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Financiando a emprendimientos con impacto social
Mosi Mosquera tiene la satisfacción de apoyar emprendimientos en su quehacer diario. Ella es oficial sénior de inversiones en BID LAB, el laboratorio de innovación del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo. Desde ahí, financia y ofrece conocimiento para el desarrollo de emprendimientos con un alto impacto en la sociedad.
Mosi es economista por la Universidad de Lima y también cantante. Luego de haber desarrollado algunos emprendimientos, ha asumido su carrera musical como uno más, y ya podemos escuchar sus temas en las plataformas de música más conocidas.
¿Recuerdas cuál fue tu primer trabajo después de salir de la Universidad?
Recuerdo que mi primer trabajo después de salir de la Universidad fue en IBM, ahí hice mis primeras prácticas como profesional. Trabajé en un proyecto con Petroperú para desarrollar un sistema contable financiero. Luego trabajé en una clasificadora de riesgos estadounidense que tenía una oficina en el Perú y que hoy es Pacific Credit Rating (PCR). Después me fui a Estados Unidos, decidí emigrar con mi hija pequeña y, al llegar, se me presentaron dos oportunidades de trabajo y opté por ir al BID, para no perder mi conexión con Latinoamérica.
¿Qué hacías ahí?
Estuve laborando en proyectos de infraestructura y de finanzas que se trabajaban con los gobiernos de los países del entonces Mercosur. Preparaba documentos para los préstamos y me encargaba de algunas publicaciones sobre el sector de infraestructura y finanzas.
¿Qué te pareció la experiencia de trabajar en un organismo tan importante y fuera del país?
Yo quería irme a Washington para trabajar en el BID e impulsar proyectos de desarrollo, y felizmente se dio la oportunidad. Creo que uno aprende mucho con la interacción con personas de otros países, de otras culturas, y que hablan idiomas distintos. Me encontré con gente de Latinoamérica, pero también de Estados Unidos, Europa y Asia. Fue una experiencia muy interesante.
¿Qué te hizo volver al Perú más adelante?
Salí de Washington, porque tuve una bebé y ocurrió el atentado contra las Torres Gemelas, entonces se volvió muy difícil para mí dejarla en un daycare e irme a trabajar, así que renuncié y apareció una posición en el BID en el Perú. Tuve la oportunidad de trabajar con el sector público, específicamente en el Ministerio de Economía y Finanzas, en asuntos financieros. Estuve un par de años ahí y luego me pasé a la parte privada, al BID LAB, que es el laboratorio de innovación del banco. Se abrió un programa que abarcaba pequeños proyectos fuera de Lima para desarrollar sectores empresariales. Me gustó mucho, porque pude apoyar proyectos relacionados con cultivos de mangos, palta Hass, otro con textiles, y varios otros alrededor del Perú.
Actualmente, ¿qué proyectos ves?
Lo que hacemos se ha ido transformando y evolucionando, y hoy apoyamos al sector privado en el desarrollo de iniciativas que prueben que pueden ser escalables y contribuyan a mejorar vidas. Tenemos una unidad de Discovery que es cooperación técnica, y una comunidad de inversiones en la que yo me encuentro y con la que hacemos inversiones en fondos de venture capital. Nos vinculamos con startups y damos préstamos a compañías con un impacto social importante. Tenemos operaciones en Perú, Chile y Colombia, e incluso operaciones en Perú que tienen injerencia en otras partes, como Bolivia y los países de América Central. En Perú estamos en el fondo Salcantay, de venture capital, que invierte en startups dirigidas a solucionar un tema concreto de las economías del Perú y de la región andina.
¿Qué préstamos se han realizado bajo tu gestión, por ejemplo?
A Prestamipe, por ejemplo, para que amplíe sus préstamos a empresas más allá de Lima e inicien operaciones en otros lugares del Perú. La idea es que sean préstamos convertibles. Otra de las compañías en las que he invertido este año es SUGO. En esta plataforma de e-commerce se comercializan productos que, de otra manera, hubieran sido incinerados, porque salen del mercado, sea porque salió el nuevo branding de la marca o porque hay una falla en la etiqueta, etcétera. SUGO, en acuerdo con los productores, pone estos productos en su plataforma con descuentos de 20 % a 80 %, y los compran en los distritos top ten de bajos ingresos en Lima. A nosotros nos interesa el impacto social de los negocios y startups, por eso participamos en iniciativas de este tipo.
¿En qué otros países se encuentra BID LAB?
Como BID LAB estamos en toda Latinoamérica y en cinco sectores, tratando de generar desarrollo para servicios financieros, o sea Fintech, ETech, HealthTech, agricultura, servicios de infraestructura, entre otros, siempre con un tema transversal de equidad de género y diversidad y cambio climático. También nos interesa la incorporación de la tecnología, porque esta nos permite escalar las soluciones que puedan mejorar la calidad de vida de las personas, e incrementar las oportunidades.
¿Hace cuánto tiempo trabajas aquí?
En el banco tengo 20 años, orientada al ecosistema de emprendimiento e innovacion. Este es un tema que se está moviendo mucho más desde hace unos ocho años en el Perú, y desde unos 12 en Latinoamérica.
¿Qué labores ocupan la mayor parte de tu tiempo?
Una de las cosas que hago en este trabajo es encontrar oportunidades de inversión, diseñar la inversión, ejecutarla y supervisarla, a fin de conseguir los efectos en desarrollo que queremos. Hay que estar alerta a las innovaciones, conectar con mucha gente de distintos sectores y con visiones completamente distintas. Esta es una oportunidad para entender distintos sectores. Hacemos un due diligence para ver la potencialidad de la empresa. En el caso de las startups, invertimos como equity, no nos van a pagar, sino que apostamos por el crecimiento de la compañía, y, en algún momento, hay una ganancia. No brindamos asesoría, pero sí generamos un valor agregado para incrementar las posibilidades de que esa startup tenga éxito.
¿Cómo incrementan esas posibilidades?
Tenemos una red, no solo a nivel de toda Latinoamérica, sino global, especialmente con Europa y Asia, lo cual incrementa las oportunidades de otros financiamientos, las oportunidades comerciales, y más. Además, si bien nuestro rol no es el de asesorar, compartimos el conocimiento de lo que funcionó y no funcionó, de las formas de abordar mercados y expandirse a países, pues tenemos 18 operaciones de inversión directa en Latinoamérica, e indirectamente, a través de nuestros fondos de inversión, estamos en más de 40 fondos y en cientos de startups.
También has sido docente universitaria, ¿verdad?
En paralelo a este trabajo corporativo, he sido profesora asistente en la Universidad de Lima, en los cursos de Finanzas y Estadística. Y, como docente, he enseñado el curso Responsabilidad Social Empresarial. Lamentablemente, tuve que dejar la docencia, porque no me daba el tiempo. También he dictado en otra universidad y en Cofide, en su programa orientado a innovación. Por otro lado, a lo largo de toda mi carrera he tenido diversos emprendimientos empresariales. De todos ellos he aprendido y ahora me encuentro en uno de los más bonitos. Considero que reúne todas las condiciones para crecer, porque lo hago con pasión; incluye innovación, creatividad, conocimiento de la industria, ganas de querer seguir aprendiendo y utilización de tecnologías. Se trata de un emprendimiento en el terreno musical. En septiembre lancé mi primer disco.
¿Desde cuándo cantas?
Canto desde los 15 años y toco piano. Pero recién este año decidí publicar mi disco, y ahora está en Spotify, Amazon, YouTube, y estoy preparando mi segundo disco.
¿Qué tipo de música realizas?
Rock ligero, todas son composiciones propias. Tengo más de 200 canciones. He incorporado en la producción a profesionales de alta calidad. La persona que me hizo coros es una coach vocal profesional, los músicos son profesionales y, en términos de tecnología, he usado más de 15 plataformas digitales y apps. Además, en este afán de seguir mejorando, he vuelto a tomar clases de canto.
¿De qué trataban tus anteriores emprendimientos?
Empecé a emprender a los 16 años; con postres, peluquería, ropa, productos orgánicos y comercialización de productos que no existían en el Perú. También armé una consultora para empresas con una amiga. Ella se dedicaba a recursos humanos y yo a la asesoría financiera para una vida saludable. Lo que hago hoy implica conocimientos de marketing, desarrollo de mercado, finanzas, inversiones, uso de plataformas digitales.
Finalmente, ¿qué te pareció estudiar la Carrera de Economía en la Universidad de Lima?
La Ulima forma parte de una de las etapas más bonitas de mi vida. Fui muy feliz en esta Universidad, me encantaba. Me gustaban las clases y formé un grupo de amigos a quienes quiero mucho. Fue un tiempo enriquecedor e inolvidable.