20 de Octubre de 2023

Innovación con impacto social desde la óptica de una ingeniera industrial

Hacer un voluntariado en la selva marcó un antes y un después en la vida de Aurelia Alvarado. Actualmente, considera imprescindible trabajar en un lugar donde genere cambios positivos en la sociedad, así como igualdad de oportunidades.

Ella estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima, tiene un MBA por la Universidad de Stanford y es managing director en La Victoria Lab, desde enero de 2022.

¿En qué te ocupas en La Victoria Lab?
Me encargo, por un lado, del liderazgo y la gestión de la organización, de ver que tengamos el financiamiento necesario y el presupuesto en línea. También me ocupo de los asuntos de talento, de crecimiento y de desarrollo institucional; veo los temas de estrategia, y defino las líneas de consultoría de negocio que tenemos. Por otro lado, es igual de importante el lado creativo de mi rol, ya que La Victoria Lab es el laboratorio de innovación del grupo Intercorp. Me involucro bastante en los proyectos, que son de diversa índole y están orientados a las diferentes industrias en las que opera el grupo, como educación, salud, servicios financieros, retail, etcétera. Mi trabajo es muy estimulante e inspirador, aprendo muchísimo todos los días, no solamente de los proyectos, sino también de la gente talentosa con la que trabajo. La mayoría son muy jóvenes y tienen diferentes perfiles, son educadores, psicólogos, ingenieros de sistemas, administradores, diseñadores, entre otros. Eso hace de La Victoria Lab un ecosistema bastante estimulante.

¿Podrías mencionar alguno de los proyectos que han llevado a cabo?
El proyecto que puedo comentar es uno que me emociona mucho. Se trata de una aceleradora interna que llamamos Salto. La lanzamos el año pasado y está al servicio de las iniciativas más emergentes o innovadoras de las 35 empresas del grupo Intercorp. Seleccionamos entre diez y quince proyectos al año para que ingresen a un programa de cuatro meses, en el que ayudamos a acelerar la iniciativa con diferentes partners internacionales. Al cabo de esos cuatro meses, las iniciativas deben haber avanzado bastante y haberse desarrollado desde tres aristas: usuario, negocio y tecnología. Otro proyecto, que es antiguo y ya está en marcha, es una clínica ubicada en Los Olivos, enfocada en brindar salud primaria de estándares internacionales a un precio accesible. Me refiero a Clínica Aviva. La Victoria Lab desarrolló el concepto de este proyecto y hoy los ejecutivos de Clínica Aviva, además de la sede en Los Olivos, avanzan con la expansión de este servicio en otras localidades. La clínica que ya está en marcha atiende la mayor cantidad de partos de todo Lima Norte y está muy cerca de ser la número uno en todo Lima. Es muy importante diseñar un proyecto que considere las necesidades de las personas. En este caso, nos hemos enfocado en que las mujeres pasen por una experiencia de parto humanizado, que respete sus valores y deseos, siempre dentro del marco de la salud.

¿En qué consiste el diseño de un proyecto?
Aparte de la investigación y del conocimiento de los usuarios, se halla la generación de ideas, el prototipo y la experimentación de todas las cosas que queremos poner en práctica, así como el testeo con los usuarios. Hacemos pequeños pilotos. Una vez que se tiene todo eso, pasamos el proyecto a los ejecutivos que se encargan de escalarlo. Ese es el modelo que manejamos. Nosotros no incubamos todos los proyectos, pero sí las estrategias, hasta que llegamos a un punto de madurez y certeza.

¿Qué hacías antes de La Victoria Lab?
Estuve ocho años en Innova Schools, que también es una organización del grupo Intercorp. Después de hacer mi maestría, quise dedicarme más a los temas de impacto social, e Innova Schools es una cadena de colegios para niños de 3 a 17 años, de educación básica regular, que ofrece una educación de alta calidad a un precio accesible. Yo entré en el 2014 y, durante ocho años, asumí varios roles. Fui directora de Innovación, gerente de Finanzas, gerente de Gestión de Familias y gerente de Nuevas Iniciativas. Eso me dio una visión holística de la organización. Antes de Innova Schools, estuve fuera del país por dos años y un poco más, mientras realizaba un MBA con enfoque en impacto social, en la Universidad de Stanford. Justo antes de irme a hacer la maestría, hice un voluntariado en la selva peruana, donde experimenté la realidad de una zona rural del Perú por casi seis meses.

De manera que desde entonces ya tenías el objetivo de generar un impacto en la sociedad.
Sí, me di cuenta de que, como ingeniera industrial, podía generar un impacto, simplemente había que buscar la forma. Me pareció que necesitaba hacer un MBA con una visión sostenible para aportar en mi país a través del sector privado. Me animé a hacer el voluntariado después de escuchar una conferencia que Antonio Brack dio en la Universidad de Lima. Me gustó mucho su charla, porque habló sobre el modo en que la ingeniería podía aportar valor no solamente en una fábrica, sino en diferentes ámbitos, incluso en zonas poco desarrolladas del Perú. En ese entonces, él era ministro del Ambiente. Esa fue la semilla que me hizo querer entender realidades diferentes. Así fue como desarrollé un propósito de vida orientado a generar igualdad de oportunidades para todos.
 
¿Qué hacías en tu voluntariado y dónde era exactamente?
Estuve en una zona del Manu con una organización llamada Crees Foundation. Ellos trabajan en reforzamiento escolar en coordinación con las escuelas locales, para ayudar a los niños a repasar contenidos académicos. También imparten educación nutricional a las familias y educación medioambiental para que los niños y sus familias aprendan a valorar el medioambiente y lo cuiden. Como ingeniera industrial, me encargaba de organizar diferentes proyectos, pero también me involucraba en varias actividades, como el dictado de talleres a las familias, la participación en las aulas con los niños y el trabajo con las comunidades. Fueron seis meses duros, porque no había luz ni agua, al menos en ese entonces; y para llegar, hay que viajar a Cusco y luego hacer un trayecto de ocho horas en carro, y después, de dos horas en bote. Esa experiencia me cambió. A partir de ahí, quise dedicarme a algo que tenga un impacto en la sociedad y contribuir a generar más igualdad de oportunidades.

¿Has tenido otra experiencia laboral?
Antes trabajé en Neptunia, un operador logístico ubicado en el Callao. Ingresé primero a un programa de trainee que me llevó a rotar por varias áreas y, finalmente, terminé como jefe de Producto de la unidad de negocios de Importación de Vehículos. Me encargaba de verificar que los autos lleguen, se descarguen de los buques a tiempo, pasen por el proceso debido y, una vez que tenía la orden de solicitud del cliente, que se hiciera el despacho del auto. También he estado en L'Oréal, donde empecé como practicante y que al terminar la Universidad me contrató. Estaba en el área de Logística y trabajaba con los equipos de Marketing para planificar los pedidos que debíamos hacer y verificar que la mercadería viaje y llegue a tiempo a los almacenes para que tengamos el stock necesario para el área de Ventas. Yo coordinaba con equipos de España, Brasil, Panamá y Estados Unidos.
 
Tu experiencia laboral, entonces, se inició en logística y luego te desarrollaste en temas de innovación con impacto social.
Así es, exactamente. A raíz de mi experiencia en la selva, decidí cambiar, pero siempre desde el lente del ingeniero industrial.

¿Qué te gustaría probar más adelante, tanto en lo profesional como en lo personal?
En lo profesional, tengo muy claro que, esté donde esté, quiero contribuir a generar un impacto positivo en las personas y trabajar por generar igualdad de oportunidades para todos y todas. Para mí, eso es muy importante, es algo que me motiva y me guía. En lo personal, estoy casada desde hace casi diez años, soy mamá de dos pequeños de 2 y 5 años, y una de las cosas que me encanta es jugar básquet, deporte que practicaba en la Universidad y con el que competimos en los interuniversitarios. Me encanta bailar y me gusta mucho estar con mi familia y mis amigos, eso me energiza bastante. Me apasiona dedicar tiempo a tratar de generar cambios. Me esfuerzo para mejorar y balancear mi vida profesional y personal. Quiero ser siempre una mamá presente para mis hijos, formarlos como ciudadanos que aporten al mundo, tener un matrimonio saludable y dejar algo de espacio para mí, por ejemplo, para practicar deporte y bailar.
 
¿Cómo fue tu experiencia en la Universidad de Lima?
A mí me encantó la Universidad, desde que entré a Estudios Generales y luego en Ingeniería Industrial. Me gustaron los cursos, sentía que me enriquecían muchísimo y que me formaban con un pensamiento analítico. Hice muchos amigos que mantengo hasta hoy. Recuerdo que me pasaba todo el día en la Universidad porque vivía lejos, no era una opción ir a mi casa en mis tiempos libres. Tuve la oportunidad de hacer un intercambio en la Universidad de Salamanca cuando estaba en sexto ciclo, gracias a los convenios que tiene la Ulima. Fue una experiencia maravillosa que me abrió las puertas al mundo y me hizo valorar muchísimo mi formación académica. Mi carrera de Ingeniería Industrial me dio bases sólidas para desarrollarme en diferentes ámbitos. Tuve profesores muy buenos, exigentes y motivadores. Tengo recuerdos muy bonitos de mi época universitaria.