- English
- Español
¿Por qué no vamos al mundial?
“Hace 32 años, Guillermo La Rosa anotó el último gol del Perú en un mundial, en la derrota frente a Polonia. A partir de ahí, se ha sucedido una serie de fracasos diversos de la selección peruana de fútbol”, dijo Pedro Ortiz Bisso, periodista y docente de la Universidad de Lima que moderó el Intermedio de Comunicación-Cátedra UNESCO “Brasil 2014: 32 años viendo el mundial de fútbol por televisión”, realizado en la Sala Ventana Indiscreta, y añadió: “¿Qué hacer para volver al mundial?”.
Tomó la palabra Juan Carlos Oblitas. “La razón de por qué no vamos al mundial es simple —dijo—: la gestión de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) es del siglo pasado”. El ex futbolista y ex entrenador de la selección nacional subrayó que el Perú está cambiando y hay crecimiento económico, pero el fútbol se mantiene igual. No existe un trabajo serio de menores, no basta con construir complejos deportivos si no se acompañan con técnicos capacitados que formen a los jugadores desde la infancia. “Lo que debe cambiar es la gestión de la FPF, y para ello se requiere voluntad. ¿Existe la voluntad de hacerlo? Yo creo que no”, remató.
Pedro Ortiz Bisso preguntó entonces a Vicente Cisneros, periodista de Radio Ovación, si Manuel Burga es el responsable de ese atraso de nuestro fútbol. “Burga es el responsable político del fracaso del fútbol peruano”, contestó Cisneros, pero resaltó que no se pueden explicar todos los problemas del fútbol peruano achacándoselos a una sola persona. “Yo creo que el cambio se va a dar en la medida en que cambiemos todos, y eso pasa por capacitarnos”, señaló, y añadió que es preocupante que entre nuestros dirigentes falte una visión estratégica, de largo plazo.
En la misma línea, el psicoanalista, comunicador y docente de la Universidad de Lima Carlos de la Puente subrayó que el del fútbol peruano es un problema estructural que va más allá de un cambio de liderazgo. Hay un problema en la formación de jugadores jóvenes, y un déficit de autoestima. Hay responsabilidad en la prensa deportiva, que crea un ambiente hostil que perjudica al joven futbolista y es renuente al elogio justo; y la hay también en la afición, que sólo es esporádica y no asiste regularmente ni llena los estadios de nuestro campeonato.
Salió entonces el tema de la violencia en los estadios y de cómo ésta se ha incrementado en una Lima más populosa, alejando a las familias del espectáculo. Los expositores señalaron que buena parte de esa violencia viene de las barras organizadas, muchas veces permitidas y hasta sostenidas por dirigentes como herramienta de fuerza para mantener su poder.
“De acuerdo, hay un problema dirigencial —dijo Pedro García, periodista deportivo y docente de la Universidad de Lima—, ¿pero no se nos habrá agotado el talento también? No sólo de jugadores, sino de entrenadores de niños que les enseñen la técnica”, dijo a propósito de los numerosos casos de jugadores peruanos con potencial, pero con carencias técnicas que resultaron decisivas en los partidos. Y recordó que cuando los equipos que antes eran menos que el Perú, como Ecuador o Venezuela, empezaron a potenciarse en físico, disciplina y autoestima, empezaron a superarnos.
“Si clasificamos al mundial, ¿eso soluciona el problema de nuestro fútbol?”, preguntó Ortiz Bisso a Oblitas, quien respondió que no, que el desempeño de la selección no revela el problema de fondo. Por eso Marcelo Bielsa no iba a venir. “Acá han venido muy buenos técnicos: Maturana, Autuori, Markarián —explicó Oblitas—, pero no iban a cambiar las cosas. El problema no es el técnico, es el trabajo con el jugador, el cuidado del talento”. Oblitas expresó que su temor es ver que nos estamos distanciando del resto de países, nos estamos quedando atrás, y nuestra primera división es de un nivel inferior al de nuestros vecinos. Pero hay una salida: “La base de la solución está en el trabajo de menores en los clubes. Y debe haber una exigencia desde la FPF”. A corto plazo también hay soluciones: Oblitas propuso reducir el número de equipos del campeonato de primera división a 12 para que allí se concentren los mejores jugadores y todo sea más competitivo, y ampliar el número de clubes participantes de la segunda división, en la que jugarían más jóvenes.