22 de Julio de 2019
Egresado Ulima produce documental sobre Pozuzo
Heimat in Perú es quizá el primer documental en formato de ficción que se hace sobre los colonos europeos que poblaron la selva central peruana hace 160 años. Arnold Wismann, egresado de Comunicación de la Universidad de Lima y descendiente de esos colonos, es el artífice de este proyecto.
En la película, cuenta cómo los colonos, desencantados de la Revolución Industrial que dejaba sin trabajo a los europeos, llegaron a nuestro país en busca de un mejor futuro. Aquí construyeron sus casas, sus escuelas, sus negocios y carreteras, y se forjaron una vida nueva.
El preestreno del filme será el 25 de julio en Pozuzo. Entre otras novedades, se habla de un dialecto alemán considerado lengua muerta en el Viejo Continente.
¿Qué abarca el documental que has preparado?
Cuento la historia de los colonos desde mi propia perspectiva. Todo empieza con un viaje que hago con mi padre, en el que me cuenta anécdotas y me dice qué significa para él la selva central. Estamos en Ticlio y se nos baja una llanta, así que nos detenemos a repararla. Luego continuamos el trayecto y él me dice: “Eso no es nada porque antes era mucho peor para los colonos”. Y comienza a contarme al respecto. Durante su narración, hacemos algunos cortes para introducir entrevistas con los descendientes de italianos, austriacos y alemanes. Ellos hacen sus propias reconstrucciones del pasado.
No se sabe mucho de los colonos italianos en la selva central. ¿Cuándo llegaron ellos y dónde se encuentran?
Ellos llegaron a La Merced antes que los alemanes y los austriacos, pero se fueron al monte. Ahí tienen hasta ahora sus chacras, en Pampa del Carmen. Es una población menor y están más alejados de la ciudad. Turísticamente no se suele hablar de ellos, pero son muy amables.
¿Qué novedades has encontrado a lo largo de tu investigación para hacer esta película?
Algo muy importante es que en Pozuzo se habla un dialecto que es una lengua muerta en Alemania y en Austria, pero acá en el Perú se mantiene. Por otro lado, la película da a conocer algo que caracteriza a todos los colonos: su amor por el conocimiento. Ellos fueron autodidactas y compartieron con los demás todo lo que sabían; así lograron desarrollarse, por el hecho de compartir el conocimiento y por su empuje. Esa es su característica. Aparte de eso, el filme tiene muchas partes emotivas, recuerdos y motivos de orgullo para los lugareños.
¿Como cuáles?
Por ejemplo, hay una carretera a la que llaman El Paso de los Valientes. Ahí murieron muchos colonos; era una carretera estrecha que se usaba un día de ida y otro de vuelta. Los pobladores le tienen cariño porque representa el progreso y están orgullosos de descender de esos valientes que dieron su propia vida para sacar a su pueblo adelante.
¿Tú y tu padre actúan en la película o hay actores que interpretan esos papeles?
Nosotros aparecemos en el filme. Para los demás papeles hicimos un casting en Pozuzo. Mi papel de niño lo interpreta Alonso Gstier.
Cada generación ha vivido una realidad diferente en Pozuzo, Oxapampa y La Merced. ¿Eso se refleja en la producción?
Sí, se ve el contraste del pasado con el presente. Ahora se ve bonito todo, pero antes no había nada. Los colonos hicieron las carreteras y todo lo que hay allá. Ellos vinieron e hicieron suya esa tierra; fue su hogar, pues les dio lo que Europa no podía darles. Por eso el nombre de la película: Heimat in Perú. Heimat significa ‘lugar de origen’, donde están tus raíces.
¿Cómo era tu heimat en la época de tu padre?
No había colegios. Mi padre tenía 6 o 7 años y debía caminar 17 kilómetros para llegar al colegio que estaba en el pueblo más cercano. Eso le tomaba como dos o tres horas todos los días, de ida y de vuelta. Llegaba a la casa a las 5 o 6 de la tarde, sin almorzar. Mi padre siempre me ha comentado que los camioneros, que eran italianos y descendientes de alemanes, siempre lo jalaban para que no caminase tanto; le preguntaban cómo estaba, si había comido, y hasta propina le daban. Mi abuelo hizo un colegio y benefició así a muchos niños. Por otro lado, mi padre cuenta que los niños no tenían juguetes, así que se iban al río a buscar maderitas y ellos mismos se hacían sus camioncitos; las niñas fabricaban muñequitas con las barbas del choclo. Eran felices con una vida simple y, al igual que los adultos, siempre buscaban la forma de salir adelante.
¿Por qué vinieron al Perú y qué persona de tu familia llegó primero acá?
Vinieron después de la Revolución Industrial porque en ese entonces muchos se quedaron sin trabajo en Europa. Mi bisabuelo vino después de los primeros migrantes en busca de oportunidades; quería salir adelante.
¿En algún momento se arrepintieron de llegar a un lugar donde no tenían ningún apoyo, donde no había colegios ni carreteras ni nada?
Probablemente, pero también se sintieron una gran familia y muy orgullosos de hacer su hogar acá. En la película, los antagonistas son la modernidad y las empresas eléctricas, que empiezan a depredar algo que los colonos han cuidado tanto y por tanto tiempo.
¿Cuándo se presentará Heimat in Perú?
El preestreno será el 25 y el 27 de julio en Pozuzo. La Embajada de Austria y la Municipalidad de Pozuzo corren con los gastos. Este 2019 es especial para Pozuzo porque cumple 160 años, así que para el preestreno irá una comisión de 200 austriacos y embajadores. El filme también se presentará en el Festival de Cine Europeo de Lima en noviembre.
¿Cómo has financiado la película?
He tocado muchas puertas hasta lograr el financiamiento de la Embajada de Austria. Mi problema es que no tenía yo un gran currículum, pues acabo de salir de la Universidad. Me preguntaron por qué motivo debían financiar mi proyecto, y les expliqué que soy de Chanchamayo; cuando percibieron mi entusiasmo y mis ganas, vieron que era algo bueno, y decidieron financiarlo.
¿Con quién has grabado?
Inicialmente, con la productora de un amigo, pero tuvimos un problema. Fuimos en una época muy bonita, pero de huaicos, y se perdieron algunos equipos. Los chicos hicieron cruzar los equipos, los dejaron ahí, y, en minutos, se cayó el cerro. Después de eso, los chicos se retiraron, y mi padre y yo tuvimos que organizarnos para conseguir otros equipos. Finalmente, los tuvimos que comprar. Fue como comprar un carro, pero valió la pena. Además, ha sido muy gratificante ver cómo los pozucinos nos han apoyado, como ha sido siempre en la historia. Por ejemplo, me han apoyado La Pozucina, El Trapiche y el Hotel Carolina Egg.
¿Te has dedicado a esta película desde que terminaste la Universidad?
Terminé la carrera en febrero de 2017 y comencé a trabajar en marzo, en una agencia de publicidad. Me encargaba del contenido de paneles publicitarios. En noviembre de ese año renuncié y me puse a trabajar en el documental, a buscar financiamiento. No tenía trabajo; solo me dedicaba a vender bandanas, pero eso me daba únicamente para los pasajes. Mis padres me apoyaron con la comida, pero ellos han recibido una formación exigente y piensan que cada persona debe generar sus propios ingresos, así que mi madre me decía que buscara trabajo.
¿Y cómo así salió el proyecto?
De pronto recibí el financiamiento de la Embajada de Austria. La encargada de Cultura, Isabelle Hiller, me vio con tanto interés y decisión que consiguió apoyarme en este proyecto. Además, hay otras personas y entidades que me han apoyado enormemente: la Universidad de Lima, para empezar. Los profesores Manuel Santillán y Ricardo Vizcarra me han asesorado en todo momento, y me dieron ideas para buscar financiamiento y las facilidades para usar la sala de edición. Incluso debo agradecerle al profesor de kung-fu de la Universidad, Julio Chang, quien me ayudó a desarrollar una parte guerrera en mí, gracias a la cual pude concretar el documental. Tengo mucho que agradecer a la Universidad, no solo por la parte académica y porque mi carrera me encantó, sino también por esta ayuda que me ha dado.