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Alma guerrera, corazón de deportista
Nadie podría imaginar que esta joven delgada de 1,72 metros de estatura tiene la fuerza y resistencia para nadar un kilómetro y medio, subir a una bicicleta y pedalear 40 kilómetros para, finalmente, correr a pie 10 kilómetros más. Pero Blanca Kometter tiene la fuerza y las ganas. De hecho, esa es la prueba que más le gusta y en la que compitió en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Blanca es ingeniera industrial por la Universidad de Lima y ahora, tras haber disfrutado de la fiesta deportiva más importante realizada en el país, tiene en la mira nuevos retos deportivos y profesionales.
¿Cómo fue tu proceso para llegar a los Juegos Panamericanos Lima 2019?
El primer selectivo fue en diciembre del año pasado. Hicimos la misma ruta y el mismo circuito de los Panamericanos. En esa prueba clasificó Ada Bravo, quien es campeona nacional; aunque había un cupo más, en ese momento yo no estaba en mi mejor forma física porque me recuperaba de una lesión muy grave; luego ya pude clasificar.
¿Qué lesión tenías?
Tuve una fractura de cadera. Estaba entrenando para la Copa Continental, y dos semanas antes de la competencia hicimos un entrenamiento muy potente, tras el cual ya no pude caminar. Me sacaron radiografías, pero no se veía nada; aparentemente se trataba de una inflamación. Sin embargo, era un dolor que yo no había sentido antes, que no me permitía correr ni 500 metros, así que una semana después me hicieron una resonancia magnética y, un día antes de la competencia, me dijeron que tenía fracturada la cadera.
¿Cuándo volviste a entrenar?
Volví a correr recién a fines de diciembre. Había estado entrenando, pero muy suave, sobre todo, natación. Poco a poco pude hacer otras cosas. Fueron 8 meses en que entrenaba sola y dejé de competir por un año. Una vez que me recuperé, junto con la Federación Peruana de Triatlón, solicité un permiso en mi trabajo para que pudiera entrar un poco más tarde, a fin de entrenar en las mañanas, y ya no de madrugadas; así me fui preparando, cada vez con mayor intensidad, para los Panamericanos.
¿A qué hora te levantas normalmente para entrenar?
Entreno de 5 a 8 de la mañana y luego otra vez a la hora del almuerzo, de 1 a 2 de la tarde. Con el permiso que me dieron he estado entrenando de 9 a 12 del día, lo cual ha sido más tranquilo porque me da tiempo para descansar y reponerme. De otra manera, necesito acostarme todos los días a las 9 de la noche para despertarme a las 4 de la mañana.
Hay que tener mucha disciplina para seguir ese ritmo.
Bastante, sí. Además, no descansar bien implica no rendir en el entrenamiento. Y esta prueba es fuerte porque dura un poquito más de dos horas, son tres disciplinas y se requiere un buen entrenamiento para cada una de ellas. Para los Panamericanos nos pusieron dos entrenadores: una de natación y otro para la carrera y la bicicleta. Lo recomendable es tener uno solo que programe todo porque, si un día te toca muy fuerte la bicicleta, lo demás debe ser más suave, así que en este caso los entrenadores tenían mucha comunicación.
¿Desde cuándo compites en triatlón?
Desde hace dos años. Antes hacía pentatlón y competí en los Panamericanos de Toronto en esa prueba. Después me retiré porque empecé a trabajar.
¿Cómo te fue en los Panamericanos?
El triatlón se compone de 1.500 metros de natación en aguas abiertas, 40 kilómetros de ciclismo y 10 kilómetros de carrera a pie. Yo salí muy atrás en natación y no pude recuperarme. Al parecer, según lo que analicé con mi entrenador, no calenté bien y, a este nivel, todos los detalles cuentan. Yo tenía la expectativa de estar a media tabla y superar mi marca, pero fue difícil. Ahora me enfoco en el futuro y en próximas oportunidades.
¿Y en general qué te parecieron los Juegos?
Todo estuvo increíble, muy bien organizado y la infraestructura de primera. Fue la segunda vez que participé en Panamericanos, así que puedo comparar esta competencia con la de Toronto y debo decir que no tuvo nada que envidiarle. Era como un sueño, una fiesta deportiva que vivimos todos los deportistas a diario tratando de ver también todas las competencias. Eso no lo pude hacer en Toronto porque regresamos al terminar la prueba; ahora tenía todos los juegos para disfrutarlos.
Varios deportistas comentaron sobre la comida durante los juegos. ¿A ti qué te pareció?
La comida en la Villa era un bufé A1. Había infinidad de comidas y se podía probar de todo, desde dieta hasta hamburguesas con papas y pizzas; cada uno elegía. En la zona peruana cambiaban el menú a diario: un día comías ají de gallina, otro día lomo saltado, etcétera. El comedor abría todo el día, así que todos podían probar la sazón peruana y comer ilimitadamente, pero claro que los deportistas nos cuidamos, aunque de vez en cuando nos damos gustitos, incluso con la comida chatarra.
¿Has competido alguna vez por la Universidad de Lima?
Sí, pero en básquet. Yo comencé a jugar básquet en la Universidad cuando llevé los cursos cero. Las chicas del básquet fueron mis primeras amigas de la Universidad y luego entramos juntas de cachimbas.
¿Qué deporte practicabas antes de eso?
Natación. Nado desde los 6 años y competía con el Club Surco. También he practicado equitación y, como dije antes, pentatlón.
¿Podrías resumir tu experiencia laboral?
Mi primer trabajo, después de las prácticas preprofesionales, fue en el BCP. Era analista de proyectos y me gustaba, pero renuncié para prepararme para Toronto 2015 porque el pentatlón incluye 5 disciplinas y no tenía tiempo para entrenar todo. Al regresar de Toronto comencé a buscar trabajo, pero quería algo relacionado con el deporte porque es lo que me gusta. De pronto surgió la oportunidad de entrar a Deportes Sparta, una empresa distribuidora de una marca de bicicletas, y aquí estoy. Es una compañía chilena que tiene solo cinco años en el Perú, pero en Chile es muy grande y tiene más de 60 tiendas. Está dentro del Grupo Corso, el mismo de Saga Falabella, Sodimac, entre otros. El hecho de que la compañía sea pequeña en Perú es bueno para mí porque significa que voy a crecer junto con ella. Yo soy key account manager.
¿Y qué te pareció la Universidad de Lima?
Es lo mejor que me ha podido pasar. Los cinco años y medio que me tomó terminar Ingeniería Industrial han sido geniales. Y aunque no lo crean, mi carrera me ha servido incluso para el deporte, porque todo en esta vida es estrategia y la Universidad te da una excelente base para desarrollarte bien en cualquier ámbito. El deporte no es solo físico, sino que también tiene un componente mental muy importante. Me gustaron mucho los cursos y terminé en décimo superior. Además, mis mejores amigos son de la Universidad. Recuerdo que hubo un momento en que estudiaba, entrenaba (equitación en ese momento) y hacía prácticas, todo al mismo tiempo; no tenía tiempo para nada y había veces que dormía 4 horas... Era agotador, pero me formó con disciplina.