28 de Abril de 2012
Asegurando vidas
Alfonso Lizarzaburu, ex alumno de la Facultad de Ingeniería Industrial, tiene dieciocho años de trayectoria profesional sobresaliendo en los distintos cargos que ha ocupado dentro del rubro de las aseguradoras y las AFP. Actualmente se desempeña como gerente técnico de negocios de La Positiva Vida.
Seguiste estudios técnicos antes de ingresar a la Universidad de Lima. ¿Qué razones te llevaron a optar por una carrera universitaria?
Al salir del colegio estudié un año de Ingeniería Civil y fue una experiencia amarga. La desilusión producto de ese año de estudios y las ganas de probar algo menos teórico me llevó a realizar una carrera técnica en sistemas. Al acabar el instituto, me desempeñé como jefe de sistemas de Santillana, donde fui progresivamente asumiendo cada vez más responsabilidades hasta que apareció la pregunta que terminó siendo el punto de quiebre de mi vida: ¿voy a ser un técnico siempre o aspiro a otras cosas? Después de evaluar la oferta de universidades y carreras, y guiado por mi gusto hacia los números y los sistemas, elegí la Facultad de Ingeniería Industrial. En paralelo a mis estudios, trabajé como profesor de computación de dos colegios.
¿En tus años de estudiante tenías algún interés por el mercado de los seguros?
No tenía la menor sospecha de que mi carrera tomaría ese rumbo. En parte porque no se tienen muchas luces de ese mercado, siempre ha sido la letra pequeña, se podría decir que hay un misterio alrededor de los seguros. En los últimos años se ha venido trabajando por agrandar la letra. Las compañías han estado en los últimos años centrándose en la comunicación, de manera que todo lo que rodea a las aseguradoras sea más transparente. Trabajando en Pacífico como asistente, tomé conciencia de lo complejo e interesante que es el mundo de los seguros: vendes un intangible que el consumidor no va a recibir, sino sus beneficiaros. Hay un acto de desprendimiento en ello.
¿Cómo describirías tu primera experiencia en La Positiva Vida?
Estuve dos años y medio en La Positiva y fue mi escuela. Entré como asistente y cuando me fui me había convertido en un apoderado. Fue una experiencia gratificante, ya que por primera vez sentí que estaba en mi cancha, que había encontrado el lugar que resumía todos mis intereses y donde podía aplicar las herramientas que había acumulado a partir de los estudios que había realizado y los trabajos en el área de sistemas. Fueron años apasionantes, donde estuve involucrado y en muchos casos fui el responsable directo de la creación de muchos de los procesos. Había demandas que podía resolver con un lenguaje de programación: creaba mis propios sistemas. Se podría decir que llegué a ser independiente del área informática.
¿Cuál fue tu siguiente reto?
Mientras trabajaba en La Positiva, encontré un aviso en el periódico que decía: “Buscamos personas que tengan conocimientos de cálculo actuarial”. Intrigado y motivado por el interés que tenía por la probabilística, decidí postular. Después de un proceso de cinco entrevistas el misterio se reveló: al escogerme, me explicaron que la empresa era AFP Unión. De esa manera se dio mi ingreso al otro lado del negocio de las pensiones. Mi jefe me dio luz verde para realizar todos los cambios que creyera convenientes. Fue un período de reestructuración profunda: se fueron equipos, personal y procedimientos. El principal resultado de esa revolución fue la transformación radical en términos de eficiencia. Cuando empecé, había un retraso de cinco meses en los procesos y lo logramos bajar a poco menos de dos semanas. Mi meta era llegar a las veinticuatro horas, pero los focos de inversión de la empresa en ese momento estaban puestos en otros lugares.
Después de AFP Unión regresaste al terreno de las aseguradoras. ¿Cómo definirías tu experiencia en Interseguros?
Las AFP solo manejan un producto y el grado de creación que puedes tener es limitado. Existe una ley, un marco legal que te ata de manos; es como si casi todo el terreno estuviese formateado. Tu única posibilidad de innovar va por el lado de volver los procesos más eficientes. Por otro lado, las aseguradoras te dan toda la libertad. Interseguros significó para mí, por un lado, el retorno al mundo de cálculos actuariales que me apasionaba, y por otro, la posibilidad de ser el director de orquesta de todo el back office de una compañía que estaba iniciándose. Fue una experiencia única y gratificante. Participé del crecimiento de la empresa durante once años. Dentro de la organización manejé el proyecto Año 2000, implementé el sistema de gestión de calidad ISO. Me movilicé por distintas áreas y tuve una serie de responsabilidades que se cumplieron satisfactoriamente. En ese tiempo, Interseguros pasó de vender un millón de activos en el primer año a ciento sesenta millones.
¿Qué estudios de posgrado realizaste?
Seguí un PADE en Administración en ESAN que complementé con una maestría en la Universidad San Ignacio. Durante ese programa de estudios tuve la oportunidad de viajar por doce días a Canadá y tener visitas guiadas a empresas. Fue una experiencia impactante en la que pude conocer los diferentes procesos de una fábrica inmensa que produce aviones cuyo local es cinco veces el aeropuerto Jorge Chávez. Actualmente estudio para convertirme en actuario.
Explícanos qué es un actuario: ¿qué pasos se deben seguir para certificarse como uno?
El actuario es el responsable de hacer los cálculos dentro de una compañía. Son analistas que se centran en temas de seguros, riesgos y rentabilidad. Solo existen dieciséis mil actuarios alrededor del mundo y en la actualidad hay una creciente demanda de ellos.
Ser actuario es como tener un título universitario. Cuando egresas eres bachiller y si quieres colegiarte tienes que dar una serie de exámenes. Se trata de pruebas sumamente rigurosas para las cuales te preparas durante seis meses.
¿Por qué te resulta tan estimulante el mercado de los seguros?
Las compañías de seguro administran activos, usas ese dinero para invertir y luego para cubrir el siniestro. Es fundamental el tema de cómo administro el dinero, cómo lo invierto. El mundo de las aseguradoras te permite invertir en negocios nuevos e ir creciendo junto a la empresa en la que inviertes. Pensemos en el caso de Interbank: hace diez años era solamente un banco, pero su estrategia de inversiones los llevó a diversificarse en colegios, centros comerciales, farmacias, entre otros. En conclusión, se usó el dinero para generar más empleo, de manera que las aseguradoras también contribuyen a la construcción de un país mejor para todos. Las aseguradoras sirven de sostén, movilizan la economía, tienen un compromiso de mejorar la calidad de vida no solo de sus beneficiarios sino de los ciudadanos en general.