31 de Enero de 2022
Experiencias cosmopolitas
Durante el pregrado, Flavia Hablutzel fue becaria de la Alianza del Pacífico y ahora acaba de culminar una maestría en Francia, por medio de la Beca Eiffel, del gobierno francés. Ambas son becas muy competitivas y esta última le ha permitido desarrollar una visión amplia de la Unión Europea. Flavia estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y, a continuación, comparte sus procesos de postulación a la Beca Eiffel y de adaptación la vida en otro país, así como su experiencia laboral.
¿Cómo han sido los estudios que seguiste con la Beca Eiffel?
Elegí estudiar un MSc en International Business, porque mi experiencia laboral la he realizado enteramente en el Perú y sentía la necesidad de saber cómo es hacer negocios en Europa. Lo realicé en el IAE de Aix-Marseille. Además, quería ver de cerca la infinidad de industrias que existen en Francia. Opté por una maestría versátil, que tuviera cursos obligatorios internacionales, desde geopolítica, lobbying, finanzas y marketing, hasta cursos especializados en industrias por las que teníamos un interés más importante. Para mí, ha sido una manera de obtener un panorama amplio de la Unión Europea, para poder desenvolverme en el rubro en el que finalmente continué mi carrera en Francia.
¿Qué ventajas tiene la Beca Eiffel?
Es de las más reconocidas en Francia, te da mucha exposición para introducirte al mundo laboral. Es una beca de excelencia concebida por el Ministerio de Europa y de Asuntos Exteriores, que busca atraer a los mejores talentos extranjeros a universidades francesas. Además, es una beca completa, tanto para maestrías como para doctorados. Intenta promover la capacitación de futuros líderes de países en vías de desarrollo.
¿Cómo fue para ti el proceso para obtener la beca?
El proceso requiere anticipación, por lo menos de un año. Las universidades francesas eligen a los estudiantes ya admitidos que van a concursar por la beca. Hay que considerar que probablemente necesites aprobar ciertos exámenes de ingreso. En mi caso, tuve que dar el GMAT y el TOEIC, debido a que hice la maestría en inglés. Si puedo dar un consejo a los estudiantes, sería que es fundamental tener claro el objetivo relacionado con los estudios que quieren realizar y precisarlo tanto en las entrevistas como en los ensayos.
¿Quieres decir que en ese entonces no hablabas francés?
Cuando llegué, no hablaba ni una sola palabra en francés. A mis 25 años tomé la decisión de dejar mi país, atravesar el mundo, aprender francés y hacer un máster. No fue nada fácil, pero sabía que, si quería vivir en Francia, el inglés no bastaba. Es por ello que llegué antes de empezar la maestría, para llevar un curso intensivo de francés. Fue la mejor decisión que pude tomar, porque en seis meses ya tenía un nivel intermedio alto.
¿Cómo fue tu adaptación para vivir en Francia?
Llevo dos años viviendo aquí y puedo decir, orgullosamente, que me he adaptado bastante bien. Vivo en el sur de Francia, en una ciudad que se llama Aix-en-Provence, aproximadamente a 35 minutos de Marsella. La región de la Provenza es famosa por su naturaleza, tiene infinidades de calanques (playas de piedra), montañas, campos de lavanda, etcétera. Aix-en-Provence es una ciudad estudiantil de alrededor de 140 mil habitantes. Al principio, fue retador hacer amigos sin hablar francés, pero luego fui aprendiendo el idioma y, gracias a la maestría y al trabajo, hice amigos franceses que me han ayudado a descubrir más su cultura. Sin duda, hay choques culturales, pero debo decir que en el sur he encontrado a personas increíbles que me han ayudado en muchos aspectos.
¿Has tenido oportunidad de trabajar ahí?
Actualmente, trabajo en un e-commerce de cosméticos, biodesarrollando el mercado europeo. Me va bastante bien. Pasé por una nueva adaptación en el mundo laboral francés. A pesar de que ya conocía las diferencias culturales entre peruanos y franceses, definitivamente se hicieron bastante evidentes en el trabajo. En su cultura, te dan más libertades para crear las soluciones de las misiones que tengas a cargo, en vez de decirte explícitamente lo que necesitan. Hay que acostumbrarse a ello y sacarle provecho al hecho de ser más autónomo y creativo.
Anteriormente ganaste otra beca, ¿podrías comentar de qué fue y qué estudiaste aquella vez?
En el sexto ciclo de mi carrera gané una beca completa para realizar un intercambio en México, el tercer país donde he tenido la suerte de vivir. Esta beca fue de la Alianza del Pacífico, que es una plataforma política, económica y de cooperación entre Chile, Colombia, México y Perú. Entre sus iniciativas, promueven los intercambios estudiantiles. Para esta beca, me invitó a participar la Universidad de Lima, que se ocupó de gestionar todo el proceso. Renuncié a las prácticas donde estaba y me fui a estudiar al Tecnológico de Monterrey. Fue una experiencia de vida incomparable, disfruté mucho del Tecnológico, los estudios y los amigos que hice. Además, creo que salir de tu zona de confort te hace madurar, conocerte más y descubrir otras perspectivas. Detectas tus puntos débiles en el camino de la adaptación y aprendes a mejorarlos.
¿Cómo fueron tus experiencias laborales antes de viajar a Francia?
Trabajé en Telefónica del Perú, en el área de Marketing de Producto. Estuve casi cuatro años ahí y debo admitir que fue como mi escuela para desenvolverme en el mundo laboral. Tuve la suerte de tener jefes y compañeros que se convirtieron en mis maestros y amigos. En mis dos últimos años, pude experimentar la transformación digital de la empresa, la cual intentaba ofrecer a sus clientes propuestas digitales orientadas a satisfacerlos. Ahí aprendí sobre metodologías ágiles y scrum. Yo era una especie de product owner para adaptar las necesidades del cliente al desarrollo de la parte móvil. Teníamos que evaluar el customer journey del cliente, tanto en la web como en la app móvil, para que este acceda a la nueva oferta de la manera más simple posible. Antes de eso, inicié mi vida profesional realizando prácticas en Pacífico Seguros, en el área de fuerza de ventas, y posteriormente en Repsol, en el área de comercio exterior. Luego ingresé a Telefónica, para trabajar en el área de logística, en la que me quedé por dos años. Empecé como professional trainee en el área de delivery. Ya en Francia, mientras estudiaba francés, trabajé remotamente para una nueva empresa limeña que estaba instaurando una planta de espirulina para consumo animal. Cuando llegó la pandemia, la empresa tuvo que parar sus operaciones. Sin embargo, el cambiar tan drásticamente de sector me motivó en mis metas, pues me demostró que era capaz de asimilar nuevos conocimientos y aportar mi granito de arena. Valoro este aspecto de la carrera que escogí, ya que permite trabajar en rubros y áreas diferentes, lo que disfruto mucho.
¿Qué reto profesional has asumido que te haya otorgado un aprendizaje importante?
Creo que cada cambio de empresa y de posición es un nuevo reto, por no hablar de insertarme en el mercado laboral de otro país y comunicarme en otro idioma. Sin embargo, el primer trabajo que tuve, en Telefónica, fue el reto y a la vez el aprendizaje más grande que he tenido. Tuve que entender todo bastante rápido, por la velocidad de crecimiento del área, que terminó estando entre logística y comercial, ya que recibíamos ofertas de venta que teníamos que adaptar a nuestros procesos de delivery. Si no entregábamos los productos, no se concretaban las ventas. Por ende, además de nuestros indicadores de entregas, implementamos indicadores hasta la activación de las líneas móviles y fijas. Lo que me exigió aprender procesos de marketing, ventas y operaciones, todo lo cual me sirvió en mis siguientes puestos. Además, era la primera vez que tenía responsabilidad laboral plena sobre varios temas, por lo que ese reto me enseñó a priorizar mis tareas, a organizarme y a confiar en la calidad de mi trabajo.
¿Qué les recomendarías a los estudiantes de la Universidad de Lima?
En primer lugar, que aprovechen su época universitaria, es de las mejores que van a tener. Es el momento para balancear la vida académica con la social, porque los amigos de la época universitaria son para toda la vida. Seguramente, más adelante se reencontrarán en el trabajo o serán socios en algún negocio. Es importante que hagan lazos duraderos. Al mismo tiempo, que se esfuercen, porque no saben cómo les puede sorprender la vida, y la mejor estrategia es estar preparado para cuando algo increíble llegue.
¿Qué te parecieron tus estudios en la Ulima?
Estudiar Ingeniería Industrial fue un poco fuerte al principio. Pasé del colegio, en donde el nivel era manejable, a practicar derivadas e integrales por las tardes. Y seguir practicando básquet fue un reto para mí; alternaba entre mis entrenamientos del Club Naval y los que realizaba con el equipo de la Universidad. Tuve que aprender a gestionar adecuadamente mis tiempos, sobre todo cuando empecé las prácticas. Aprecio mucho lo que aprendí en esa época; en definitiva, me ayudó a convertirme en la persona que soy y a saber que todo esfuerzo tiene su recompensa. Cabe resaltar que por jugar básquet y tener buenas notas, también tenía créditos exonerados. Valoro mucho el apoyo que me dio mi alma mater. Me permitió no solo hacer mi carrera, sino usar toda su infraestructura, como la sede de Mayorazgo, la Biblioteca y la bolsa de trabajo. Destaco la calidad de amigos, profesores, compañeros y entrenadores que conocí, personas que se han convertido en mi mayor tesoro. Algunas permanecen hasta hoy en mi vida. Le agradezco enormemente a la Ulima.