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La pasión es su impulso
Caterina Vella es periodista, gestora cultural y productora de teatro. Ama la naturaleza y emprende cada nuevo proyecto con mucha pasión y una gran dosis de creatividad. Con su proyecto Al Teatro por Primera Vez, ha llevado a niños de escasos recursos a ver diversas funciones teatrales.
Caterina estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Trabajó como periodista en la revista Oiga y en el diario El Comercio, realiza labores de difusión de exposiciones de arte y es la productora exclusiva de las obras de teatro que dirige su hermana Simonetta.
¿Cómo iniciaste el proyecto Al Teatro por Primera Vez?
Estaba viendo el mar en Punta Hermosa cuando me vino a la mente la idea de que siempre van las mismas personas a ver las obras de teatro, y se me ocurrió hacer algo para cambiar eso. Llamé a mi hermana Simonetta, que es directora de teatro, y a Erika Stockholm, que escribe cuentos para niños, y les propuse montar una obra e invitar a niños de escasos recursos. Les dije que podía contactarme con instituciones que albergan a niños y proponerles la idea. Ellas estuvieron encantadas. Entonces me puse en contacto con diversos albergues y busqué a personas de espíritu sensible que quisieran invitar a los niños a ver la función. Les propuse un paquete de 500 soles, por el cual podían separar 43 butacas para niños de alguna de las instituciones que yo les planteaba. Además, se les entregaba un libro firmado por Erika y tres entradas. No se trataba solo de dar dinero, sino de que reciban a sus invitados. Solo que los niños no podían trasladarse hasta el teatro, porque no tenían presupuesto para eso, así que la invitación sin transporte no servía de nada.
¿Cómo resolviste ese problema?
Acudí al señor Joaquín Ormeño, le conté el proyecto y le expliqué el problema, entonces él me hizo dos preguntas precisas: cuántos buses necesitas y de dónde parten los niños. Le di la dirección y él se encargó del transporte, fue maravilloso. En otra oportunidad conseguí buses de Expreso Cial y luego de otras empresas. Así que, por un lado, hay un anfitrión de la presentación que invita a los niños, y, por otra parte, hay un padrino del traslado. Varias amigas me preguntan cuándo hacemos otra presentación, porque les gustó participar en este proyecto.
¿Cómo te sientes realizando esta labor?
Me encanta, esto me llena mucho y, definitivamente, me ha marcado. Una vez fue al teatro un grupo de niñas madres. Llegaron con sus bebitos, yo estaba muy emocionada. También han ido niñitos con cáncer y con síndrome de Down. Recuerdo que en Capitán, el perro marinero, la artista Sonia Cunliffe invitó no solo a niños, sino también a adultos del Callao. Ese día, una señora de 80 años me agarró de las manos y, llorando, me dijo: “Es lo más lindo que he visto en mi vida”. Eso paga todo el esfuerzo, eso me encanta de esta labor.
¿Qué obras han presentado hasta el momento?
Comenzamos con Albertina y las zapatillas de lana. Después vinieron María Julia y el árbol del gallinero; Chimoc, el perro calato, que es un cuento de las hermanas Andrea y Claudia Paz; las demás piezas son de Erika. También hemos hecho Capitán, el perro marinero y ahora último Luciana y su sombra. Todas han tenido dos temporadas, porque una obra de teatro implica mucho esfuerzo, así que mientras más funciones se lleven a cabo, mejor.
¿No te has animado a trabajar en producción de teatro con otras personas también?
Yo soy productora exclusiva de Simonetta. Me han llamado otras personas para trabajar conmigo, pero no he aceptado. Soy buena consiguiendo el financiamiento y haciendo los contactos. Simonetta y Erika hacen una gran dramaturgia para convertir los cuentos de Erika en obras de teatro; les suman personajes y crean nuevas situaciones, porque de lo contrario el cuento acabaría en unos veinte minutos.
¿Al Teatro por Primera Vez fue el proyecto que te inició como productora de obras teatrales?
No. En 1998, mi hermana Simonetta iba a hacer una obra de teatro que habla de todos los rollos previos al matrimonio. Pero en el camino se quedó sin productora y me preguntó si yo podía ayudarla. Yo nunca había hecho esto, pero soy productora por naturaleza, así que acepté. No tenía presupuesto, pero como la gente hacía polladas, pensé por qué no hago una “espaguetada”, y la hicimos. Mi mamá hace una salsa muy buena, hubo música en vivo de Manongo Mujica y “Chocolate” Algendones, y los actores de la pieza presentaron una performance. Fue lindo. Recolectamos una cantidad suficiente de fondos y la obra fue un gran éxito. El Británico se llenó toda la temporada en una época en que no asistía mucha gente. Hasta las señoras que vendían golosinas en la puerta se despidieron con mucha pena, porque habían vendido como nunca. Luego Erika escribió el cuento Albertina y las zapatillas de lana y nos comentó a Simonetta y a mí que no quería presentarlo en una librería, como se acostumbra, sino con una pequeña obra de teatro. Así que convocamos a Natalia Parodi, quien hizo de Albertina, y la función se llenó de gente. Erika vendió muchos libros, que firmó al final de la presentación. Luego la convertimos en una obra de teatro más completa, más larga.
También te dedicas a hacer labor de prensa para artistas, ¿verdad?
Sí, eso comenzó con Paola Denegri, que estaba preparando una exposición de fotografía y me preguntó si quería hacerle la prensa. A mí me pareció bien, porque tenía contactos en medios. Hace unos veinte años de esto. La exposición se hizo en la Sala Luis Miró Quesada Garland y fue un trabajo personalizado. Yo me paseaba por las diferentes redacciones con mi nota de prensa, porque en esa época no había correo electrónico. Así me convertí en una facilitadora entre el trabajo de los artistas y los periodistas. De pronto me comenzaron a llamar varios artistas y galerías de arte. Yo trabajo por canje; es decir, promociono la exposición a cambio de una obra, así que ya tengo una buena colección. Pero solo trabajo para artistas cuya obra me agrade.
¿Con qué artistas has trabajado?
Con muchos. Comencé con Paola Denegri, después he trabajado con Gonzalo García Callegari; Sonia Cunliffe, María Emilia Cunliffe; Luz Negib; Johanna Hamann, talentosísima artista que ya falleció; Lorena Noblecilla, Leoncio Villanueva, Javier Bravo de Rueda, Michelle Prazak, para la galería Impakto. La última campaña de prensa que hice antes de la pandemia fue la de mi padre, Franco Vella, arquitecto y pintor.
¿Te dedicas, además, a otros proyectos?
Con lo que hago es suficiente. Tengo tres hijas, marido, me encanta nadar en el mar y tener mis tiempos. Eso es lo bueno de ser freelance: eres dueña de tu tiempo y puedes escoger los temas en los que quieres trabajar. Me acaba de llamar Mariela Goyenechea, directora de la revista Rumbos de Sol & Piedra, para hacer una nota sobre turismo en camper, una modalidad que puede funcionar muy bien ahora que estamos en plena pandemia. Por otra parte, he publicado un artículo en Caretas sobre el almacén de minerales que se piensa construir en Paracas y que traerá numerosos camiones y contaminación a la zona. Me estoy reuniendo con otros periodistas para mover un poco ese asunto. Al margen de eso, el tema es sensible para mí, porque yo aprecio mucho el valor natural de esa zona, pues desde niña iba a Paracas con mis padres, quienes eran de los primeros windsurfistas del Perú.
Finalmente, ¿qué recuerdos guardas de tu época de estudiante en la Universidad de Lima?
Me encantó la Universidad. Desde el colegio, yo tuve claro que quería ser periodista y mi opción era estudiar en la Universidad de Lima. Soy de la primera promoción de la Pre Lima. Mi carrera me fascinó, los profesores me marcaron mucho, me abrieron la mente, me impulsaron a desarrollar mis capacidades, y estoy muy contenta de que mi exprofesor Óscar Quezada sea ahora el rector de la Universidad. Por otra parte, integré la Asociación de Andinismo de la Universidad de Lima, dirigida por Renzo Uccelli, quien lamentablemente falleció hace unos años. Hacíamos caminatas y escalada en roca en diferentes montañas. Eso también fue muy enriquecedor para mí. Tengo muchos amigos de la Universidad y no cambio por nada mi experiencia universitaria.