- English
- Español
Andrea Mesones y su terapia en el mar
Todavía no ha terminado su carrera universitaria, pero ya fundó una asociación sin fines de lucro con la cual ayuda a niños con autismo a desarrollar su motricidad y a ganar seguridad mediante la práctica del surf. Andrea Mesones es una estudiante de Psicología de la Universidad de Lima que ha contagiado su entusiasmo a otros jóvenes, que la apoyan como voluntarios en esta aventura. Por esta iniciativa, Andrea acaba de ganar el premio Un Peruano como Quiñones, en la categoría de compromiso.
La motivación de Andrea por explorar una terapia alternativa para los niños con autismo surgió después de hacer una pasantía en la organización Kallpa, donde tuvo contacto con niños autistas y con retraso mental. Aprendió muchísimo y se sintió motivada a investigar más. En su búsqueda, descubrió una organización estadounidense llamada Surfers Healing, que hace campamentos de surf para chicos con autismo, lo cual le pareció fabuloso. La coincidencia fue que el sábado de esa misma semana, al correr tabla con su papá Alfonso (pasatiempo que cultiva desde los ocho años), vio a un niño que no quería entrar al mar con una tabla. Su papá y un profesor de surf hacían esfuerzos denodados por lograrlo, pero sin éxito. Andrea se dio cuenta, inmediatamente, de que el niño era autista y vio cómo se frustraron los intentos por enseñarle a surfear, porque el pequeño simplemente salió del mar.
En ese momento, ella se acercó a conversar con el padre, le explicó que el niño necesitaba relacionarse primero con la tabla y después ingresar con ella al mar, ya que a los chicos autistas les altera todo lo nuevo. Le ofreció, además, que los acompañaran el siguiente fin de semana a la playa Los Yuyos, que es de arena y no de piedras, como aquella en la que se encontraban, y que era ideal para que el niño sintiera más confianza. La joven estudiante recuerda:
“El siguiente fin de semana nos encontramos. Fui con mi papá. A Guille [el niño] le encantaba el agua, así que todo lo que necesitaba era familiarizarse con la tabla. Primero la tocó estando en la arena. Después entró al agua y, simplemente, pasó por encima de ella. Finalmente, consiguió echarse un rato sobre la tabla y ahora es increíble, se ha vuelto una costumbre para él correr en tándem, junto con su papá, felices”.
Actualmente, Guille es todo un surfista. Llega a la playa con su wetsuit puesto, agarra su tabla desde la arena y entra al mar. Una vez en las olas, es como si un switch se prendiera en él. Se concentra, se emociona, disfruta y comparte su felicidad con su padre.
Andrea y Alfonso han estado siempre ahí, apoyando y compartiendo también la alegría de Guille y su padre, Guillermo Ferrero. Lo interesante es que la práctica del surf le ha ayudado al pequeño en muchos aspectos. Después de cuatro meses, el resultado —aparte del aprendizaje de la técnica— es que se ha creado una linda conexión entre el niño y su padre. Antes de esa experiencia en el mar, Guille iba a todas partes con la nana, su papá no lo podía llevar al centro comercial ni a un restaurante, porque él se alteraba al ver tanta gente, como es normal en niños autistas. Comenta Andrea:
“[Normalmente] los padres de los niños autistas no encuentran qué compartir con sus hijos. Prácticamente solo los llevan a la terapia, pero en este caso ellos han encontrado un nexo en el mar. Hay una entrega de confianza entre los dos, porque corren en una misma tabla, y Guille confía en que su papá lo cuida”.
Desde que comenzó a indagar sobre autismo, Andrea pensó en la posibilidad de crear, más adelante, una organización para niños con esta condición. Pero Guillermo estaba tan encantado con los primeros resultados que la animó a hacerla funcionar ya mismo, pues no podía esperar para compartir todo eso con más personas.
Ese ímpetu y el convencimiento de Andrea de que el surf puede ser una terapia no convencional, pero que busca los mismos objetivos que cualquier terapia: estimular lo cognitivo, social y motriz, hizo que ambos cofundaran una asociación sin fines de lucro. Andrea es la presidenta y Guillermo el vicepresidente. Alfonso decidió no integrar la asociación, pero en la práctica participa en ella y apoya incluso en la parte contable.
La asociación se formó oficialmente en julio del 2014 bajo el nombre de Tabra, porque la primera vez que Guille pidió por sí mismo entrar al mar con la tabla, dijo “quiero tabra”. Andrea pensó que ese era el nombre ideal para la asociación. En octubre lanzaron la convocatoria para dar clases gratuitamente, gracias a una red de voluntarios que se han contagiado del entusiasmo de los fundadores de Tabra, y la acogida ha sido enorme. En breve darán capacitaciones a los profesores de surf y a los voluntarios, proyecto en el cual la Universidad de Lima está apoyando. Además, hay otras empresas que están haciendo donativos, que sirven para comprar las tablas y otros implementos que se necesitan.
La idea de Andrea es que “nadie se quede sin recibir estas clases por falta de recursos económicos y que, en un futuro, las personas que puedan pagar algo ofrezcan un aporte”.
Su entrega a la asociación y esa nueva opción que está abriendo para las familias de niños con autismo hizo que una de las mamás de Tabra la postulara al concurso Un Peruano como Quiñones, en la categoría de compromiso, organizado por la Fuerza Aérea del Perú y Telefónica. Los ganadores de dicho certamen se eligieron mediante la votación en línea, y Andrea ganó en su categoría. Recibió el premio en una ceremonia en la que conoció a otros jóvenes, iguales a ella, con ganas de aportar algo a su país, sin esperar nada a cambio, solo por la satisfacción de hacer algo bueno por los demás.
Por otro lado, Andrea es una excelente alumna, por lo que fue seleccionada junto a otros estudiantes de la Universidad de Lima para participar en una reunión privada con la princesa Victoria y el príncipe Daniel de Suecia, quienes visitaron el campus el lunes 19 de octubre para inaugurar el seminario de contacto nórdico-latinoamericano en favor de la educación. Los príncipes tenían gran interés en conocer sus opiniones sobre el sistema educativo peruano, sus expectativas y sus motivaciones como jóvenes. Sin duda, fue una nueva gran experiencia en la intensa vida de Andrea.