14 de Marzo de 2022

La importancia de comprender al cliente y su negocio para una buena asesoría

María Pía Talavera se ha especializado en derecho corporativo. Tiene nueve años en el estudio Miranda & Amado, donde es consejera y asesora en asuntos de carácter societario y en la estructuración, negociación y ejecución de sus contratos comerciales y civiles. Ella estudió Derecho en la Universidad de Lima, donde también participó en la revista Advocatus. Además, siguió una maestría en Derecho (LLM) en la Universidad de Columbia.

¿Cómo ha sido tu experiencia de trabajo en los nueve años que llevas en Miranda & Amado?
Ha sido –y sigue siendo– muy enriquecedora. El estudio ha permitido afianzar mi experiencia y conocimientos a lo largo de los años, no solo al participar en asuntos complejos, sino también al trabajar con profesionales excelentes y comprometidos con brindar una asesoría de calidad.  

¿Qué labores realizas como consejera del área corporativa?
Principalmente, asesoro a clientes en asuntos de carácter societario y en la estructuración, negociación y ejecución de sus contratos comerciales y civiles. Tengo experiencia en brindar asesoría sobre fondos de inversión inmobiliaria y a desarrolladores inmobiliarios en el diseño y ejecución de negocios (por ejemplo, edificios y complejos habitacionales de distinta índole), y también en reorganizaciones empresariales, fusiones y adquisiciones y, en general, en consultoría societaria. Para lo anterior, el trabajo en equipo es clave, no solo de asociados y practicantes del área corporativa del estudio (a la cual pertenezco), sino también de otras especialidades, en la medida en que sea necesario. Una parte importante de mis labores consiste en coordinar la atención legal que, en un encargo específico, requiera otras especialidades (por ejemplo, en materia laboral o tributaria), a fin de asegurar que el cliente reciba un servicio integral.

¿Qué casos interesantes o muy retadores recuerdas haber visto?
La asesoría a inversionistas en el diseño de negocios inmobiliarios ha sido bastante retadora en varias oportunidades. Cada proyecto inmobiliario es único y el reto consiste en diseñar y ejecutar la estructura contractual idónea para que la inversión pueda llevarse a cabo. Para ello es necesario evaluar, por ejemplo, si resulta conveniente para el cliente suscribir algún contrato asociativo –como un consorcio– con la empresa que desarrolla el proyecto inmobiliario, adquirir una participación en dicha empresa o canalizar la inversión a través de algún contrato de financiamiento. Lo anterior usualmente se realiza en diversas rondas de negociación con las respectivas contrapartes, donde se definen los términos y las condiciones de los documentos de la transacción correspondiente. 

¿Qué es lo más complejo en estos procesos?
Parte de la complejidad consiste en evaluar la conveniencia de las propuestas de la contraparte en resguardo de los intereses del cliente. Recuerdo haber visto un caso en que la estructura de la transacción (es decir, la forma y los términos principales en que nuestro cliente realizaría la inversión en un proyecto inmobiliario) fue cambiando más de diez veces a lo largo de las negociaciones de las partes, y en cada oportunidad debía analizarse de forma expeditiva la conveniencia del cambio propuesto.  

¿Por qué te especializaste en el terreno corporativo?
Comenzar a realizar prácticas preprofesionales desde muy joven, en un excelente estudio de abogados, me permitió explorar distintas áreas de práctica legal, y el derecho corporativo me gustó desde el primer momento. Es muy dinámico, multifacético y transversal a casi todo tipo de empresas, por lo que me ha llevado a conocer y aprender acerca de distintos negocios. Además, los problemas legales que pueden surgir en materia societaria son de variada índole (desde conflictos entre accionistas hasta reorganizaciones empresariales), lo que hace al derecho corporativo novedoso e interesante.

¿Qué cualidades consideras que requiere un abogado para trabajar en el mundo corporativo?
Creo que la empatía y el conocer y entender el negocio y los problemas de nuestros clientes es clave para brindar una asesoría corporativa y contractual de valor. Eso permitirá no solo asesorar al cliente en un encargo específico, al entender la problemática completa de tal encargo, y así evaluar las distintas aristas involucradas (laborales, tributarias, ambientales, regulatorias, entre otras), sino también acompañar al cliente en el desarrollo de sus actividades, anticipar y, consecuentemente, mitigar riesgos que podrían generarse en tales actividades en el futuro.

¿Qué habilidades profesionales y personales te distinguen?
Considero que soy una persona minuciosa y analítica, lo que me lleva a buscar constantemente soluciones creativas e innovadoras a los problemas legales. Adicionalmente, creo que tengo buena capacidad de comunicación y habilidades sociales, que me permiten formar y mantener relaciones profesionales y personales dentro y fuera del ámbito laboral.

¿Qué objetivos te planteas cumplir en tu día a día y cuáles son tus metas a largo plazo?
Tanto en mi día a día como a largo plazo me gustaría participar activamente en la formación de abogados. Actualmente, trato de hacerlo constantemente en el estudio, tal y como algunas personas hicieron conmigo cuando fui practicante y en mis primeros años de abogada. En el futuro, me gustaría dictar algún curso de derecho societario.

¿Qué estudios has realizado después de egresar de la Universidad de Lima?
Luego de egresar de la Ulima y titularme de abogada, cursé un Diplomado en Derecho de las Concesiones y, posteriormente, realicé una Maestría en Derecho (LLM) en la Universidad de Columbia, en New York, en el año 2011. Ambas experiencias fueron muy buenas. En la maestría, compartir clases con abogados de distintas nacionalidades y trayectorias profesionales fue muy interesante. Tuve la oportunidad de conocer múltiples puntos de vista sobre las distintas materias y forjar amistades entrañables.

¿Cómo fue tu experiencia en la Universidad de Lima?
Muy buena, tengo los mejores recuerdos de esa época. Tuve la posibilidad de llevar cursos con profesores destacados que tuvieron un rol decisivo en mi formación legal. Adicionalmente, el formar parte de la revista Advocatus durante dos años contribuyó al desarrollo de muchas habilidades que favorecieron mi crecimiento profesional. Y, por supuesto, la Universidad de Lima me dio amigos queridos que mantengo hasta hoy.