18 de Julio de 2022

Muna&Nuna, emprendimiento con sabor y amor

Bajo el sol de Ica, José Carrasco decidió emprender un negocio de helados artesanales: las paletas Muna&Nuna, que se han posicionado en el mercado iqueño como las únicas en su tipo. Ofrece 18 sabores y, en el futuro, quisiera abrir un local en Lima. Él estudió la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima.

¿Cómo te animaste a comenzar este emprendimiento de paletas artesanales?
Sinceramente, fue una casualidad. Emprendí en el 2015, el mismo año que terminé la Carrera. La historia es la siguiente: mi mamá se había inscrito en un curso para aprender a hacer paletas artesanales, pero no pudo asistir y me propuso que fuera yo. Era un curso de dos días nada más, teórico y práctico. Asistí y se me ocurrió que, si combinaba este curso con lo que aprendí en la Carrera de Ingeniería Industrial, podía desarrollar un modelo de negocio, sobre todo porque en Ica, que es donde vivo, prácticamente nadie hace paletas artesanales. Me pareció una buena oportunidad, así que me puse a investigar cuál era la maquinaria y el equipamiento necesarios, y cuánto personal se requería. Descubrí que el grueso de la inversión estaba en la máquina paletera, que costaba alrededor de US$ 9.000. 

¿Cómo conseguiste el capital inicial?
Yo no tenía grandes ahorros, así que mis padres me facilitaron el capital semilla, que me sirvió para adquirir la máquina paletera. Pero necesitaba generar más dinero para comprar moldes, herramientas y un espacio para tener un taller donde trabajar. No importaba que fuera algo sencillo, lo importante era comenzar. Pero lo cierto es que me faltó capital; así, comencé comprándole paletas a la empresa con la que llevé el curso y las vendía en Ica, en una zona turística. Con el dinero que gané, establecí mi propio negocio y mi propia marca, Muna&Nuna. Compré una mesa de trabajo, un congelador, equipos de trabajo, y conseguí un local. Hice de todo, desde tarrajear las paredes hasta instalar cables. En ese momento, sentí que todos los cursos que llevé en la Universidad me sirvieron; no solo para analizar el mercado, armar un modelo de negocio y calcular mis costos, sino incluso para organizar la parte eléctrica de mi taller. 

¿Cuál era tu competencia en Ica?
En Ica se venden prácticamente solo helados industriales, que no son mi mercado. En artesanal, tenemos solo los helados de bolita y se consiguen en tres o cuatro puntos en la ciudad. Si uno quiere consumir helado artesanal, debe estar cerca de esas heladerías. Con las paletas es diferente, es un producto finalizado que puedes comer directamente, no necesitas que alguien lo sirva, como en el caso de los helados artesanales tradicionales. Tampoco necesitas comerlo sentado frente a una mesa. Eso me daba una ventaja: yo podía dejar mi exhibidora de paletas en distintos negocios y de esa manera no tendría que gastar en alquiler de local ni en personal. Además, me permitía diseñar un plan de expansión interesante, porque podía trabajar de la mano con cualquier negocio que no tuviera la oferta de un postre helado, sin importar que estuviera ubicado en cualquier punto de la ciudad. Esta ha sido mi manera de crecer a lo largo de estos años.

¿Qué negocios aceptaron trabajar con tus paletas?
El año pasado comencé a trabajar con un minimárket, por ejemplo. Ellos se han dado cuenta de que mis clientes, al buscar mis paletas, aprovechan la oportunidad para comprar otros productos en el minimárket. Ahora bien, no puedo dejar mi producto en cualquier negocio, necesita ser un establecimiento formal, que me dé confianza, para no perjudicar la imagen de Muna&Nuna.

¿Qué tal ha sido la aceptación de la marca?
Desde el inicio tuvo una aceptación muy buena. Me favoreció el hecho de que en 2016 hubo un boom de paletas artesanales. Además, era una novedad, que termina siendo un empuje, pues todos quieren probar la nueva marca. Ese comienzo fuerte nos permitió crear una comunidad de clientes fieles. La pandemia, sin embargo, nos ha perjudicado en cierta medida, ya que algunos de los negocios con los que trabajábamos cerraron. Además, había la falsa percepción de que comer una paleta podía resfriarte, y todos estaban asustados. Entonces se me ocurrió vender, adicionalmente, otro producto: la wafleta.

¿Qué es una wafleta?
Es un waffle que puedes consumir sin cubiertos y caminando. Lo diseñé como una opción caliente, cuando las ventas de las paletas de helado comenzaron a bajar. Los waffles normalmente se sirven al plato y con cubiertos. Yo quería un producto que no se desligara mucho de la idea de las paletas, es decir que puedas sujetar con un palito y consumirlo con libertad, mientras paseas. Después de varios ensayos, nació la paleta de waffle, rectangular y con palito. Empecé la prueba vendiendo en una bodega turística de piscos y vinos y llamó mucho la atención, así que decidí seguir adelante. Para eso necesitaba adquirir una waflera industrial y, luego de buscar mucho, encontré un modelo chino que se acomodaba con exactitud al tamaño que yo necesitaba, y con el espacio para introducir los palitos. Así que ahora vendemos paletas todo el año, y wafletas en otoño e invierno.

¿Dirías que te está yendo bien?
Sí. Me alegra la aceptación de los clientes. Es lo que más me motiva. Hoy, seguimos trabajando para volver a ubicarnos en el lugar en que estábamos antes de la pandemia.

¿Has pensado en abrir un local en otro sitio además de Ica?
A corto plazo, mi objetivo es recuperar los puntos de venta perdidos en Ica durante la pandemia. Hay un mercado que no estamos cubriendo aún. Luego, sí, me gustaría tener un punto de venta en Lima. Eso me permitiría poner un precio de venta más alto, obtener una mayor ganancia y estar a la par de la competencia de la capital. Otro de mis objetivos es mejorar el producto sin incrementar mucho el costo. No podemos quedarnos satisfechos con lo logrado, es importante mejorar siempre, y es muy satisfactorio ver cómo el emprendimiento crece de la mano con sus colaboradores.

¿Cuántos sabores tienes?
Tenemos 18 sabores, clasificados en tres tipos: las paletas clásicas, que son las más tradicionales, como fresa y lúcuma; las paletas sorbetto, que no tienen leche y son una buena alternativa en Ica, donde solo hay helados cremosos, y tenemos sabores como limón y maracuyá; y además está la línea gourmet, que es un poco más cara, porque algunos ingredientes son un poco más costosos o el tiempo de preparación es mayor. Todas están hechas con muy buenos insumos. Mi favorita es la clásica de chocolate. De las opciones sorbetto, me encanta la de limón, y de las gourmet, la de café con brownie.

¿Cómo creas nuevos sabores?
Es complicado añadir un nuevo sabor, porque debemos trabajar con más insumos y necesitamos más espacio de almacenamiento, pero lo hacemos cuando varios clientes nos lo sugieren. Primero preparamos una paleta piloto de edición limitada. Si vemos que a la gente le gusta, se puede convertir en un sabor permanente. Así se han ido incrementando los sabores con el paso de los años. 

¿Has tenido alguna experiencia de trabajo aparte de este emprendimiento?
He realizado prácticas preprofesionales en el BBVA, en el área administrativa, y también en Yobel SCM, una planta manufacturera de productos de higiene ubicada en Los Olivos. Quise tener experiencias tanto del lado de oficina como del trabajo en planta. Me di cuenta de que no me gusta estar mucho tiempo en un escritorio. Necesito más actividad, y lo he logrado con mi emprendimiento, que es muy dinámico. Veo temas de producción, marketing, ventas, compras, distribución, etcétera. 

¿Qué inconvenientes has debido superar para salir adelante?
En el camino de un emprendedor siempre hay muchos inconvenientes. La idea es analizarlos bien, aprender y superarlos. Uno muy importante es el manejo del capital humano. La rotación es un poco alta en este tipo de negocio, lo cual a veces me genera un problema, porque le enseño todo a un asistente, lo que puede tomar dos a tres meses, y luego se va a trabajar a otro lugar. A mis colaboradores, trato de inculcarles que debemos esforzarnos al máximo para hacer una buena paleta. 

¿Cómo nace el nombre de la marca, Muna&Nuna?
Viene de dos palabras quechuas, munayku, que es amor, y nuna, que es alma. Pero munayku y nuna juntas dan un nombre muy largo, entonces de munayku tomé solo muna y usé la “y” como unión: &. La frase que resulta de esta unión es: “Hacemos paletas con amor poniendo el alma en ello”. Esa frase nos representa perfectamente.

Finalmente, ¿cómo te fue en la Universidad de Lima?
Tengo recuerdos muy gratos de la Universidad. Estoy muy contento de haberme topado con quienes fueron mis compañeros y que hoy son amigos y grandes profesionales, personas que me inspiran. Sé que puedo contar con sus opiniones, sus puntos de vista y sus consejos. También he tenido la suerte de contar con docentes muy capaces, que me inspiraron a querer ser un buen profesional. Tengo muy buenos recuerdos de mi época universitaria.