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Los 30 años de la película ‘La ciudad y los perros’
“Que 30 años después el público siga teniendo presente a La ciudad y los perros es algo gratificante. Muchas películas son olvidadas a las pocas semanas de haber sido estrenadas. En cambio, me deja tranquilo que La ciudad y los perros haya podido permanecer en el tiempo”, afirmó Francisco Lombardi, el director peruano de esta cinta basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa, en un conversatorio organizado por la Carrera de Comunicación de la Universidad de Lima y que tuvo lugar en nuestra Sala de Cine Ventana Indiscreta. La actividad se realizó luego de la proyección del filme y fue moderada por Rodrigo Bedoya, docente Ulima.
La ciudad y los perros, una de las obras literarias que dio inicio al boom latinoamericano, se publicó en 1963, en tanto que su versión cinematográfica se estrenó en 1985. Con ella, Lombardi obtuvo el premio a mejor director en el Festival de San Sebastián.
La ciudad y los perros ofrece una mirada crítica de la realidad peruana a través de una historia protagonizada por unos internos del Colegio Militar Leoncio Prado. Todo se complica cuando se produce el robo de las preguntas de un examen, hecho que sería delatado por el cadete a quien llaman el Esclavo (Eduardo Adrianzén). Posteriormente, el Esclavo fallece en un incidente confuso durante una práctica de tiro. Ante esta tragedia, otro cadete, el Poeta (Pablo Serra), intenta denunciar al Jaguar (Juan Manuel Ochoa) de ser el autor intelectual del presunto asesinato del Esclavo. Finalmente, las autoridades desechan la acusación para evitar el escándalo y todo parece volver a la normalidad, como si nada hubiera pasado.
Lombardi comentó que el escritor José Watanabe y él fueron los responsables de trasladar la novela al guion. El cineasta acotó:
“Fue un trabajo que se realizó sin mayores inconvenientes. Procuramos seguir las líneas de acción de la novela que ocurren en el presente y evitamos los saltos al pasado. Por su parte, Vargas Llosa no se metió en la escritura del guion. Él solo pidió una revisión al guion terminado. Luego de leerlo, nos contó que el guion le gustó y que era fiel al espíritu de la novela, aunque sugirió que sacáramos una escena en la que se produce un sueño. Vargas Llosa argumentó que esa escena onírica se salía de la lógica realista y urbana del relato. A José y a mí nos pareció válida su observación y le hicimos caso”.
Luego Lombardi comparó esta experiencia con el proceso de plasmar la versión en el cine de Pantaleón y las visitadoras (1999), dirigida por él y basada en la novela homónima de 1973 de Vargas Llosa. En un comienzo, a Lombardi le parecía que el argumento jocoso y delirante de Pantaleón y las visitadoras —un capitán del Ejército peruano debe instalar un servicio de prostitutas en la selva— era “inadaptable”, pero que a pesar de esta impresión convocó a los guionistas Giovanna Pollarolo y Enrique Moncloa con el fin de darle forma a un guion con esta historia.
Lombardi acotó que Vargas Llosa le dijo que no quería inmiscuirse en ninguna etapa del trabajo y que solo deseaba ver la película antes que el público. Lombardi también agregó que seguramente un factor que influyó en esta decisión de Vargas Llosa fue la participación del escritor como codirector en la primera adaptación a la pantalla grande de Pantaleón y las visitadoras, de 1975, una experiencia que es calificada como “desastrosa” por Vargas Llosa y en la que también intervino el cineasta español José María Gutiérrez. Además, Lombardi dijo que, tras ver el filme de 1999, Vargas Llosa le agradeció por esa versión cinematográfica de Pantaleón y las visitadoras y le dijo que era un hallazgo esa transición del absurdo y la comedia hacia el drama.
Después Lombardi volvió a hablar sobre La ciudad y los perros, y puntualizó que la elección de los actores es uno de los aspectos que más le satisfacen de la cinta. Él anotó:
“Es grato ver que muchos actores que participaron en el filme, como Miguel Iza, Alberto Ísola o Gustavo Bueno, sean hoy sumamente reconocidos y respetados. Del mismo modo, que el público siga asociando a Juan Manuel Ochoa con el Jaguar o a Gustavo Bueno con el teniente Gamboa es otro indicio de que la película logró permanecer en el tiempo”.
Además, Lombardi se refirió a la célebre frase “No me mire cadete, ¿quiere que le regale una fotografía mía calato?”, que es declamada por el teniente Gamboa en la película. El cineasta detalló:
“La frase no está en la novela y muchos creen que fue dicha gracias a la inspiración de Gustavo Bueno. Pero la persona que soltó la idea fue el actor Ramón García, quien fue alumno del Leoncio Prado y nos contó que uno de sus profesores usaba una frase parecida. Entonces la corregimos y quedó en la película la frase que todos conocemos”.