27 de Septiembre de 2021

Solo para espíritus viajeros

Como la viajera empedernida que es, Vanessa Guzmán ha emprendido un negocio orientado, precisamente, a los trotamundos. Se trata de Akunay, una plataforma donde vende artículos para los amantes del turismo.

Su producto estrella son los mapas para raspar, donde el usuario va marcando los destinos visitados. Tiene modelos del mundo y uno que mandó a hacer especialmente solo del Perú.

Vanessa estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Ha viajado a 31 países y ha vivido en cinco de ellos. En los inicios de su vida profesional trabajó en Kotra, la Oficina Comercial de la Embajada de Corea, donde viajó mucho por motivos laborales.

¿Cómo nació Akunay?
Comenzó a funcionar en febrero de este año, con la idea de inspirar a los viajeros, para recordarnos que tenemos un largo camino por recorrer. A mí me encanta viajar, he recorrido treinta y un países y he vivido en cinco de ellos, así que ahora quise hacer un emprendimiento relacionado con lo que tanto amo, los viajes.

¿Viste alguna oportunidad especial para salir en febrero con este negocio?
Ya iba a comenzar la vacunación después de haber estado encerrados durante un año, así que pensé que mucha gente querría viajar. Me pareció que esa era una oportunidad interesante.

¿Cuáles fueron los primeros pasos?
Ha sido todo un proceso. La empresa está constituida desde hace años, así que trabajé en el manual de marca y en el diseño del logo, que registré en Indecopi. Una empresa me ayudó con el diseño del logo y con la comunicación en las redes sociales. Luego comencé a vender los mapas para raspar, y ese fue uno de nuestros primeros productos.

¿Qué son los mapas para raspar?
Son mapamundis para colgar en la pared, que tienen una capa que permite raspar los países donde has estado. Al raspar, esos países cambian de color. Estos mapas se fabrican en Ucrania. Vendemos el silver, que es plateado con celeste, y el black, que es negro con dorado. Este producto es una novedad en el Perú. Está patentado en Europa y es de muy buena calidad, lo puedes mojar y no se malogra. Yo tengo mi mapamundi hace diez años y sigue intacto. La idea es que te dure toda la vida, que esté siempre presente, recordándote qué sitios te falta visitar.

¿Tienes mapas de diferentes países o solo el mapamundi?
Justamente hace poco lanzamos un mapa del Perú. Es un proyecto específico de Akunay que desarrollamos con la empresa ucraniana. El proyecto se llama “Descubre el Perú y colecta emociones”. Actualmente es nuestro producto estrella, y en la parte inferior trae una leyenda con los lugares más importantes del país que deberías visitar. Ha tenido muy buena acogida, más de la que se esperaba. Todos nuestros clientes están agradecidos por el producto y por el trato que reciben de nosotros. Actualmente, casi no tenemos stock de la versión black, solo quedan unos diez.

¿Qué otros productos ofreces?
Tenemos también poleras viajeras que tienen un mapamundi en la parte posterior y unos íconos de avión en las mangas. Hicimos sold out la primera semana y después añadimos los travel bodysuit, unos bodies viajeros que llevan como jalador del cierre el dije de un avión, además de los íconos de avión en las mangas. Es un diseño único. Además, vendemos productos de la asociación de artesanos Ruraq Maki. Tuve la oportunidad de ir allá y ver su trabajo. Es muy bonito, así que quise incluirlo en Akunay.

¿Por qué le pusiste akunay a tu negocio?
Akunay deriva de la frase quechua Karuraqmi puririnay, que significa ‘aún tenemos un largo camino por recorrer’. Esta frase representa la filosofía de este emprendimiento, la idea de explorar destinos maravillosos. Inspirados en esa frase, creamos una palabra corta: akunay.

¿Por qué motivos has viajado tanto y has vivido en cinco países?
He vivido por temporadas en Australia con la visa de Welcome Holiday, que permite trabajar en vacaciones. También en Italia, España y Turquía, adonde fui por trabajo, y en la India, por un tema personal.

¿Cómo ha sido tu experiencia laboral?
Hice mis prácticas en Kotra, la Oficina Comercial de la Embajada de Corea, y luego me quedé a trabajar ahí. Estuve tres años. Me encargaba de organizar los eventos y las ferias en otros países. Viajaba mucho. Me ocupaba de la parte comercial y también veía proyectos de Gobierno. También emprendí un pequeño negocio de organización de eventos corporativos y armado de stands en ferias. Mi empresa se llamaba Origami. De pronto me contactó AIESEC para avisarme de una oportunidad de trabajo en Turquía, donde se requería una persona con mi perfil profesional. Así que me fui a Turquía y, a partir de ahí, se me abrieron otras puertas. Conseguí trabajo con una empresa que vendía maquinaria agrícola. Yo era la encargada de las exportaciones a Latinoamérica y debía representarlos en los eventos y las ferias de la región.

¿Cómo te fue en la Universidad de Lima?
Yo recuerdo la Universidad con mucho cariño. Cuando entré, tenía quince años. No estaba segura de lo que quería hacer en mi vida, pero tenía la seguridad de querer estudiar Comunicación. En mis últimos años de carrera, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. Fue durísimo, pero recuerdo mucho el apoyo y la comprensión de mis profesores. Nunca jalé un curso; en parte, gracias al apoyo de mis profesores y mis compañeros.