01 de Septiembre de 2021
Moda con telas recicladas
La industria textil es la segunda más contaminante del planeta y casi el 50 % de lo que se produce no se usa. Este llamado de atención lo hacen el ingeniero industrial Carlos Vega y la comunicadora Natalia Tapia, quienes hace dos años emprendieron un negocio de reciclaje de textiles llamado Circular.
Ambos jóvenes son egresados de la Universidad de Lima, y decidieron dedicarse a este negocio porque sienten un compromiso con el medio ambiente. Por eso, reciclan mermas textiles y las convierten en prendas nuevas. Actualmente venden a través de su web y en dos tiendas en Lima.
¿Por qué asumieron el reto de reciclar para hacer ropa?
Carlos: En primer lugar, nos perturbó enterarnos de que la industria textil es la segunda más contaminante del planeta y que, si seguimos con este ritmo de producción, al 2050 se van a necesitar 2,5 planetas. Eso nos impactó. Pensamos que es muy doloroso ver cosas así y no hacer nada. Asimismo, el veinticinco por ciento de lo que hay en nuestro armario no lo usamos, y alrededor del veinticinco por ciento de la ropa del mundo no se llega a vender. Todo ello nos motivó a crear un negocio que contribuyera a contrarrestar el impacto de la moda sobre el medio ambiente.
¿Qué se hace con ese 25 % de ropa que no se llega a vender?
Carlos: Se bota, se dona o se quema. Es terrible. La industria de la moda es muy contaminante. Para producir un pantalón y un polo, por ejemplo, se necesita alrededor de 2.700 litros de agua, que es la cantidad suficiente para que un ser humano pueda beber por tres años. La ropa es un producto que consume demasiada agua. Hay historias en las que desaparecen los ríos por la cantidad de agua que se deriva para las plantaciones de algodón. En Bangladesh y otros lugares donde se produce la mayor parte de la ropa, muchos ríos están cubiertos de tintes. Y el veinte por ciento de la contaminación del agua de todo el mundo tiene que ver con el teñido.
En el caso de Circular, ¿qué prendas vende?
Natalia: Circular vende polos, casacas y pantalones creados con hilos o retazos de telas sobrantes de la industria textil.
¿De dónde obtienen estos hilos y retazos?
Natalia: Lo que sucede es que las empresas textiles necesitan una gran cantidad de hilo para sus máquinas. Las pequeñas cantidades de hilo que quedan en sus conos ya no les sirve. Nosotros usamos esos hilos y retazos sobrantes de la industria textil para hacer ropa. Se muelen y volvemos a obtener una fibra parecida al algodón. Primero se producen los hilos y luego estos hilos forman la tela. Es decir, se vuelve a pasar el proceso.
¿Cómo se enteraron de estos procesos textiles?
Carlos: Buscamos por todo el mundo, en Asia, España y México, procesos y productos textiles que fueran diferentes.
Natalia: Queríamos algo alternativo al algodón orgánico y que fuera ambientalmente responsable. Si lo miras bien, hacer más algodón, por muy orgánico que sea, consume una gran cantidad de agua, la cual podemos ahorrar si no cultivamos.
¿Cómo consiguen los hilos sobrantes y retazos de tela?
Carlos: En este punto tenemos que agradecer a Luis Montaño y Textil Muchik EIRL. Él es un investigador que ha desarrollado el textil recuperado. Invertimos en conjunto en la fase inicial para hacer los primeros prototipos. El textil elaborado a partir de retazos lo coordinamos con él. Lo que hacemos es juntar aquellos que tengan el mismo color y molerlos. A través de la tecnología de Textil Muchik, se produce una especie de fibra nueva, como un algodón nuevo. Es un proceso que no requiere químicos ni tintes.
¿Cómo comenzaron este emprendimiento?
Carlos: El proyecto lo empezamos hace dos años. Éramos cuatro amigos, de los cuales tres éramos de la Universidad de Lima. Éramos nosotros dos junto a Víctor Valdez y María Rodríguez.
Natalia: Queríamos hacer algo diferente a la moda, algo que fuera sostenible y alternativo. Comenzamos a investigar y nos contactamos con una empresa de innovación textil peruana. Con ellos producimos la tela para Circular.
¿Cómo les ha ido con las ventas a lo largo de estos dos años?
Natalia: Hemos sacado un par de colecciones. Al principio, vendíamos desde nuestras redes sociales; pero desde hace un año estamos en tiendas, Gechari y Beeversa básicamente. Cubrimos Barranco y Miraflores. Nuestro mayor porcentaje de ventas es por las tiendas, y nuestra comunidad sigue creciendo en las redes. Pienso que el concepto de la marca les gusta a las personas y quieren ser parte del cambio que proponemos. Nuestro consumidor busca una alternativa un poquito más responsable con el medio ambiente.
¿Quién se encarga de los diseños y de la producción de la ropa?
Natalia: Yo hago los diseños y tercerizamos la producción. Nuestra ropa es para el día a día y va de acuerdo con la visión de la economía circular: es versátil y se puede utilizar en diferentes momentos del año, es decir, es atemporal, básica y duradera. Hay otro detalle: indicamos qué cantidad de agua se ahorra por cada prenda, que puede ser del noventa y uno por ciento. Además, como trabajamos a partir de retazos de colores, ya no tenemos que utilizar tintes. Podemos trabajar con retazos de color azul para obtener un jean azul, por ejemplo. Ya no hace falta pasar por el proceso de coloración en una tintorería, donde se gasta muchísima agua.
Carlos: Y las casacas tienen bolsillos hechos con retazos de la tela que sobró. La idea es que nada se desperdicie.
¿Quiénes son sus compradores?
Natalia: Por el momento, nos estamos dirigiendo a mujeres de 25 a 35 años.
¿Tienen planeado captar otros públicos?
Carlos: En una etapa pospandemia, pensamos abrir nuevas líneas de productos. Quisiéramos explorar el mercado de los niños, que ya crecen con el concepto de proteger nuestro hábitat. Así, podemos transmitirles el mensaje de que se puede hacer algo en favor del planeta desde donde estamos. Solo debemos pensar que el noventa y cinco por ciento de los textiles se puede reciclar y nueve de cada diez prendas terminan en la basura o quemadas. Conservamos nuestras prendas la mitad del tiempo de lo que lo hacíamos hace quince años, a veces porque el material es malo, y eso genera más basura.
Aparte de su emprendimiento, ¿cuál es su experiencia laboral?
Carlos: Yo soy ingeniero industrial, tengo experiencia en operaciones, proyectos, relaciones colaborativas y tecnología en inteligencia artificial. Trabajo en Servex SAC. Estamos creando un voicebot mediante inteligencia artifical, un programa de interacción con los clientes a través de la voz. Estoy como product owner, me encargo de la visión del futuro del proyecto y de coordinar con el equipo de desarrollo para ejecutar el producto.
Natalia: Yo soy comunicadora por la Universidad de Lima. Trabajo como freelancer en marketing digital. Y ahora estoy estudiando una segunda carrera, Psicología, también en la Ulima. He convalidado todo el primer año de estudios y me siento muy contenta.
¿Qué les pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Carlos: Para mí es una gran experiencia haber estudiado en la Universidad de Lima. De hecho, nuestro negocio creció gracias al Centro de Emprendimiento Ulima, donde siempre nos han apoyado y nos han recibido como en casa. Tuve grandes profesores y desde un inicio me enganché mucho con el tema de mejora de procesos y con la necesidad de innovar. Eso distingue mi línea de carrera. Además, tuve una muy bonita experiencia en el campus, mis mejores amigos son de la Universidad. Siempre nos ayudamos, somos una comunidad muy importante. Tengo los mejores recuerdos de la Universidad.
Natalia: Mi experiencia en la Ulima fue muy agradable. Teníamos todos los recursos necesarios para hacer unas clases de primera calidad, siempre con proyectos muy interesantes. Durante la carrera pude conocer a personas increíbles. Por eso, no dudé en regresar a estudiar mi segunda carrera.