19 de Octubre de 2021
Ruth Shady: desenterrando el pasado para entender el presente
Todo empezó cuando de niña, su padre, originario de Praga, quedó tan sorprendido al ver que en el Perú no había orgullo por nuestra propia herencia cultural, que decidió inculcarle a su hija el amor y la pasión por el patrimonio histórico y arquitectónico. “Me hizo ver el desarrollo que habían tenido las civilizaciones en el pasado, y cómo en el presente se vivía con tantas limitaciones”, señala Ruth Shady en el inicio del más reciente episodio de la serie documental, Rostros del Bicentenario. Aquel fuerte contraste entre cómo vivieron sus antepasados y cómo se encontraban en la actualidad despertó en ella un interés por conocer los orígenes de aquella historia colectiva, y por preguntarse: ¿qué podemos aprender los peruanos del pasado?
Pasaron los años y Ruth pasó de apuntes y notas en cuadernos escolares a tomar acción directa en el descubrimiento y conservación del patrimonio histórico. Se licenció primero en la carrera de Educación, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y continuó sus estudios con un doctorado en Antropología y Arqueología poco después. “Como mujer, he tenido muchos problemas, no ha sido fácil que respeten el trabajo que venía haciendo”, cuenta en el episodio. Ruth es ahora considerada un punto focal en las mujeres científicas del Perú, y tiene –entre diversas distinciones– el premio L’Oréal UNESCO para las Mujeres en Ciencia en el 2018. Parte de su lucha también está en eso, en sentar un mayor respeto al desarrollo profesional femenino.
La ciudad de Caral, su proyecto más aclamado, “era un sitio que ya había sido identificado, pero no suficientemente investigado”, cuenta la arqueóloga. El descubrimiento de que se trataba de la civilización más antigua de América la posicionó como foco internacional, convirtiendo a Ruth a la vez en guardiana de la ciudad. Fue una labor bastante intensa en la que, por aproximadamente dos años (empezó en 1994), se reunía con una serie de estudiantes ya profesionales para ir todos los fines de semana. “Yo manejaba hasta Supe el viernes en la noche, acampábamos y al día siguiente comenzaba nuestro trabajo”, recuerda. Después de ese tiempo logró conseguir fondos de National Geographic para continuar con la investigación. Ahí fue que se iniciaron las excavaciones, y los primeros resultados confirmaron la hipótesis que ya tenían: estaban frente a un sitio muy antiguo, más de lo que muchos podían imaginar.
“El mensaje de Caral le demuestra al mundo que acá en América hemos tenido las mismas condiciones humanas para crear una civilización tan antigua, entonces, ¿por qué ahora no podemos ser países desarrollados también?”, señala Shady. La visión de crear, de ser una sociedad diversa que se acompañaba entre sí, una civilización integrada que crece en conjunto es, para la arqueóloga, lo que les falta a los peruanos reconocer de su historia. “Yo quisiera que en cada parte del país se promoviera la investigación arqueológica, se recupere esa historia social y se transmita a las poblaciones esa parte que nos identifica, eso queremos promover”, finaliza. Su sueño es que los jóvenes también se sientan cercanos a esta historia, y desde su lado, cada uno promueva la preservación del patrimonio y la cultura.