27 de Mayo de 2022
Emprendimientos para el cuerpo y el alma
Más allá de los números y las ventas, Verónica Calderón ha echado a andar dos emprendimientos que tienen toda su esencia. Los hace con la convicción de que son buenos y hacen bien. Uno es un canal de YouTube llamado El Vlog de Trin, con contenidos que dan calma e invitan a la reflexión. El otro es Trinbucha, una bebida con probióticos que ella empezó a preparar en la cocina de su casa. Verónica estudió Comunicación en la Universidad de Lima y se considera una emisora que tiene un mensaje para otras personas.
¿Cómo nació El Vlog de Trin?
Es un proyecto que surgió a raíz de un documental que hice para mi tesis. Durante el proceso, descubrí mi pasión por investigar sobre un tema, aprender, transformar ese conocimiento en un contenido y compartirlo con otras personas.
¿Desde cuándo existe el blog?
Desde el 2018. Mi primer video en YouTube tuvo 500 visitas. No fue viral ni mucho menos.
¿Cuál de tus videos ha tenido más visitas hasta este momento?
Uno que participó en la segunda edición del concurso de microcine Pioneras en 60 segundos, en Madrid. Es sobre la pintora Hilma af Klint, que no tuvo reconocimiento en vida, pero que luego se descubrió que había sido la pionera del movimiento abstracto. Tuvo 343.000 visitas en TikTok.
¿Qué hace que uno de tus videos tenga más o menos visitas?
Esa es una buena pregunta. De hecho, me la planteo mucho junto con Ernesto Vergara. Él es docente Ulima; se unió a este proyecto en mayo del 2021 y ve todo lo relacionado con la estrategia. Creemos que un video se ve más por una mezcla de dos cosas: un contenido de valor y que el video dure poco. Ahora bien, todo depende del lente con que se miren las cosas. A mí me parece que 10.000 vistas no es poca cosa. Creo, además, que es importante tener claro cuál es el objetivo del proyecto. En el caso de El Vlog de Trin, no es tan importante cuántas personas ven los videos, sino la calidad de la interacción con las personas. Creo que quienes siguen este proyecto, que ya son 20.000, valoran el trabajo que hay detrás de cada video. Son personas curiosas, compasivas, con ganas de aprender y de crecer. Eso es lo más valioso: haber creado esta comunidad.
Tratas muchos temas diferentes. ¿Podrías comentar algunos?
Por un lado, tengo videos con fragmentos de poemas ilustrados con fotos de fotógrafos. También trato temas históricos como el de la científica de Inglaterra Jocelyn Bell Burnell, que hizo un descubrimiento por el cual su profesor ganó el Premio Nobel y ella no. En unos casos, se trata de reconocer a personas que no fueron reconocidas en su oportunidad. Me encanta compartir los aprendizajes obtenidos sobre psicología, neurociencia, física cuántica, gastronomía, y analizar cómo esas cosas se pueden aplicar en nuestra vida cotidiana. Opino que detrás de esos conceptos hay una sabiduría que puede aplicarse al modo en que vivimos nuestras vidas.
¿Quién te ayuda con la producción?
¡Yo hago todo! Con Ernesto converso sobre los guiones, me da un buen feedback; pero de investigar y de la parte técnica de grabar, editar y armar el video, me encargo yo.
¿Cuánto tiempo te toma hacer un video?
Varía bastante. El primer video lo hice en tres meses. Era mi primera vez, tenía los conocimientos de la Universidad, pero quería darle un estilo personal. Por eso me tomó tanto tiempo. Ahora, dependiendo de la complejidad, me puede tomar una semana o hasta un mes, depende mucho de lo ambicioso que sea el proyecto, qué tan profunda sea la investigación.
¿Cada cuánto tiempo publicas?
Eso también varía. Pero ahora, con el apoyo de Ernesto, tratamos de que las publicaciones se realicen cada dos semanas, siempre con el filtro de postear algo que realmente entregue valor. Le dedico a este trabajo mis noches y mi fin de semana, porque es un proyecto que hago en paralelo a otro emprendimiento.
¿Cuál es ese otro emprendimiento?
Es un producto que vendo en tiendas saludables. Ahí, mi socio es otro alumno de la Universidad de Lima, también de Comunicación, Eduardo Soldano. Hacemos una bebida saludable llamada kombucha. La categoría del producto es kombucha y mi marca es Trinbucha. Es a base de té, pasa por una fermentación y el resultado es una bebida que tiene un poco de gas y probióticos, que ayudan bastante a la flora intestinal. Se encuentra en las principales tiendas naturistas. Además, estamos concursando con este negocio en Startup Perú; nos encontramos en la última etapa, falta que el último jurado verifique nuestra solicitud y, en junio, anunciarán a los ganadores. Si ganamos, sería un estímulo económico importante para poder desarrollar un segundo proyecto que tenemos. Con ese capital podríamos implementarlo.
¿Cómo así decidieron dedicarse a este tipo de negocio?
Yo consumía kombucha, pero era desconocida en el mercado. A mí me la invitó un amigo, en un restaurante vegano, y me encantó. Soy muy intensa en mis decisiones y pensé: si empiezo a tomar esto, me voy a quedar sin plata, porque la voy a querer tomar siempre. Así que decidí aprender a prepararla. Trabajé yo sola hasta noviembre del año pasado y luego Eduardo ingresó como socio. Así como Ernesto, él también tiene una visión estratégica y de negocio. Yo soy creativa, invento cosas. Vendemos el producto en tres sabores: fresa, maracuyá y kion. Mi favorito es el de kion.
¿Tienen registro sanitario?
Sí, tenemos todo en regla. Hice las etiquetas junto con una diseñadora Ulima, que tiene su propia agencia digital, Daniela Morán. Hemos atravesado la pandemia, la inestabilidad política y otras cosas desafiantes, pero parece que el destino sigue queriendo que el emprendimiento salga adelante (risas).
Producías en tu casa, seguramente. ¿Y ahora?
Así es, comencé en mi casa. Ahora tenemos un pequeño taller y a una persona encargada de la producción. Antes yo hacía todo, era despachadora, productora, diseñadora, etcétera.
¿Antes de dedicarte a tus emprendimientos has tenido oportunidad de trabajar en otro lugar?
Mi primer trabajo fue como practicante, hacía los videos en el área de Marketing de un centro de entrenamiento llamado K.O. Urban Detox Center. Es una empresa grande que está en Chile y España. Me llevaron a Chile para hacer unos videos. Además, he trabajado en una agencia como creadora de contenido, en el sentido de proponer ideas; se llama Hey Mome! Después de esas experiencias me dediqué a mis propios proyectos.
¿Te sientes bien trabajando de manera independiente?
Me siento muy agradecida, sobre todo con mi familia, mis padres y mi hermano, que siempre han creído en el potencial de mis proyectos. Estos se han tomado un tiempo para florecer. No tuve 300 mil vistas de la noche a la mañana. Pasaron cuatro años para llegar a este punto. Al inicio tenía de 200 a 400 vistas. También me apoyaron con la kombucha, negocio que ha crecido poco a poco.
¿Cómo te fue en la Universidad de Lima?
Yo ingresé a estudiar Marketing y gané una Beca Oficio en el 2013-1, porque saqué el promedio ponderado más alto de mi Facultad. Pero luego tuve una pequeña crisis, porque, aunque me iba muy bien en notas, sentía que la carrera no me apasionaba. Así fue que, en el 2013-2, pensé que era mejor cambiarme de carrera, y en el 2014 me pasé a Comunicación. Ahí me sentí como pez en el agua. Descubrí todo el potencial que tenía a nivel creativo. Los profesores me apoyaron mucho, se despertó mi curiosidad por el mundo del arte, de la estética, de lo audiovisual y el cine. Aprendí a llevar a cabo proyectos, a pensar fuera de la caja y no dar tantas vueltas a las cosas. Me fue bien académicamente, terminé quinta en la promoción, en el 2017-2. Hice muy buenos amigos y muy buenos contactos. Ahí conocí a Ernesto, que era jefe de prácticas cuando yo estudiaba. A Daniela también la conocí ahí. Tuve muchos profesores muy buenos. Ahora soy una emisora, tengo un mensaje que quiero llevar a otras personas.