14 de Septiembre de 2020
La integración social a partir de los medios
Giancarlo Cappello, graduado y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, nos habla en la siguiente entrevista sobre el papel de la televisión y los medios de comunicación. Subraya la necesidad de que los medios recuperen su sentido social y que produzcan relatos locales que apuesten por la diversidad y la integración, con narrativas propias en las que todos los peruanos podamos reconocernos.
¿Qué cambios ha tenido nuestra televisión desde que se presentó la pandemia?
La emergencia sanitaria en el país ha devuelto a la televisión abierta a un primer plano de consideración. La necesidad de comunicación y de ocio de una ciudadanía en cuarentena ha producido picos de audiencia que, paradójicamente, no aportan para superar la crisis que desde hace algunos años vive la televisión. Siempre dependimos de la dictadura del rating para dar luz verde a una buena producción. Ahora hay buen rating, pero la televisión sigue haciendo las mismas cosas. Por otro lado, en la historia de la televisión nunca hubo tantos programas dedicados a la noticia como hoy, incluso desde antes de la COVID-19. Pero esto no resulta beneficioso. La televisión a la que nos hemos acostumbrado ofrece estridencia y caos. Las entrevistas respecto a la emergencia sanitaria tienden a un tratamiento propio de un programa de espectáculos, están más pendientes de la controversia trivial que de las cuestiones de fondo, con modos de ampay hacia los que incumplen alguna recomendación. En general, creo que lo que pasa con la televisión es sintomático de lo que pasa con el país, en términos de comunicaciones.
¿Cómo nos comunicamos los peruanos?
Nos comunicamos muy mal. No me refiero solo a las fallas estratégicas de comunicación del Estado, sino también a la comunicación de las empresas y de las personas entre sí. Cuando la comunicación social, por ejemplo, no viene acompañada de acciones o resultados, es una comunicación vacía. Cuando la comunicación no toma en cuenta al otro, es una comunicación muerta. Cuando genera ruido y confusión, no es comunicación. Creo que todo esto refleja lo que somos y cómo somos. La combi que conducimos nos ha llevado al paroxismo: cada uno está por su cuenta y pendiente solo de sus intereses. Ni siquiera una tragedia como la que vivimos ha sido capaz de reunirnos y de convocarnos para funcionar como nación.
¿Por qué la televisión no ha hecho sus propias campañas de prevención frente a la COVID-19, como ha ocurrido anteriormente, ante otros problemas?
Alguien podría responder que nadie estaba preparado para esto. Pero ya han pasado varios meses y parece que no vamos a estar preparados nunca. Los medios en el país, ya no solamente la tele, han perdido de vista cuál es su rol. Constitucionalmente están obligados a colaborar con la educación, pero siempre se han desembarazado de ese encargo. Creo que en todo este tiempo los medios se han concentrado en la actividad empresarial y se han desconectado de su esencia, que es la cuestión social.
¿Qué cambios se podrían plantear?
Somos un país diverso en muchos sentidos, pero salvo en su versión gastronómica, no parece existir otro frente donde la confluencia sea positiva y feliz. A veces no nos damos cuenta, pero la diversidad proporciona experiencias distintas, conocimientos diversos, nociones más amplias que, organizadas, podrían brindarnos otro estatus. Pero no. Hemos dejado que las diferencias sociales, económicas, políticas, etcétera, impongan sus vetos y problematicen una diversidad que podría ser nuestra aliada más grande. Necesitamos volver a vernos, reconocernos, aceptarnos, redimirnos, porque somos un país que se ha peleado mucho consigo mismo. Creo que hace falta un plano común de encuentro y pienso que no puede ser otro que el de los medios. Como país, necesitamos políticas que definan el rol de los medios en este nuevo tiempo. Y esto no tiene que ver con expropiación o control de la libertad de expresión. Simplemente, necesitamos recuperar el sentido social de los medios, que sirvan para articular un cuerpo social que necesita mayores coincidencias. La televisión no es solo evasión y divertimento, es un medio sensible que, a diferencia del smartphone, tiene una impronta colectiva que es su mayor poder. Necesitamos a la televisión de vuelta, como ese eje crucial que mantiene la estructura social en constante proceso de producción y reproducción de sentido. Creo que es una buena oportunidad para integrar a todas las televisoras y radios locales, que son muchísimas, en un proyecto nacional creativo en el que participen tanto los privados como el Estado. Se puede.
¿Cómo podrían hacer la televisión y la industria cultural para contribuir a que nos reencontremos como país?
Necesitamos que se produzcan relatos locales que apuesten por la diversidad y la integración que nos constituye, la diversidad lingüística, cultural, religiosa, de género, de todo tipo. Necesitamos narrativas propias en las que podamos reconocernos y confrontarnos. Las historias generan empatía, involucran a los espectadores, que en esta era digital son activos, hacen y deshacen a partir de los contenidos. Desde la Independencia no tenemos un relato de país. Necesitamos sentirnos protagonistas de nuestras propias gestas y sentirnos orgullosos.
¿Tenemos motivos para sentirnos orgullosos?
Yo creo que sí, pero no los hemos asimilado o no queremos reconocerlos por esas diferencias que nos consumen. No somos un discurso, somos una suma de cosas atendibles, somos la marca país del turismo, pero no somos una historia. Siempre conversamos de eso con mis alumnos. Necesitamos nuestros propios superhéroes, nuestros propios supervillanos, nuestras propias historias de amor, de dolor, necesitamos reconocer nuestros egoísmos cotidianos, nuestros amores, nuestros dolores, cómo queremos, cómo hacemos daño, cuáles son nuestras filias y nuestras fobias.
¿Qué se necesita para lograr esto?
Sin la honesta convicción de querer hacerlo no vamos a llegar lejos, eso es lo primero. Necesitamos una cinemateca, por ejemplo, que no existe; necesitamos una promoción decidida y no descreída de las distintas manifestaciones artísticas: teatro, danza, literatura, pero el teatro, la danza y la literatura de todo el país, que sabe expresar tan bien lo que somos y lo que fuimos. La cultura en ese sentido es muy poderosa, porque en las emociones somos capaces de conectar, de coincidir todos, tirios y troyanos y, por supuesto, peruanos y peruanas.