18 de Julio de 2018

La mirada de Salazar Bondy

Sebastián Salazar Bondy marcó un hito en la historia de la literatura peruana, no solo por sus producciones, sino también por su pensamiento, su crítica y su capacidad para analizar y entender la problemática de nuestra sociedad.

Todas estas aristas han sido estudiadas por el poeta e investigador peruano Alejandro Susti, docente de la Universidad de Lima y autor del libro Todo esto es mi país. La obra de Sebastián Salazar Bondy

Este trabajo ha sido editado por el Fondo Editorial de la Universidad de Lima y se presentará el sábado 21 de julio, a las 19.00 horas, en el Auditorio Clorinda Matto de Turner de la Feria Internacional del Libro de Lima.

Usted tiene una gran producción de libros relacionados con Sebastián Salazar Bondy. ¿Cuándo comenzó su interés por sus obras?
Yo estoy casado con la hija de Salazar Bondy y en el 2014 pensamos que era necesario hacer algo por los 50 años de la publicación de su obra más conocida, Lima la horrible. Entonces empecé a trabajar en la edición de un conjunto de artículos periodísticos sobre cultura, escritos por Salazar Bondy, y le propuse a Lápix Editores hacer un libro al respecto. El resultado fue Sebastián Salazar Bondy, la luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965), tomos I y II. Ahí comenzó todo, ya después salió una nueva edición de Lima la horrible, con un prólogo mío. Y antes de eso, en el 2007, escribí un capítulo del libro Ciudades ocultas. Lima en el cuento peruano moderno, en colaboración con el profesor José Güich, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad de Lima. Trataba sobre los cuentos de Salazar Bondy en su libro Náufragos y sobrevivientes.

¿Qué temáticas abordaba Salazar Bondy en los artículos periodísticos?
De todo. Él hizo crítica de arte, de cine, crónicas de la ciudad, etcétera. Trabajó en La Prensa desde 1952 hasta 1965. Ahí publicaba dos a tres artículos semanales, sobre arte, básicamente. Hacía reseñas de libros o escribía sobre el aniversario o la muerte de algún escritor importante y hacía críticas de teatro. Él trataba de avivar el fuego de la cultura. Fue el cronista cultural más importante de la época. Su obra es muy vasta.

¿De qué trata su nuevo libro Todo esto es mi país. La obra de Sebastián Salazar Bondy?
Ahí trabajo sobre textos donde Salazar Bondy plantea su posición acerca del arte peruano y sobre la cultura. Esos temas están agrupados en el primer capítulo. En el segundo capítulo reúno sus artículos periodísticos sobre literatura y cultura. El tercero está dedicado a crónicas urbanas; el cuarto, al ensayo Lima la horrible; el quinto muestra la narrativa de Salazar Bondy; el sexto es sobre poesía; y el séptimo, sobre teatro. También vas a encontrar cartas de Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Luis Loayza, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Miguel Ángel Asturias, Ángel Rama y muchos otros.

Él era amigo de todos ellos, pero era mayor.
Es asombroso. Él fue como un tutor de los noveles, era una persona muy generosa. Cuando un joven lo visitaba para mostrarle sus manuscritos, él leía sus textos y le hacía una reseña o lo mencionaba en un artículo. Siempre apoyaba a los escritores jóvenes y estableció una relación cercana con Luis Loayza, Abelardo Oquendo, José Miguel Oviedo y Mario Vargas Llosa. Con ellos fundó la revista Proceso, de la cual solo salió un número, en 1964.

Su labor como animador cultural y periodista trascendió fronteras.
Así es. Cuando fue a Argentina conoció a Julio Cortázar y escribió en la revista Sur, que dirigía Victoria Ocampo. También conoció a Rafael Alberti, quien se había exiliado en Argentina después de la Guerra Civil Española. Es un personaje importante en la literatura peruana, hizo mucho en términos literarios, pero también en periodismo. En este libro hablo de su papel del cronista, él tenía una preocupación por el diálogo cotidiano.

¿Cómo era como cronista?
Como cronista, se interesó mucho por el día a día de la ciudad y en sus crónicas se coloca como un personaje más. Por ejemplo, en un artículo se representa dialogando con el alcalde de Lima, proponiendo que se creen parques públicos. Él pensaba que la literatura tenía que ser realista, que debía representar los problemas y las contradicciones de la sociedad. Por otro lado, sus cuentos son muy realistas y muestra a la mujer como protagonista. En uno de ellos, por ejemplo, una chica va a hacerse un aborto clandestino; en otro hay un grupo de prostitutas que pasean por el Centro de Lima y son perseguidas por la policía; otro es sobre una secretaria que trabaja en Surquillo y toma un tranvía para visitar la casa de su infancia, que queda en La Victoria, y descubre que se ha convertido en un burdel. Hay varias historias muy reales. Y lo interesante es que los temas que toca eran nuevos para la época, nadie se había atrevido a hacerlo antes.

¿Qué temas encontramos en las crónicas urbanas?
Toda esa sección está dedicada al tránsito y al problema de la informalidad, él defendía a los informales. Por ejemplo, tiene una crónica sobre los niños lustrabotas y los canillitas en que muestra su preocupación por las condiciones en que ellos vivían, eran niños obligados a madurar prematuramente y el Estado no hacía nada por ellos. También habla de cómo colapsan los servicios públicos, cómo Lima carece de organización, pese a que en esa época tenía solo dos millones de habitantes.

¿Qué escribía acerca de la migración?
Estaba fascinado con las expresiones culturales de los migrantes, sentía que de ahí iba a nacer algo nuevo, pero murió en 1965 y no pudo verlo. Vivió solo 41 años, pero con mucha intensidad. Uno se pregunta qué habría pasado si hubiera vivido unos años más, tal vez habría ingresado a la política. En una época se solidarizó con la Revolución Cubana.

En poesía, ¿qué producción podría rescatar?
Para él era necesario hacer una literatura que reflejara lo que pasaba con el país. En Sombras como cosas sólidas, los protagonistas de sus poemas son los obreros, los campesinos, los mineros y los pescadores. Fue un escritor muy completo, estaba comprometido con la literatura y tenía una prosa impecable, incluyendo su prosa periodística, que podríamos considerar piezas de literatura. Mario Vargas Llosa admiraba eso de él, decía que era el primer escritor peruano que vivía de lo que escribía.