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Experiencias en torno al mundo del vino
Karla Renjifo hizo de su pasión por el vino un negocio. Comenzó al inicio de la pandemia, como un pasatiempo, un club de vinos para los amigos. Luego derivó en un negocio de venta de vinos, de cata, de ventas corporativas y mucho más.
Su emprendimiento se llama Sed Wine Club & Merchant. Tiene un catálogo de más de 80 vinos y lanza promociones por temporada que tienen una gran acogida. Ella estudió Comunicación en la Universidad de Lima.
¿Cómo empezó este emprendimiento?
Esta es una empresa que empezó en la pandemia, pero como un proyecto personal. Como nadie podía salir en la cuarentena, no había muchas cosas que pudiéramos hacer, entonces decidí formar un club online de vinos con mis amigos. La idea era conversar simplemente. Pero empezó a crecer de manera orgánica y se convirtió en una empresa. Ahora les vendo a hoteles, a personas y empresas. Pero, en general, vendo experiencias alrededor del mundo del vino. Mi selección de vinos es muy específica, solamente trabajamos con vinos que están en el sector gastronómico, vinos de bodegas pequeñas, orgánicos, peruanos, de autor.
¿Cómo es el tema de experiencias?
Organizamos una cata para empresas, una barra de vinos para eventos, etcétera. Les damos a las personas una visión más completa sobre el vino. Además, las cajas de vino que vendemos vienen con información para que puedan seguir su propio proceso de cata en casa y darle una nota al vino, tal como hacen los críticos. Es como un juego, te sirves una copa y puedes ver las partes del proceso de cata, los conceptos clave, por supuesto, como el color, las notas aromáticas y más.
¿Cómo fue creciendo este negocio?
Creció de boca en boca. Mis amigos me empezaron a pedir vinos, luego los amigos de mis amigos. Me pedían vinos para las empresas donde trabajaban, incluso. No hubo una estrategia de publicidad de por medio. Pero sí manejé una manera diferente de comunicar. La idea era ofrecer una experiencia distinta, hacer que la gente se interese por el producto y conozca de vinos, también de los productores. El vino es todo un mundo y tiene una información muy interesante. La forma de comunicarla es lo que ha hecho que la gente se interese.
¿Hubo cambios cuando se empezaron a eliminar las restricciones por pandemia?
Después de la pandemia, la gente hizo cosas más presenciales y la forma de acercarnos varió. Si bien al principio era ciento por ciento digital, ahora podemos seguir creciendo por la colaboración con otras marcas, nuevas bodegas, con chefs peruanos. Tenemos cuentas en Instagram y TikTok. También tenemos una tienda online que funciona muy bien e incluye información sobre nuestros servicios, así como una parte de noticias. Vendo al consumidor final y a algunos hoteles, pero sobre todo a empresas. Vi la necesidad que había en el sector corporativo de ofrecer a sus clientes experiencias distintas, lo mismo que a sus trabajadores.
¿Compartes con algún socio este negocio?
Yo empecé esta empresa sola. No soy sommelier ni enóloga, pero trabajo en colaboración con ellos. Converso mucho con catadores y productores peruanos. Mucha gente colabora conmigo y eso hace que el contenido sea rico. Soy comunicadora y transmito todo lo que los especialistas saben; es una sinergia interesante.
¿Cómo escoges los vinos para tu carta?
Esto comenzó en mi casa. A mi papá siempre le ha encantado traer vinos nuevos para probarlos. Nuestra selección de vinos rotaba constantemente en mi casa. En mi empresa, yo hice la primera selección de vinos, elegí los que a mí me gustan, siempre considerando las recomendaciones de los expertos. Empecé con una carta de 12 vinos y ahora mi catálogo se compone de más de 80. He incorporado unos de nuevas bodegas, también han ingresado nuevas etiquetas de las bodegas con las que ya trabajaba. Esta industria se mueve muy rápido y siempre salen nuevos productos, así que hay mucho por explorar. Y tengo cartas por temporadas, hago una nueva cuatro veces al año. He trabajado en retail anteriormente y vi la importancia de cambiar productos según la estación. Es una manera de refrescar la oferta. También hay gente a la que le gusta mucho una determinada bodega, así que les juntamos tres vinos de la misma bodega.
¿Cómo son tus cartas por temporadas?
En verano, por ejemplo, cuando estás en la playa, comes pescado, así que acerco la carta de verano a las dinámicas de los usuarios, las cajas de vino de verano son para maridar con pescado. Las de primavera, por otro lado, tienen notas florales. Este es un elemento diferenciador que a la gente le ha interesado, funciona muy bien con el público. Llegamos también a un diseño de packing que ha quedado muy bien. Fue un proceso de ensayo y error, pero a la gente le gustó mucho.
¿Cómo ha sido el crecimiento desde que nació la empresa?
Considero que, como emprendí durante una crisis, ahora me resulta muy fácil adaptarme a todos los cambios. Hacer empresa en el Perú es un reto, pero nuestro modelo nos permite adaptarnos siempre a la coyuntura y darle al cliente lo que necesita. Empecé con un grupo pequeño de compradores, básicamente los amigos. Ahora nuestros volúmenes de venta son muchísimo más altos y seguimos creciendo.
¿Dónde has trabajado antes?
He trabajado en agencias de publicidad durante muchos años, y luego me dediqué específicamente a la producción publicitaria audiovisual. Además, tengo una plataforma cultural que se llama Vamos al Centro, que fomenta visitas al Centro de Lima. Y soy asesora externa para empresas en temas de comunicación cultural.
¿Qué recuerdos tienes de tu etapa universitaria en la Ulima?
Yo adoré mi época universitaria. Llevaba entre siete y ocho cursos por ciclo, porque me gustaba mucho lo que aprendía, así que estudiaba bastante y quería aprovechar todo lo que me daba la Universidad. Tuve un grupo de amigos muy unido también. Y aprecio enormemente la manera en que la Universidad nos formó como profesionales, nos preparó para trabajar en equipo y enfocar los proyectos de modo integral, con una visión amplia de las cosas.