necesita trabajar en combinación con una empresa que proponga una tecnología disruptiva y que sea más ágil y competitiva. Más allá de la conectividad, de esta manera se pueden vender soluciones, tanto a empresas como a las casas. Esto es bueno porque tenemos capacidad de identificar a las empresas, apoyarlas localmente y ayudarlas a ingresar a otros mercados donde se encuentre Telefónica.
¿A cuántas startups apoyas actualmente?
A lo largo de 7 años, hemos invertido en 51 startups y hoy manejamos un portafolio activo de 17, a las que les hacemos un seguimiento y apoyamos. Incluso pueden usar nuestras instalaciones hasta que su negocio prospere y puedan tener un local. Hemos tenido muy buenos resultados.
¿Por ejemplo?
Cinepapaya, por ejemplo. Pertenece a la primera promoción de Wayra. Este equipo llegó con un modelo de negocio que luego fue cambiando. Les presentamos a Fandango, a través de nuestro brazo en Silicon Valley, que se llama Telefónica Ventures.
¿Qué actividades ocupan más tu tiempo?
Antes me enfocaba mucho en acompañamiento y mentoría. Ahora invierto mucho tiempo en conectar las startups con mercados y con Telefónica. Eso implica conocer bien la organización, saber qué problemas tiene que una startup pueda resolver. Antes invertíamos en 10 emprendimientos por año; con este enfoque somos más selectivos e invertimos en 3 o 4. En cuanto al monto de inversión, antes destinábamos 50.000 dólares; hoy llegamos a 150.000 dólares.
¿Qué características crees que comparten los emprendedores?
Son buenos líderes y asumen los proyectos con gran compromiso. Se esfuerzan por conseguir sus metas, no por el dinero, sino porque quieren resolver un problema real y sienten que son las personas indicadas para hacerlo. Si no creen en sí mismas para conseguir ese proyecto, es mejor que se dediquen a otra cosa. Pero si creen, su gente los va a seguir a donde sea. Por otro lado, la pasión es fundamental. Eso hace que puedas atraer el talento, porque creen en el objetivo de la empresa, no por una determinada remuneración.
¿Qué papel juega la perseverancia?
Hay que tener perseverancia, sí, pero sin miopía. Hay que saber cuándo uno se enfrenta a un pequeño bache en el camino y cuándo se busca algo que no tiene sentido. Hay que saber navegar.
Debe ser estimulante trabajar con gente innovadora que está tratando de sacar algo adelante.
Es superestimulante. Me siento bien aquí, me encanta apoyar a las personas que innovan. Para mí, una startup es el canal perfecto para traer innovación y es un ambiente con capacidad para ensayar, equivocarse y mejorar de una manera rápida y a un costo eficiente. Las grandes empresas tienen mucho personal, la toma de decisiones es lenta, hay mucha política detrás de las decisiones. Es gratificante trabajar con emprendedores que son inspiradores.
¿Cómo sabes qué emprendimiento apoyar?
Cuando evalúas estas empresas no se trata de revisar sus números, sino de evaluar al emprendedor y a su equipo. Si te enfocas en las cifras, estas pueden cambiar 100% de un año a otro. Por supuesto, tenemos otros requisitos que ya he comentado, como el giro del negocio, su etapa de evolución, etcétera.
De las startups que has apoyado, ¿cuáles han tenido mayor éxito?
Fitco, por ejemplo. Es una plataforma digital para la gestión de centros deportivos que permite controlar la facturación y los gastos de personal, y fortalecer su relación con los clientes. Comenzaron vendiendo una solución tecnológica en gimnasios pequeños y ahora trabajan con cadenas y franquicias en el Perú, Chile, Colombia y México. Sus dos fundadores son grandes profesionales y han crecido exponencialmente. Fitco es un buen ejemplo de cómo crear algo único que incluso le quita clientela a marcas globales reconocidas. Otro caso es el de Quantum Talent, que trabaja temas de recursos humanos con inteligencia artificial a fin de tomar mejores decisiones de contratación en los puestos de alta rotación. Muchas empresas ya lo usan y tienen un 50% de efectividad en resultados, pero se quiere llegar a niveles de 70% u 80%. También está Robotic Air, que fabrica drones de alto rendimiento. Sobrevuelan a 5.000 o 6.000 metros de altura, en condiciones climáticas extremas. Estos drones no son los comerciales que se usan en Estados Unidos ni en Europa. Robotic Air los ha desarrollado por la demanda de sus clientes, como el Ejército o empresas de agricultura. Pueden brindar soluciones de monitoreo a empresas de seguridad.
¿Cómo ves el emprendimiento en el Perú?
En el Perú no encuentro muchos emprendedores en comparación con otros ecosistemas. Me encantaría que más empresas se dedicaran a impulsar más soluciones tecnológicas. Lo que vemos hoy en día en emprendimientos tecnológicos es una uberización. No está mal, pero son cosas muy posibles de reproducir.
Tú también tenías un emprendimiento de ingeniería genética en San Francisco, Estados Unidos. Era muy interesante. ¿Qué fue de eso?
Yo emprendí en el 2010 y nadie hablaba de eso, yo era el bicho raro. Lo que pasó fue que gané una beca en Stanford para jóvenes emprendedores latinos y allá aprendí muchísimo. Fue como un lavado de cerebro, nos enseñaron qué era una startup, nos hablaron de inversionistas, el pitch, en fin. Cuando mi negocio no resultó, poco a poco tuve que pedirle a cada uno de mis socios que regresara a su país. Yo fui el último en volver al Perú. Aquí busqué trabajo y creé una aceleradora de startups para una universidad. Diseñamos su identidad, armamos la metodología del programa y logramos ganar el fondo del Estado para comenzar a apoyar emprendedores.
¿Qué te gustó más de la Universidad de Lima?
La Universidad de Lima me gustó mucho por varias cosas. Algo que aproveché especialmente fue la posibilidad de hacer las presentaciones de los trabajos. Siempre me ha gustado exponer y no perdí la oportunidad de hacerlo. Es una habilidad que todos deberían tener. A mí me ha servido mucho, cuando trabajé como docente en la Universidad, cuando me ha tocado vender una idea a un cliente o al dar una conferencia o pararme frente a un comité de dirección.
Trabajaste en la Oficina de Emprendimiento de la Ulima. ¿Cómo fue esa experiencia?
Sí, era coordinador, Patricia Stuart era mi jefa. Fue una bonita experiencia, mi primera oportunidad de ayudar a emprendedores. Recuerdo a los emprendedores de Yaqua, una gran empresa. Hay varios emprendedores con los que tuve contacto en esa época y que han tenido éxito; me da un gusto enorme haber aportado al menos un granito en sus procesos. Ese es el objetivo acá también.