Universidad de Lima

Hace algún tiempo, un grupo de estudiantes me preguntó: “Profesor, ¿cómo así usted dicta cursos en la Maestría en Derecho Empresarial y en la de Tributación y Política Fiscal de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima? Sobre todo, con asignaturas tan disímiles”. Yo les respondí que en realidad no eran cursos tan distintos, y que los temas de buen gobierno corporativo y de fiscalidad tienen sendas que se cruzan y es importante que sean conocidas por las empresas.

El tiempo pasa y en la actualidad, además del buen gobierno corporativo, entran a tallar conceptos de sostenibilidad, más conocidos como ESG (environmental, social and governance), por sus siglas en inglés.

Me explico.

No cabe duda de que los criterios de ESG están cada vez más presentes en los mercados de valores y en las empresas. ESG se refiere a la inversión responsable y sostenible, y a cómo las empresas que la incorporan a su estrategia son capaces de crear valor en el largo plazo.

ESG se relaciona con el buen gobierno corporativo (BGC), y podríamos decir en torno a ambos conceptos que el BGC se refiere al sistema de controles y equilibrios internos y externos que buscan garantizar que las empresas rindan cuentas a sus grupos de interés y lleven a cabo sus actividades de forma socialmente responsable. Como es claro inferir, este último “socialmente responsable” lo pone de relieve la ESG.

Organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de sus Principios de Inversión Responsable (Principles for Responsible Investment, PRI), han proporcionado marcos y orientaciones en la materia para inversores y empresas. Para muchas de aquellas, los criterios de ESG se han convertido en el pilar de su declaración de valores y en la presentación de los informes corporativos.

A menudo, la atención relativa a ESG se ha centrado en factores medioambientales, como la prevención y el control de la contaminación, la mitigación del cambio climático, la protección de los recursos hídricos y marinos, la búsqueda de una economía circular, y la protección y restauración de ecosistemas y de su biodiversidad, pero ello no lo es todo.

Si de verdad queremos tener una visión estratégica de largo plazo, también podemos correlacionar algunos criterios y métricas de ESG con componentes de contenido fiscal. Así, por ejemplo, a métricas ambientales como la disminución de emisiones de carbono, residuos tóxicos, elaboración de productos ecológicos y reducción del consumo energético podrían adicionarse otras de contenido fiscal como impuestos, subvenciones e incentivos medioambientales, y requisitos de cumplimiento y reporting. En la misma línea, métricas de sostenibilidad como las de relaciones con proveedores y clientes de alto riesgo, brecha salarial y porcentaje de empleados con habilidades tecnológicas podrían complementarse con otras de contenido fiscal como la promoción de buenas prácticas fiscales entre proveedores y clientes, el valor de la contribución fiscal total en favor del Estado, e información fiscal segmentada y disponible de partes relacionadas. En lo que a métricas de gobernabilidad se refiere, además de aquellas relativas a, por ejemplo, remuneración de los administradores, evaluación del Directorio, equidad de género y respeto de minorías, y gestión de riesgos, podría considerarse la inclusión de otras como reporting fiscal, estrategia fiscal alineada con la de sostenibilidad, y seguimiento del riesgo fiscal y de la transparencia.

Los impuestos no son únicamente gasto a corto plazo, pueden ser un factor de creación de valor sostenible. Así, una estrategia fiscal que se gestione para mitigar eficientemente el riesgo asociado, pero que también incluya la atención de las consideraciones medioambientales, sociales y de gobernanza, podrá posicionar mejor a la empresa como un miembro visible e integral de la comunidad, de los mercados y de las jurisdicciones en las que directa o indirectamente hace negocios.

Es así como advierto que la fiscalidad, el buen gobierno corporativo y la sostenibilidad en las empresas tienen sendas que se cruzan. ¿Ustedes también las aprecian?