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Los diarios digitales en el Perú
La era digital ha modificado varios aspectos del quehacer diario y profesional. Solo en el campo del periodismo, por ejemplo, ha generado toda una revolución y un proceso de cambios y adaptaciones. Entre los investigadores que se han dedicado al estudio de este fenómeno se encuentra la periodista y catedrática María Mendoza Michilot, quien ha escrito el libro El rostro de los diarios digitales en el Perú. Esta es una edición del Fondo Editorial de la Universidad de Lima, que se presentará este 9 de diciembre en la edición 38 de la Feria del Libro Ricardo Palma. En la siguiente entrevista, nuestra docente realiza un adelanto de sus hallazgos.
¿De qué trata la investigación que has realizado y que reseñas en tu libro El rostro de los diarios digitales en el Perú?
Analizo la prensa digital de 2012 a 2014 y me enfoco en diez periódicos que –según alexa.com– eran los más populares en ese tiempo. Se trata de las versiones digitales de diarios tradicionales, como El Comercio, La República, Correo, Perú 21, Trome, Líbero, El Peruano, Diario16 y La Primera. Lo que me interesaba era ver cómo se producía la noticia en estos medios, cómo se organizaba la información de acuerdo con áreas temáticas, qué espacios ofrecían para la interacción, etcétera. Esta investigación se llevó a cabo antes de que los medios más importantes se ubicaran en los procesos de convergencia digital. Luego de eso hubo idas, venidas y retrocesos, pero lo que este trabajo hace es retratar el momento previo, he ahí su importancia.
¿Cómo has llevado a cabo la investigación?
Utilizo varios modelos de investigaciones, aplicados por varios autores, que adapté y modifiqué para realizar un análisis de los contenidos de las plataformas. Pude hallar desde dónde accede la gente, si hay canales de registro, si la web ofrece alguna referencia al medio impreso, entre otros aspectos. Para la última parte de mi trabajo, relacionada con el periodista digital, hice entrevistas a profundidad con la mayoría de editores de los diarios y una encuesta a los redactores que trabajaban en ese momento.
¿Qué hallaste?
Entre otras cosas, que los periodistas que hacían el trabajo para la web eran diferentes de los que trabajaban para el impreso. Las interacciones entre ellos eran distintas también. Algunos se relacionaban más con los jefes y los directores; otros con los diseñadores gráficos, por ejemplo. También incluyo sus perspectivas respecto a la web. Como mi investigación llegó hasta 2014, el libro recoge testimonios de cinco periodistas jóvenes que cuentan su experiencia y explican qué esperan del futuro.
El futuro es incierto para los medios impresos, ante la llegada de los digitales, ¿no?
En la primera parte del libro, antes de entrar al ciberperiódico, expongo una discusión sobre el tema. Hay mucha gente que sigue discutiendo si el periódico va a desaparecer o no.
¿Y tú qué piensas?
Creo que los periódicos, como tales, no van a desaparecer, pero tendrán que reinventarse. Las grandes cabeceras están entrando en un proceso de reformulación porque saben que el periodismo digital es el periodismo del futuro. El diario tiene que adecuarse a los nuevos tiempos y definir cómo se va a articular con lo digital.
El problema es que el valor de la publicidad en los medios digitales es muy bajo, no se compara con los precios de la publicidad en los medios impresos. ¿Cómo se sostiene una buena sala de redacción así?
A lo mejor es cuestión de procesos, de generar espacios nuevos y de cumplir funciones diferentes. Tal vez se necesite un periodismo más segmentado y con publicidad específica. Son numerosas las preguntas que debemos hacernos en este proceso.
Volviendo al tema del periodista digital, ¿cuál es el perfil que encontraste?
Me di varias sorpresas. Por ejemplo, al momento de la investigación, había una mayor presencia masculina en las redacciones, al igual que el periodismo tradicional en sus inicios. Se trata de jóvenes varones y profesionales. Hallé más gente con estudios universitarios completos o con licenciatura y con experiencia laboral.
¿A qué se debe esto último?
A varias cosas. Una de ellas es que muchos chicos vienen de universidades donde hay una tradición por empezar temprano a realizar las prácticas, y algunos lo hacen desde el segundo ciclo. Pude ver que les interesa lo fundamental del periodismo, que es escribir, crear. Su objetivo es producir noticias; es decir, si contrapones lo tecnológico a lo periodístico, se van por lo segundo. Sin embargo, es preocupante que los procesos de construcción de la noticia hayan cambiado tanto. El trabajo periodístico se desarrolla básicamente en la redacción, no salen a las calles a conseguir información, a interactuar con las personas, a observar. Ellos “viven” todo desde lo digital, desde sus teléfonos y computadoras. Hacen mucho trabajo de escritorio. Un periodista de diario escribe tres notas luego de cubrir las respectivas comisiones. Tres notas son tres comisiones, por lo menos. Pero los periodistas digitales escriben muchas más notas por día, con base en los insumos descritos.
Eso quiere decir que no se trabajan todos los géneros periodísticos…
No, aunque debemos considerar que en ese momento las webs habían desarrollado poco. Básicamente, trabajaban notas informativas con muchos gráficos, fotos y videos. Tiempo después ya se encuentran cosas más interesantes, más editoriales, más espacios para artículos…
¿Cómo evalúas eso?
Algunas personas piensan que el trabajo periodístico ha sufrido una pérdida y coincido con esa apreciación. Pero creo también que hay mucha gente descontenta y trata de romper esa lógica. No es que una cosa sea mejor o peor, simplemente es diferente y, de acuerdo con eso, se puede inyectar más calidad.
¿Te parece que no hay una buena calidad en la web?
No evalúo el tema de calidad en el libro, pero creo que la web sigue en un proceso de maduración a nivel local. Hay que tener en cuenta que existen públicos que están esperando cosas diferentes. Se debe desarrollar eso, y los que tienen que hacerlo son los medios. No quiero hablar de una tarea educativa, pero sí de la creación de campos nuevos. Se deben abrir espacios que contribuyan a que las personas crezcan, como era el periodismo de servicio, que no ha desaparecido aún. Imaginemos un espacio digital donde las personas entren para saber cuáles son sus derechos, por ejemplo. Esa sería una manera de contribuir a la sociedad y a que maduren los públicos. Los trabajos en redes sociales han mostrado básicamente a un público emocional. Pero también hay otro grupo que es más racional y espera otro tipo de lectura. Los grandes medios deben pensar en eso. Estamos aún en un proceso de maduración, como lectores de estos productos y como generadores de contenidos.
¿Te parece que los medios digitales destacan contenidos poco profundos?
Claro, pero hay que preguntarse si la gente realmente gusta de eso y quiere eso. Cuando surgió la prensa popular, se hizo un estudio en el año 2000 que desmitificó todo y reveló que la gente que compraba los diarios chichas no creía todo lo que leía.
¿Y qué pasó?, ¿nos acostumbramos a eso?
No lo sabemos a ciencia cierta. Es lo que había en ese tiempo, y si tú le das solo una cosa al público, pues el público no encuentra más que leer. Hay un grupo de personas que espera algo bueno. Tenemos en la web una plataforma increíble, ¿qué estamos haciendo con eso? El tema recién comienza, falta mucho por desarrollarse y analizar.
¿De qué tratan las otras investigaciones que has realizado respecto al medio digital?
He investigado sobre las últimas elecciones presidenciales y cómo un grupo de medios informaron sobre la campaña. El trabajo incluyó un seguimiento de los hechos que fueron trending topic en redes sociales, un campo que me atrae ahora, y cuyos hallazgos presenté en una ponencia en el último encuentro de Felafacs, que se realizó recientemente en Valparaíso.
¿Cuáles fueron estos hallazgos?
Uno de los principales fue descubrir que no siempre los políticos escuchan las redes. Otro es el perfil del público, en el cual están los lectores racionales de los cuales hablábamos antes.
Pero es difícil tener un alcance real sobre los públicos en redes sociales, porque el universo es enorme...
Es una dificultad que señalan varios autores. Como anota Manuel Castells, la extensibilidad de las redes hace difícil su evaluación y análisis. Pero el fenómeno es interesante. Todos tendríamos que evaluar cómo estamos viviendo esta revolución. Los medios deberán encarar cómo se adecuarán a ella; los públicos, definir qué clase de consumidores de noticias quieren ser; y la sociedad en su conjunto, pensar en las consecuencias que tendrá en un futuro muy cercano.