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Descontaminación del agua con electrocoagulación
El Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima (IDIC) viene desarrollando algunos proyectos para el tratamiento del agua mediante metodologías no convencionales. Una de ellas es la electrocoagulación, una alternativa rápida, económica y eficaz. En esta entrevista, el profesor a cargo de la investigación, Edwar Aguilar, explica sus alcances.
¿En qué consiste la electrocoagulación?
Es un proceso electroquímico que consiste en suministrar corriente eléctrica a electrodos de diversos materiales. En estos electrodos se generan coagulantes por la disolución de iones, lo que permite aglomerar las partículas coloidales y, por flotación, estas se depositan en la superficie. De esta manera, el agua se clarifica y puede ser recogida, mientras que el lodo que queda en la superficie se retira.
¿Qué contaminantes se pueden eliminar con este proceso?
Una gran variedad. Con este proceso se reducen altos valores de demanda química de oxígeno (DQO), de demanda bioquímica de oxígeno (DBO), sólidos suspendidos totales, turbiedad, metales pesados, etcétera. Además, nos permite, simultáneamente a la remoción de contaminantes, desinfectar el agua, eliminando microorganismos patógenos, lo cual permitirá reducir el uso de altas concentraciones de cloro en la etapa final del tratamiento.
¿Con qué tipo de aguas residuales trabajan ustedes?
Utilizamos este proceso para descontaminar el agua residual de tipo industrial y doméstico, así como el agua de río para consumo humano. En este último caso, el principal parámetro a remover es la turbiedad. Para eliminar este parámetro, las plantas de tratamiento de agua potable en el Perú utilizan coagulantes químicos, con la finalidad de precipitar el lodo y luego pasar a la filtración y desinfección. Con la electrocoagulación, en cambio, los coagulantes se generan en la celda y el lodo se acumula en la parte superior. A diferencia del lodo, proveniente del proceso físico-químico y biológico, el que se obtiene en la electrocoagulación es más seco y más estable, lo que permite una mejor disposición y reutilización. Uno de los problemas en las plantas de tratamiento de aguas residuales es la cantidad de lodo que se produce, que eleva los costos de tratamiento, puesto que deben ser tratadas para su disposición final en rellenos de seguridad.
¿Desde cuándo vienen realizando este trabajo?
Desde 2012. Al inicio, empezamos con aguas residuales de tipo industrial y tuvimos mucho éxito. Luego tratamos el agua del río Rímac. Nos mudamos a un punto cercano a la bocatoma de la planta de la Atarjea para monitorear el agua en sus condiciones naturales y determinar si era viable su tratamiento. Obtuvimos buenos resultados con agua recolectada en diversos meses del año, con valores de alta y baja turbiedad. Luego empezamos a enfocarnos en el agua residual de tipo doméstico, que es uno de los efluentes que se producen en mayor cantidad y genera un serio deterioro del medio ambiente.
¿Es económico este tratamiento?
Estamos evaluando esa parte, pero sí, los resultados indican un ahorro económico, porque no se usan coagulantes químicos y su tiempo de tratamiento es más corto, lo que permite un menor consumo de energía.
¿Y se podría implementar este proceso en una planta de gran escala para abastecer a toda Lima?
No se ha escalado en esos términos. Lo que estamos haciendo ahora es recolectar información y trabajar con pequeños equipos a escala. Sin embargo, ya estamos tratando el agua de algunas industrias. La idea es pasar por etapas, con reactores a nivel laboratorio, luego a una planta piloto y, finalmente, a la implementación. Por otro lado, hay un costo de energía eléctrica y eso puede hacerlo viable en algunas zonas y en otras no. No obstante, podríamos trabajar otras soluciones, como la utilización de paneles solares para suministrar la corriente eléctrica. Ahora, nuestra prioridad es trabajar con agua real y ver si el proceso se cumple en esas condiciones.
¿En qué sector tendría mayor utilidad?
Una planta de tratamiento de electrocoagulación se puede implementar en una empresa minera, en una industria de cualquier tipo, en una localidad que no tenga servicio de agua potable, en lugares donde no sea factible la implementación de los tratamientos convencionales.
¿Para probar este sistema en otros lugares se necesita trasladar muchos aparatos?
No. A diferencia de las plantas de tratamiento convencionales, esta requiere menos espacio y menor equipamiento. Tenemos diversos reactores. Al inicio, empezamos con unos pequeños que usábamos en el laboratorio. Ahora tenemos, para las pruebas experimentales en campo, reactores de diversos tamaños y fuentes de poder que son fáciles de transportar.
¿Esta investigación recibe algún apoyo?
Además del IDIC, que financia y apoya este estudio, tuvimos la colaboración del Centro de Investigación en Tratamiento de Aguas Residuales y Residuos Peligrosos de la Universidad Nacional de Ingeniería (Citrar UNI). Este centro nos facilitó el ingreso a sus instalaciones y nos ofreció un área para instalar nuestros equipos y realizar pruebas de campo con el agua que tienen a disposición, por contar con una planta de tratamiento de aguas residuales específica para investigación.
¿Qué buscan lograr con este proyecto?
Estamos enfocados en su aplicación. Buscamos resultados que nos permitan evaluar las ventajas y desventajas del proceso, para saber hasta dónde podemos llegar y presentar alternativas a los tratamientos convencionales que se usan actualmente en el Perú. En otros países existe un mayor interés por este tipo de tratamiento y se está investigando e implementando en mayor medida. Utilizar de manera óptima la electrocoagulación nos permitirá descontaminar el agua para que cumpla con la norma ambiental vigente, reutilizarla en los procesos industriales y, de ser factible, para el consumo humano.