Semiótica de la protesta: interacciones y prácticas durante la pandemia
La protesta en el Perú es un fenómeno caleidoscópico. Las diferentes categorías de los conflictos sociales generalmente se deben a múltiples temáticas fragmentadas relacionadas con problemas coyunturales, socioambientales, locales, comunales, territoriales y, en menor medida, laborales. Durante la pandemia, los conflictos parecen haberse incrementado a causa de las condiciones de un cuestionado sistema económico. Sobresale la participación más intensa de algunos sindicatos (Sitobur, Sinamssop, Fenttrahop) y organizaciones de trabajadores, quienes han encontrado en los espacios digitales y los entornos virtuales las vías de realización de sus discursos y demandas. Estas prácticas sociales cada vez más relevantes, sobre todo durante tiempos de pandemia, motivan una atención formal por parte de las ciencias de la comunicación, las ciencias sociales y, por supuesto, la semiótica.
El estudio sobre la protesta nace de las ciencias sociales como parte de la reflexión sobre los conflictos en regímenes políticos lacerados. El acercamiento inicial hacia la protesta está ligado a una metodología descriptiva de caso, el descubrimiento de problemas que permiten una comprensión sobre los movimientos sociales, sus consolidaciones y fragmentaciones. Así, desde el 18 de brumario de Luis Bonaparte, de Marx, hasta la vasta obra de Charles Tilly sobre las dinámicas del movimiento social, la protesta se ha realizado como el objeto de estudio cualitativo desde el cual se comprenden los fenómenos sociales disruptivos, el quebrantamiento de los regímenes políticos y las dinámicas representativas fallidas. A finales de la década de los noventa y comienzos del siglo XXI, los estudios cuantitativos tuvieron un mayor interés por homogeneizar los datos hacia lecturas estadísticas de los eventos de la manifestación y la protesta social. El protest event analysis (Ruud Koopmans) desarrolla este acercamiento homogéneo con el objetivo de situar la protesta en una serie longitudinal de análisis mediante el uso de fuentes mediáticas y lecturas empíricas del acontecimiento social. Dentro de este espectro de interés cabe la siguiente pregunta: ¿cuál es el rol de la semiótica en los estudios sobre la protesta social?
Existen por lo menos cuatro condiciones para hablar de la protesta (Fillieule y Tartakowsky, 2015). Primero, la ocupación momentánea de lugares físicos abiertos (búsqueda de un territorio ante los canales democráticos agotados por el régimen político). Segundo, el carácter expresivo de la protesta, en la que la coordenada simbólica y semiótica es sin duda importante. Tercero, la cantidad de participantes que interactúan en el espacio significante. Finalmente, una cuarta condición, la naturaleza política de la demostración. Pese a ubicarse generalmente en la tercera condición, la semiótica se presenta como una disciplina transversal a esta enumeración en tanto su preocupación es la producción de sentido y significación (significancia) de la protesta como práctica y discurso. Es preciso destacar la pertinencia de la semiótica como disciplina cualitativa que entra en una triangulación metodológica que apuesta por la descripción cualitativa de la práctica sin ánimos de generalizar, pero sí de entender la producción de fenómenos que no son apreciados en la generalidad de la tendencia cuantitativa global.
Podríamos acercarnos a la semiótica de la protesta desde tres niveles concatenados: lo plástico, lo discursivo y lo práctico. Sobre el primer nivel, la protesta alberga un amplio repertorio de signos vibrantes como la fotografía (fotoprotesta), las pancartas sindicales, las cartulinas con demandas escritas, la cacofonía en los cánticos, las imágenes en redes sociales, los hashtags (en el caso de la ciberprotesta). Todos estos signos se comprometen con una dinámica de incrementos y decaimientos de la intensidad que acogen. Muchos de ellos se convierten en una memoria histórica viva que permite la unificación de las personas (símbolo, del verbo symbállo, cuyo sentido es ‘juntar’, ‘poner en relación’), el llamado, la alerta, el llamamiento enrolado al acontecimiento social, la intensificación revelada en el trazo accidental del grafiti. Otros seguirán la ruta del decaimiento, la reducción de las imágenes que ya no circulan por una vitalidad, sino dosificadas en plataformas digitales mercantilizadas (como sucede con la fotoprotesta) o diluidas en el espesor del recuerdo.
El segundo nivel, el discursivo, se afirma como pérdida de corporalidad de la práctica que, sin embargo, regula la demanda articulada semánticamente. El análisis del discurso puede estudiar la autonomía discursiva de la protesta política, su consolidación parlamentaria o su existencia en una institucionalidad patológica. En su interés hacia el discurso, el semiótico atiende los niveles semánticos, las estructuras narrativas de las negociaciones y la condensación de la enunciación del discurso de la protesta.
No obstante, es el tercer nivel, el análisis práctico, aquello que requiere una mayor atención para el/la semiotista por su complejidad en la producción de significancia. Aquí, entendemos la práctica como encadenamiento narrativo enmarcado en un proceso de enunciación colectiva (espaciotemporal) en el que se confrontan diversas formas de vida. La práctica interactúa con el discurso, lo sostiene, pero el fallo del discurso crea la aparición de una innovación práctica, la emergencia de una interacción emergente en la protesta. Las reglas contractuales que sostienen la práctica se encuentran en constante reajuste precisamente porque las normas que determinan la protesta dependen de la práctica que se tiende en la calle o en las redes sociales. Nuestra propuesta consiste en sostener que la práctica ritual del acecho construye la vivencia narrativa de la protesta. Dicho de otro modo, estar al acecho es el sentido vivo de la protesta.
Sentirse acechado, estar al acecho/asecho se realiza como el efecto de sentido vivo de la protesta, explica sus dinámicas y fragmentaciones, sus desajustes, reajustes, accidentes y desbarajustes (Quezada Macchiavello, 2013). Se acecha cuando las fuerzas del orden impiden el desplazamiento de los manifestantes, cuando se desarrolla una provocación directa del trayecto, cuando los manifestantes apelan a una interpelación directa a los responsables políticos, cuando se protesta frente al rostro de la institución, frente a los edificios institucionales o los monumentos representativos. Acechar quiere decir esperar (Greimas). Esperar, estar al acecho/asecho de la aparición milagrosa del demandado, el descenso del político de la institución, el representante de cierto poder instituido. Es el acontecimiento imposible, el acontecimiento de la llegada de una personalidad convocada.
Concluimos, desde esta perspectiva, que el acecho/asecho funciona como un ritual narrativo, vivo, temporal y espacial en el que la existencia misma de la protesta depende del juego de este llamamiento. Con ello, complejizamos la narrativa primaria de la protesta, aquella que nos decía que se protesta con relación a un objeto preciso, nunca en abstracto (Leone, 2012). Aquí, por el contrario, sostenemos lo indispensable de poner en observación al objeto indeterminado que circula en la narrativa viva del ritual, aquel objeto imposible (demandez l'impossible) que se encuentra objetualizado, abstracto, virtual, y que compone las ambigüedades y eventos no predecibles de la protesta. Esta, quizá, sea la tarea de la semiótica de la protesta, restablecer en su observación los vínculos más vivos de su objeto de estudio, el sentido.
Mira el video de la conferencia del 14 de septiembre aquí.
Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición) Yalán-Dongo, E. (21 de septiembre de 2020). Semiótica de la protesta: interacciones y prácticas durante la pandemia. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones. https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/semiotica-de-la-protesta |
Referencias
Fillieule, O., y Tartakowsky, D. (2015). La manifestación. Cuando la acción colectiva toma las calles. Siglo XXI.
Leone, M. (2012). Breve introducción a la semiótica de protesta. CIC. Cuadernos de Información y Comunicación, 17, 161-173.
Quezada-Macchiavello, Ó. (2013). Interacciones sin nombre. Un caso emblemático: “Ne me quitte pas” (Cirque du Soleil). En A. C. De Oliveira (ed.), As interacões sensíveis: ensaios de sociossemiótica a partir da obra de Eric Landowski. Estação das Letras e Cores e Editora CPS.
Comments
Qué interesante perspectiva del momento que vivimos actualmente. Una lectura enriquecedora que nos da luces para analizar el fenómeno de la protesta en otros países de nuestro continente. Gracias a Eduardo Yalán Dongo y al equipo de investigación en Semiótica de la Universidad de Lima.
Juan Mora
May 18, 2021 9:55 pmDeja un comentario